Capítulo 4: "Inciertos y dolorosos Dieciséis"

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"Una estrella fugaz cayó de tu corazón
y aterrizó en mis ojos.
Grité, mientras pasaba rasgándolos,
y ahora me ha dejado ciega."

Cosmic Love, Florence and the machine


-       No deben contarle nada a su amiga – dijo la voz de la misteriosa joven.

Jo miró para todos lados en la habitación, los chicos la miraban extrañados ignorantes de lo que había ocurrido. Pero Scatty, Emma y Amy también parecían escuchar lo mismo que ella. "Hoshi", como habían decidido llamarla, se escuchaba seria por lo cual decidieron obedecerle, por más que de todo fuera muy sospechoso. Charo era una excelente amiga, más confiable y comprensiva que muchos de los allí presentes.

Amy intentó nuevamente retomar la conversación con Charo pero era inútil. Charo no figuraba conectada. En el living los chicos estaban gritando, tirándose más espuma y almohadones. Jo los esquivó rápidamente antes de que alguien la detuviera. Salió al jardín y bajó por la barranca hacia la pileta. Si hubiera hecho más calor se hubiera zambullido de un salto en la pileta, en parte para limpiarse la espuma y en parte porque amaba el agua. Eso era irónico, considerando que su poder era el fuego. Y ella no tenía ninguna particular simpatía con el fuego. Nada tenía sentido. Recordó "la misión", la que nunca se les explicó porqué ni para qué. ¿Y por qué ellas?... A su mente volvió aquel deseo que había pedido la otra noche. Era imposible que se hubiera realizado, pero ese mismo día tantas cosas imposibles habían ocurrido... Quería estar sola, sola por completo, quería llorar y gritar. No sabía qué le pasaba, por qué se sentía así pero todo era confuso, cualquier cosa que otro dijera o hiciera la afectaba demasiado.

Tomó aire y dio un grito de frustración, tan fuerte que sus amigos se asomaron por la ventana. Pensando que algo había pasado. Sus nervios estaban aún sensibles por las bestias de aquel día. Se echó en el suelo a reír alocadamente.

-       Estoy bien – les decía mientras rodaba de un lado al otro en el pasto.

-       ¡Estás loca! – le gritó Sean.

Se quedó ahí acostada boca arriba mirando las estrellas, con los pies hundidos en el agua jugando. Al fin tuvo su momento de paz. Por al menos quince minutos, hasta que escuchó los pasos de Ben acercándose. No había forma de que los confundiera.

-       Hola – dijo sentándose junto a ella al borde la pileta, se arremangó los pantalones y descansó sus pies en el agua – ¿Vas a pedirle un deseo a alguna estrella? – le preguntó siguiendo su mirada hacia el cielo.

Jo no respondió y soltó un resoplido. ¿Otro deseo? Mejor guardárselo para ella misma.

-       Ok, era un "chiste"... – dijo Ben – Las chicas nos contaron lo del deseo de ayer...

-       Por eso vine a pensar... – él hizo una seña de que se marchaba. Pero a Jo no le gustó esa idea, ella se sentía más tranquila cuando Ben estaba a su lado – No, no, no te estoy echando... Justo estaba pensando que ayer a esta hora más o menos estaba en mi balcón viendo el lucero – señaló una de las estrellas más brillantes en el firmamento – Le pedí un deseo y hoy un monstruo destruyó el colegio. Creo que no voy a pensar más por un rato. ¿No?

-       Bueno, esos poderes nos salvaron – dedujo Ben. Él jamás podía pensar que decía tonterías.

-       No tengo que pensar más, porque cuanto más pienso, las cosas más se complican.

-       ¿Qué cosas? – inquirió mientras empezaba con su hábito nervioso de arrancar el césped.

-       Ben... – le rogó con voz solloza, dando a entender que no quería explicar nada.

Lucero (Lucero Saga 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora