POV. Emilie Olive Brooks Janssen
Los días pasaban y mi Alpha seguía ignorándome. Yo mientras tanto intentaba ignorar la enorme falta que me hacía y la necesidad que tenía de que él me tomará. Demonios. Lo necesitaba tanto, y lo entendía.
Ahora me hacía cargo de mis responsabilidades en la manada, como estar al tanto de los más jóvenes, cuidar que no hubieran faltas, que cada uno se sintiera parte de la manada, y ahora podía leer los pensamientos de su corazón. Lo cual no servía con mi Alpha porque él seguía sin verme a los ojos.
Dejé el trabajo de la biblioteca, pero seguía sumergiéndome en libros en la biblioteca de la mansión en la que ahora vivía. Los padres del Alpha se habían ido a visitar manadas amigas en otro continente y viajarán un tiempo.
Los segundos al mando mis mejores amigos ni siquiera se acercaban porque aunque Warren no me tocará, dejaba notar su olor sobre mi siempre y la marca en mi cuello les advertía que no podían ni siquiera tocarme.
Cuando había que salir a hacer pequeñas diligencias, siempre iba conmigo y sino me enviaba con una pequeña jauría de los lobos más fuertes de la manada, quienes me conocían de pequeña y por como se había vuelto Warren últimamente sentían lastima por mi. Él se había vuelto un posesivo enfermizo, ni siquiera celoso porque yo no le daría razones para estarlo.
Había leído los libros que Marie, la madre de mi Alpha me aconsejó que leyera, en ellos mencionan las relaciones tan dependientes entre Alphas y Omega. Así como una en mi caso Omega necesitaba que su Alpha le doblegara y le diera órdenes, todo por mi naturaleza, el Alpha necesitaba proteger y ver que su Omega estuviera cómoda y que todas sus necesidades estuvieran cubiertas.
Así que a veces sorprendía a Warren arropándome en la noche en el nido, porque sí, extrañamente Warren terminó de hacer un nido para mi y yo dormía allí porque su aroma estaba perfectamente impregnado en cada sábana y espacio del lugar. Eso y que además a veces me daba amor propio oliendo el delicioso aroma de mi Alpha en las sábanas o en las camisas que le robaba cuando él se descuidada.
Mi Omega se sentía más segura en el nido, y también aunque buscaba la compañía de mi Alpha seguía ignorándome, lo cual me desgastaba porque tenía mis sospechas.
Además las noches que me visitaba sabía por medio del lazo lo mucho que se debatía quedarse a dormir conmigo. Pero él siempre ha sido tan terco como yo.
— ¿Estás bien? — Me pregunta Liam siendo amable. — Casi no has tocado la comida. — Dice señalando mi plato.
— ¿Quieres que ayude a que comas? — Me pregunta Warren con una ceja alzada. Niego, y comencé a comer ligeramente.
Al sentir el horroroso sabor de las proteínas entre mis papilas gustativas, no pude evitar correr a vomitar al baño. Negué. Mientras me lavaba la boca de mala gana.
— ¿Te sientes bien? — Escucho su gruesa voz entre las paredes del baño de invitados en la parte inferior, esa voz que me hacía temblar con sólo imaginarlo a mi espalda y haciendo lo que es su deber.
— ¿Acaso te importa? — Digo mirándolo mal. Él suspira enojado negando.
— Creeme intento soportar esto. — Dijo dando la vuelta con intención de salir. Sin querer mi cuerpo comenzó a despedir muchas feromonas.
POV. Dylan Warren Janssen.
Un aroma dulzón llenó mis fosas nasales era delicioso. Todos mis sentidos estaban alertas. La mire a los ojos. Demonios, se miraba tan ardiente. Sus mejillas estaban rosadas e intentó cubrirse un poco, aun sabiendo que podría desnudarla con la mirada. Sabiendo que podría sentirla, olerla. Estaba escurriendo llamándome nuevamente, mi lobo quería desquiciarse en su olor un poco. Y no solo eso. Ella podía derrotarme en unos cuantos segundos, lo sabía desde que éramos niños.
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Mi Hermosa Omega. ©
Historia CortaAdvertencia: - Historia Corta. - Hombres Lobo. - Leves errores de Ortografía. - Mención u Descripción de relaciones sexuales y minima violencia. Derechos de autor completamente reservados a Kennya Chávez. *** NO COPIAS NI PLAGIOS NI ADAPTACION...