4. ¿Qué eres?

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 Emillie Olive Brooks.

Warren me dijo que sus padres estaban de acuerdo con que faltara. Me entere que ya habían hecho la reunión de la manada, hacía exactamente más de un mes de eso.

Había intentado salir al centro comercial con mi olor natural para que mi Mate me olfateara, salí un poco por los alrededores, el estanque e incluso un claro de Luna cerca del estanque. Mi Mate quizás no era de la manada.

La madre de Warren ya no insistió más, pero estaba segura que seguiría insistiendo si su hijo no la marcaba pronto. Pero es que Warren también ha estado muy ocupado. Casi ni lo he visto al igual que a los chicos en el último mes.

— No sé qué diablos hacer.— Digo retorciéndome en la cama. El calor estaba presente y me encontraba en ropa algo ligera, aunque afuera hacía mucho frío.

Dolor, eso sentía ante el vacío en vientre bajo, era doloroso, estaba sollozando, quería un nudo, pero no uno falso como los que tenía en mi habitación, deseaba con ansias un trozo de carne hundiéndose en mi interior, un trozo de carne que luego formaría un delicioso nudo dejándome encinta.

Mi cuerpo se sentía sensible, tenía deseos por mi Mate y no me quería tomar las pastillas, tenía que aprender a controlarlo. Un fuerte olor inunda mi nariz ese olor a menta y limón otra vez jodiendo mis sentidos.

Me acerco a la ventana de mi habitación en la 2da planta del departamento. Alcanzó un gran lobo negro entre unos arbustos, no lo miraba del todo, pero solo me basto ver sus ojos negros que lo decían todo, él era mi Mate. Inhale ese olor una vez más para evitar olvidarlo. Y desapareció de donde estaba, tuve que ayudarme un poco recordando su olor en mi mente para hacerlo más placentero.

Bajé a hacer un poco de limpieza, después iría al pueblo a comprar comida y si la Luna era generosa tal vez lo encontraría.

Iba a ir por mis pastillas cuando un toque en la puerta llamó mi atención. Un olor a Alpha sangre pura llegó hasta mi nariz. Me omega interna chillaba de felicidad. Sin querer estaba levantando el trasero, imaginando ese Alpha a mis espaldas. Mi interior se contrajo con solo sentir su aroma, me deshice entre pequeños y vergonzosos jadeos, estaba más empapada.

El vacío en mi entrada dolía más ahora, necesitaba el nudo de mi Mate dentro, y el olor en la puerta quemaba mis fosas nasales, porque si seguía así no podría controlarme, rogaría y no quería hacerlo.

— ¿Olive, estas ahí? — Escuche la voz de Warren. Y mi ceño se frunció.

— Ugh, Uh. Un momento Warren. No he tomado mis pastillas y no creo que sea buena idea que entres en este momento. — Digo buscando, con mucha dificultad sosteniendo mi vientre bajo, las pastillas en mi bolso.

Logré encontrarlas, pero era demasiado tarde. Tenía a un Alpha a mis espaldas oliendo mi cuello y pegándome a él con fuerza. ¡Qué bien! Justo en mi celo, controlate Olive, no le saltes encima y no lo violes.

Lo peor era que mi cuerpo reaccionaba, me sentía mareada, e incluso hasta mojada por ese pequeño toque, lo describiría como malditamente doloroso, restregaba su nariz en mi cuello, donde se supone que mi Mate me marcaría. Elevé mi trasero nuevamente sin querer, donde su enorme erección rozaba mis muslos, y suspiré extasiada. Oh Diablos, mío, lo quería conmigo, dentro, lo quería, todo.

Me alejé cautelosamente intentando que mi cerebro funcionara y logre alcanzar un vaso de agua. Warren toma las pastillas y las lanza lejos.

— ¿Q-Qué haces? — Digo un poco aterrada, esto no es bueno. No quiero hacerle daño a la nueva Luna de la Manada. Y si mi Mate anda cerca. Diablos. — Warren eres mi mejor amigo, casi como mi hermano mayor. — Puse una mano en su pecho, intentando alejarlo inútilmente.

Mi Hermosa Omega. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora