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Los sonidos se prolongan durante unos segundos más, y al escuchar la puerta me sorprendo al ver el rostro cansado de la misma enfermera que me atendió hace unos minutos.

-Creo que tiene visita- dice recobrando el aliento.

Los flashes y gritos permanecen, como si al otro lado de la puerta hubiera una orda de ambrientos leones.

Hanna se dispone a salir por ahí, pero antes de tocar el marco me mira de reojo.

-Tengo una explicación, no me mates ¿vale?

Seguidamente sale. La habitación se queda unos munutos sumida en el silencio más aterrador que he vivido en mucho tiempo, el sórdido silencio de un hospital...

Unos pasos nerviosos se dirijen a mi puerta, y veo la sombra que se proyecta en la ranura de la misma, se queda un largo rato ahí pero finalmente gira el pomo.

Su cara aparece haciéndome olvidar el tenebroso silencio de la muerte. Till Lindemann estaba en el umbral de mi habitación, con una notable cara de preocupación y enfado al mismo tiempo. Algo que lo caracteriza después de conocerlo en profundidad.

Mis ojos no ocultan mi sorpresa, y al notarlo Till sonríe como si viera a una niña jugar con un globo.

Se acerca al borde de mi cama y se sienta a mi lado. Su ceño vuelve a fruncirse como de costumbre.

Sin pensarlo acerco lentamente mi mano a la suya, al tocarlo noto como sus músculos se tensan, como si tocaran hielo o al contrario, lava...

- Estás ardiendo...- susurra acariciandome la mano en ese circuito circular que acostubra.

- Me he deamayado- digo desviando la mirada de él.

Till ríe y lleva su fuerte mano a mi mentón, lo alza y me mira con sus fríos ojos azules.

- No pensé que aguatarías tan poco sin mí.- dice con una media sonrisa la cual segundos después se borra.- Lo siento...

Frunzo el ceño de inmediato, Till tiene el don de introducir sus manos en mis sentimientos y manipularlos a su manera, y eso es lo que acaba de hacer ahora, ¿por qué se disculpa?

-¿Qué? ¿Por qué?- demando.

-Siento que... todo esto ha sido por mi culpa yo...- Dice con gravedad.
Sus palabras me dejaron de piedra, no fue por él, es más que obvio, tan solo estaba nerviosa.

Me tensé y me incorporé a velocidad de rayo, le cogí la mano y la deposité en mi pecho, justo en la zona en la que se notaba el frenético latido de mi corazón.

-Till, las cosas malas que me ocurran jamás serán culapa tuya. Lo más intenso y extraño que provocas en mí es esto- dije apretando su mano contra el pijama del hospital.

Él sonríe alzando los hombros, aún noto inseguridad en sus movimientos, pero al descubrir sus dientes todo se disipa.

-Veo que tienes razón- me mira directamente a los ojos, o mejor dicho, me traspasa con ellos. Frío o calor al mismo tiempo...- No quiero que esto... lo que tenemos- susurra- sea algo público. Te traería problemas, no solo con los medios, sino con los fans... y no quiero causar otro desmayo por tu parte. Me preocupas Mel...

Se lleva la mano a la nuca, un gesto que he observado en él incontables veces. Lo entiendo. Lo entiendo perfectamente.

-Lo sé, realmente yo tampoco.- admito.

El silencio inunda la habitación, pero resulta ser cómodo e incluso tranquilizante. Su mano sigue entrelazada en la mía, sobre mi pecho.

Mis ojos pegados a los suyos, sus perlas azules y frías, pero cálidas y llenas de profundidad al mismo tiempo. Se acerca a mí y roza su fria nariz con la mía, su mirada no se despega de la mía. Resulta intimidante estar tan cerca de él, pero con su roce todo se desvanece en una nueva nube de exquisitez.

Sus cejas se arquean como si cantara una canción mentalmente, y sus labios, que están rozando sensualmente los míos, comienzan a entonar una canción. La reconozco al instante, es Stirb nicht vor mir. La susurra como si fuera una confidencialidad, nuestros cercanos labios comienzan a moverse a la par.

Su letra es de lo más hermosa, y describe muy bien lo que siento por Till.

Sus labios forman una sonrisa mientras canta con su inconfundible voz. Pues notó la acelerada danza de mi corazón con su mano. Me controlaba, y tenia que mantener la mente fría. Pero es imposible cuando la situación se torna tan cálida y... ardiente.

Su voz se va apagando muy poco a poco, como si otro pensamiento se hubiera cruzado por su mente.

Sé lo que piensa.

- Quiero que...- comienza.

-Esto dure para siempre- termino con una radiante sonrisa en mis labios.

Su seriedad se hace presente, asimilando mi frase, pero luego su mirada me recorre erizando mi bello y me imita casi al instante.

-Sí, eso era justo lo que iva a decir...

Obviamente no era así, pero lo amé mucho cuando esas palabras salieron de su boca. Tan cercanas y cariñosas.

Le admiro. Y le amo. Pero sé a dónde conduce todo esto

Solo... Tengo que mantener la.mente fría, y disfrutar el momento todo lo posible.

POV HANNA

Salí de la habitación en la que habían ingresado a mi amiga, Till había entrado y no veía razón alguna para estar ahí.

Cuando mis pasos se fueron alejando de la puerta mi corazón se empezó a acelerar por el hecho de pensar en si Richard se encontraba ahí también.

Y sí... ahí estaba, justo delante de mí, mirándome y recorriendome con sus ojos azules de una manera casi dolorosa, pues mi piel comenzó a arder casi al instante.

Sí, eso es lo que él me provoca... Y me encanta.

EphemeralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora