12. Inseguridad.

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 Emilie Olive Brooks Janssen.

Camino a paso lento subiendo las escaleras al piso principal con mucha determinación y vergüenza a la vez. Apenas llevo puesta una camisa enorme de Warren muy cómoda y un pequeño short que logró conseguir a puras penas su madre y por suerte no me queda mal.

Escuché susurros en el piso principal y detengo mi camino queriendo regresar mis pasos al nido seguro en el que mi Alpha me estuvo anudando todas las noches anteriores. Cuando volteo a verlo suelta una sonrisa. Sabe lo que pienso.

— Aceptarán que seas su Luna Olive. — Más me afirma.

— ¿Pero y si no? — Preguntó asustada, dejando escapar en una voz muy pequeña y débil que no sabía que tenía. Él tiene otra sonrisita.

— Mi hermosa y linda Omega. Confía en mí. — Suelto sin querer un poco de feromonas.

— ¿Y si regresamos al nido hasta que ya no haya nadie en casa? — Preguntó con un puchero que no tarda en besar.

— Tarde o temprano tendremos que aceptar nuestras responsabilidades. Y deja de volver loco a mi lobo con tus feromonas, que lo único que quiere mi lobo es encerrarte en el nido. — Sonreí, entendiendo que el instinto de un Alpha puede ser un poco jodido para sus parejas.

— En realidad no me parece mala idea hoy. — Admito avergonzada, sin la menor intención de subir y enfrentar a quien sea que esté en la planta superior.

— Quiero que te instales en mi casa y haré un nido más cómodo para que te sientas cómoda cuando tu vientre este enorme. — Mis ojos se abrieron con asombro. — Ya sabes por los cachorros. — Tragué fuerte.

— ¿Qué? — Lo miré sin entender mientras me empujaba de manera ligera escaleras arriba.

— Oh ¿Estás mejor Olive? — Observe a nuestra antigua Luna mirarme con preocupación. Me sentí avergonzada.

— ¿Qué día es? — Pregunté aturdida.

— Miércoles. — Habían pasado cinco días.

— ¿Estás más cómoda? — Asentí. — Felicidades. — Se acercó a abrazarme.

La miré sin entender y luego vi a un par de lobos conocidos en la sala. Segundos al mando, mis mejores amigos y al padre del Alpha quienes también sonreían.

— ¿Por qué o qué? — Pregunté extrañada.

— ¿No entiendes cariño? — Negué aún confundida. — Tú ciclo como Omega te obliga a tener una semana u ocho días de celo. — Mis mejillas ardieron, cuando olvidé esos horribles detalles.

— Cuando Warren nos dijo que ayer estabas mejor lo supe. ¿Voy a ser abuela, cierto? — Dijo tan esperanzada que no parecía una Alpha sino una adorable beta u omega. Sin querer avergonzarla me quedé tras de Warren. Quien tenía una hermosa sonrisa en el rostro.

— Ya entendí. — Admití con el rostro y orejas ardiendo aún más. — Yo sólo iré un rato a mi departamento. — Tragué fuerte al ver a todos confundidos. — ¿Alguien sabe donde están mi llaves? —

— ¿Quieres que traiga tu ropa? — Negué ante la petición de mi ahora Alpha.

— No, yo sólo necesitó un par de cosas pequeñas. Mmm. Quiero un momento y quiero hacer un par de cosas. — Puse mi mejor sonrisa para que me diera la llave de mi camioneta.

— ¿Qué quieres? — Tuve que suspirar fuerte y mirar a Warren a los ojos.

— Necesitó ir a mi departamento. — Tuve que soltar un gruñido para que supiera que hablaba en serio. Los demás se alejaron divertidos entendiendo la situación.

Mi Hermosa Omega. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora