8. Desde hace 15 años.

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Emillie Olive Brooks.


Este rió con ganas, sin dejar de acercarse y atrapándome en sus brazos. La verdad es que si él no tuviera mate, le habría implorado que me anude hace mucho. Me subió a la encimera con esa facilidad, y aunque sus ojos no mentían, él estaba dudoso sobre cómo mirarme ¿Por qué?

De pronto pareció saber lo que quería, y sus labios se encontraron con los míos, era el Alpha no podría negarme ni aunque quisiera.

— Warren. Hablo enserio. — Este río, como si le contara un chiste.

— Tú me conoces mejor que nadie en el mundo. — Soltó, sin dejar de repartir besos deliciosos y exquisitos por todo mi cuello. — Si tuviera Mate ¿Acaso no la habría hecho mi Luna? O ¿No estaría con ella mejor en este momento? —

— Pensé que... Es porque soy Omega. — Dije entre sus labios, sin dejar de besarlo en ningún momento.

Diablos, él era más como un hermano mayor para mí, intente separarnos, pero me miró a los ojos presionando con fuerza mis muslos, marcas me dejaría marcas y eso me gustaba, solté un jadeo, mi loba quería más, mucho más.

— No te engañes. — Dijo riendo. — Sé lo que quiero, tu misma lo sabes, no me gusta ir por ahí jugando. Mi tierna y Hermosa Omega.. — Sonrió, antes de besarme, e introducir su lengua a mi boca, pasarme de la encimera a la mesa de la cocina, sin dejar de restregar su enorme erección entre mis piernas, solté varios jadeos en consecuencia, lo quería, lo quería aquí y ahora.

— Las pastillas supresoras no están funcionando nada. — Dije como un agudo reclamo mientras el desabrochaba un par de botones, era cierto las pastillas ayudaban a controlar el celo, pero ahora mismo era insoportable.

Tómame, por favor. Calma esto. — Pedía mi loba en celo, sosteniéndome de su torso pasando mis manos por sus hombros anchos y su cuello. Parecía que su cuerpo estaba hecho para sostenerme, y someterme. Estaba perdiendo la jodida razón. Quería su nudo en mi centro.

Alpha, por favor, Anúdame y lléname de ti. — La hermosa sonrisa de Warren jamás se había visto mucho más hermosa como en este momento.

Haría lo que sea por ti. Todo lo que quieras. Voy a llenarte de cachorros. — Soltó antes de darme un beso mojado, y estrujar mi cintura con fuerza, sé que quedarían tantas marcas que mi loba interior estaría totalmente satisfecha.

Dejé mi cuello a su disposición, a pesar de que sabía que no me mordería, no dejaría su marca en mi cuello, esto sonrió extasiado.

Estaba tallando demasiado su erección contra mi entrada que estaba segura que el overol y mi ropa interior estaban muy empapadas. Estaba lista para recibir su erección, guardar su semilla en mis entrañas y cuidar de sus cachorros en mi vientre.

— Oh Sí. — Solté un jadeo cuando lo sentí estrujar con fuerza mis caderas, sin dejar de restregarse sobre mi coño.

Escuché un carraspeo.

— Mierda. — Maldijo por lo bajo. Voltee a ver, bajándome al mismo tiempo de la mesa, que en realidad era un desastre.

Escondiéndome tras el cuerpo de Warren, el overol se había desabrochado, suspire resignada abotonando nerviosa. Se enterarían que era una omega. Vi tras el hombro de Warren, los chicos parecían totalmente en blanco, la mamá de Warren estaba sonriendo.

— Yo me distraje. — Dije suave. — Fue... Es solo... Algo que pasó. — Dije sin querer soltando una risa de total y mero nerviosismo, la vergüenza me carcomía por dentro, y estaba escondiéndome totalmente tras Warren.

Mi Hermosa Omega. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora