18 ESPECIAL

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POV Hanna.

Salgo con Richard mientras entrelazamos nuestros dedos de una forma exquisita. El comedor se encuentra tan limpio como anoche, cuando el hombre que robó mi corazón me provocaba sensaciones indescriptibles.

Mi barriga me suplicaba por comida así que decidí tomar yo las riendas y preparar algo lo más rápido posible, tal vez huevos o leche.

Me dirijo a la cocina bajo la espectante mirada de Richard, busco dos tazas y conienzo una difícil operación de búsqueda para encontrar los huevos ¿dónde demonios está la nevera?.

-¿Qué estás haciendo?- dice Richard con una seriedad cómica mientras se acerca a mí.

-Busco la nevera, quería preparar algo...

- ¿Ah sí?- dice pícaro- Que yo sepa eso es tarea de dos.

No tengo respuesta, simplemente observo algo nerviosa cómo se acerca a mí y me tiene dos huevos.

Me dispongo a romperlos sobre la sartén pero algo me detiene. Unas fuertes manos me rodean la cintura y suben hasta mis hombros. Sus dedos acarician la piel de mis brazos y me sujetan las manos. Y como si se tratara de una extraña conexión comienza a mover mis dedos como si de los suyos se tratara.

Con exquisita delicadeza mis manos rompen los huevos y los introducen con destreza en la sartén. Seguidamente Ricahrd hace que estire mi tronco para alcanzar las espumadera.

Con esta dejo caer el aceite irviendo sobre los humeantes huevos, al mismo compás siento cómo el bello de mi cuello se estremece al sentir sobre mi piel el cálido aliento de Richard.

Los huevos comienzan chisporrotear como si de de seres vivos se tratara, parecían respirar al mismo tiempo que Richard, mi corazón latía tan deprisa que en cualquier momento explotaría, su mano libre se tomó la libertad de pasearse por mi pecho y barriga enviando señales eléctricas a todo mi cuerpo.

-Ya están- susurra en mi oído con una voz grave y excitante, mientras sus manos descienden a mi costado y de mi costado a...

Un sonido de móvil, de MÍ móvil. Soltando un suspiro me dispongo a cogerlo mientras Richard, algo malhumorado, se separa de mí y emplata la comida.

Desbloqueo el móvil con un notable deseo de que aquellos huevos se frian eternamente mientras Richard y yo los cocinamos... vaya, qué pensamiento tan extraño.

Leo el mensaje ojiplática.

MEL: Hanna siento haberte dejado tirada anoche, tengo que hablar seriamente contigo!!

¿Dejarme tirada? Eso no... un segundo, ella cree que me fui después de notar su ausencia. Eso quiere decir que ¿Mel está aquí?

-Vaya... mira quién está aquí- oigo a mis espaldas la voz de Richard, como si me hubiera leído la mente me mira con una ceja alzada.

Al alzar la vista, veo a Mel y a Till con las manos entrelazadas. Till mostraba un somnoliento semblante, pero en cambio Mel parecía sorprendida de mi estancia.

Yo la observo con la misma cara de sorpresa, mis manos comenzaron a temblar.

Nos hemos pillado con las manos en la masa casi literalmente.

*******

Así es, ambas se habían pillado con las manos en la masa, rompiendo una promesa de la cual habían estado orgullosas días antes. Ambas se habían dado cuenta de que el amor estaba ligado al destino, y el destino, como ya es sabido por muchos, es impredecible e implacable, no es algo que se pueda controlar con una promesas, simples palabras sin sentido que intentan controlar en vano una furza mayor, tan grande e inquebrantable como sus sentimientos amorosos.

Lo primero que pensó Mel al encontrarse en tan vergonzosa y en cierto modo graciosa situación, fue que ambas habían hecho el ridículo, que se habían encerrado a sí mismas en la jaula de lo innecesario. Porque ¿ acaso era necesaria esa promesa que prohibía un amor que ya estaba escrito? Ambas estaban enamoradas de ellos desde hace mucho tiempo, y las burdas palabras solo fueron piedrecillas en el camino, intentaría entrar en razón con su amiga y pondría las cosas en orden.

Lo primero que pensó Hanna tras haberse dado cuenta de lo que había hecho fue que tenía ganas de llorar, sí, llorar pero ¿porqué? Lo cierto esque de vez en cuando las cosas se complican en el sentido real y emocional, ella estaba irremediable e incondicionalmente enamorada y sentía que si Mel se daba cuenta de ello la tomaría por una idiota dependiente. Y así es, Hanna era dependiente, porque en cierto modo ese sentimiento llamado amor te convertía en eso. Sus manos se habían convertido en un amasijo de temblores.

Abochornadas por el incómodo momento, Hanna y Mel se miraron fijamente, clavando sus miradas como lo habían hecho incontables veces desde que en su más tierna infancia se conocieron. Esa conexión tan familiar les permitía analizarse y entenderse mutuamente.

Y entonces las dos se dieron cuenta de que no tenían porqué apenarse o avergonzarse, ambas sentían lo mismo, sentían amor, y no solo por los hombres que se encontraban a sus lados, sino por ellas mismas. Sabían, tras analizarse unos instantes, que estaban pasando por las mismas sircunstancias y que por raro que parezca se lo habían estado ocultando la una a la otra por mero temor al "qué pensará".

Pero ambas saben sobre la parte negativa, la letra pequeña. La ensoñación que ambas viven no durará para siempre.

Till y Richard eran ajenos a los secretos de las dos damas, pero en cierto modo sentían que la amistad de ambas era fuerte como el hierro. Se sentían afortunados a la vez que extrañamente atemorizados.

Las despedidas no se les dan bien a estos famosos artistas.

¿Serán Mel y Hanna capaces de mantener una relación con sus ídolos alemanes?

La respuesta sólo la sabe el impredecible destino.

EphemeralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora