9

270 31 3
                                    

POV Mel
Tras una larga y emotiva conversación, con un par de botellas de cerveza de por medio, Hanna y yo llegamos a la valida conclusión de que debíamos hacer como si nada de esto hubiera pasado, claramente sería difícil, pues nuestros sentimientos hablaban totalmente en contra de eso.

¿Por qué? Pues porque si por alguna razón llegamos a sentir algo más que simple atracción, o admiración, (hablo de enamorarnos) la historia no acabaría bien, por razones más que obvias, ellos son músicos con una vida muy ajetreada ¡son famosos por Dios! Terminarían más que alejados de nosotras, probablemente se verían en una encrucijada entre su carrera musical y una relación estable, algo que no quiero aportarle por nada del mundo.

Hanna se seca una lágrima que estaba a punto de soltar, se le ve la tristeza en la cara, ella no quiere esto. Yo no me diferencio mucho de su estado actual, es obvia la admiración que siento por Till, mi ídolo, me halagó el hecho de que de alguna manera (La suya) se interesara en mí, en cuanto lo pienso mis mejillas se tornan del color más rojo existente.

Ese día en su coche. Todo está borroso en mi mente, sólo recuerdo ese sentimiento tan extraño, tan semejante al deseo pero de una forma más extrema ¿es eso lo que se siente al enamorarse de verdad? Un escalofrío de temor cruza mi espalda, no quiero enamorarme, iría en contra de lo antes hablado con Hanna, pero... ¿acaso ya es demasiado tarde? No lo creo, tan sólo tengo que tener fuerza de voluntad y esperanza. No quiero salir dañada, mi experiencia en la vida ya ha sido suficientemente mala como para añadir un desamor a la lista.

- Creo que es hora de que vayamos al hotel Mel- dice Hanna recobrado su compostura.- Estoy algo cansada.

Mi ceño se frunce y miro mi reloj ¡madre mía! Ya eran las seis de la tarde, ¡habíamos pasado casi cuatro horas hablando sobre nuestros dramas sentimentales!

Sonrío ante la idea y asiento con mi cabeza.

Recogemos nuestras pertenencias y caminamos casi media hora hacia nuestra humilde morada.

En el camino hablamos sobre mañana, sí, miércoles. Será el ensayo de Rammstein, dijimos que tan sólo iríamos, nos sentaríamos en la grada y veríamos el espectáculo, como simples fans, nada de miradas, ni lágrimas ¡adiós a los sentimientos!. De repente pensé en mi infancia, había un profesor que me tenía favoritismo, no pude evitar asimilar la idea a lo que me pasa con Till, él, de tantas fans que tiene, me eligió a mí, vaya, ahora soy una egocéntrica que se cree especial, pero... ¿acaso no es verdad?

Sacudo la cabeza quitandome la idea algo indignada, eso no es cierto, de seguro se relaciona con un centenar de chicas al día.

Hanna y yo, sin haberlo planeado previamente, fuimos a multitud de tiendas, muchas de ellas góticas o de moda oscura en general, vimos muchas prendas de grupos de música y antes de lo previsto ya eran las 21:00 de la noche, portabamos no más de cinco bolsas cada una y en nuestra cara se podía observar una enorme sonrisa de satisfacción, al parecer descubrimos que comprar hizo que nuestro día fuera más... ¿completo? ¿feliz?... sí, eso fue muy conformista por mi parte, con tan poco ya estoy feliz ¿qué ironía no?

Me sobo la cara con la mano libre de bolsas, al parecer ahora todo está asociado, no dejo de pensar en si es demasiado tarde, para prometer el no enamorarme, el no dañarme con una relación como ya me pasó en multitud de ocaciones. Till no es estable por mucho que lo idolatre, él podría asimilarse con un lobo solitario, relaciones cortas y mucho trabajo, esa es su vida, sólo existe él y nadie más...

Sólo él...

POV Hanna

Saco la llave de mi bolso y abro la puerta intentando recomponer mi humor después de este duro día de pensamientos inconexos y carentes de sentido.

Me cuesta meter la llave en la cerradura pues las manos me tiemblan como gelatina, tal vez sea cansancio o estrés.

Mi respiración se agita repentinamente y comienzo a sentir un enorme nudo en el estómago, por alguna extraña razón mis ojos se humedecen hasta el punto de lagrimear.

-Hann ¿estás bien? - Pregunta Mel preocupada.

-Sí... No es nada, sólo... ya sabes- le digo en un intento de calmarla, ni yo sé qué demonios me pasa.

- Sí... - dice comprensiva.

Finalmente consigo habrir la puerta.

Entró a la pequeña y acogedora habitación, miro mi cama con deseo y me tiro en la misma con un enorme cansancio.

Pero a mi izquierda justo en mi bolso comienza soñar mi móvil con pequeños tonos de mensaje.

Lo cojo algo nerviosa y miro quién me nada los mensajes.

Número desconocido

Abro el contacto y leo el contenido algo sorprendida.

-Número desconocido: Hola bella durmiente, muchas gracias por dormir conmigo la otra noche.

Mis mejillas se colorean y con rapidez y algo de nerviosismo dejo el móvil a un lado.

Pero vuelve a sonar repetidas veces.

- Número desconocido: Vaya... jamás pensé que alguien ignoraría mis mensajes. Se siente bien tener nuevas experiencias.

Yo río casi en forma de susurro, siento que mi corazón se acelera.

El móvil tiembla entre mis manos, ¿por qué tiemblas Hanna?

- Hanna: vaya, veo que después de todo sirvo para algo más que para cuidar a un hombre borracho.

-Richard: Sirves para mucho más que eso, lo ví en tí mientras dormías. Estabas tranquila, y eso me gusta.

Suspiro pesadamente y dejo el móvil, Mel tiene razón, tengo miedo de no estar haciendo lo correcto, enamorarse no es un juego, es un arma de doble filo, que puedes usar a tu favor, pero que también puede ir en tu contra, dañando a alguien de por vida.

Vaya... Mi ídolo Richard Kruspe, lo he tenido a centímetros de mí, he dormido con él en su coche, ¡lo he cuidado! Es como un niño. Pero tiene algo que hace que no deje de pensar en él, algo que me desgarra y que hace que vaya en contra de mis supuestos principios.

POV Mel y Hanna

No quiero enamorarme de él, pero ya es demasiado tarde para decirlo ¿No?

Hola lector@s, siento el capítulo corto, ya os recompensaré con el siguiente♡

EphemeralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora