Capítulo 10: "Fuego rojo, sangre roja"

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"No hay razón para llorar ahora
No hay nada que perdonar
Este sufrimiento es mi bendición
La muerte del pecado es la forma en que vivo
¡Quémame viva!"
Burn, In This Moment

El baño del hospital era de color verde oliva claro, tenía una guarda de venecitas en distintos tonos del mismo color. Frente a un inmenso espejo había diez lavados, sobre el borde izquierdo en la pared había un seca manos eléctrico y sobre el derecho papel. Al otro extremo de la entrada, a la derecha del lavado, estaba Cedric con Amy. Ella intentaba enfocar su mirada nublada por lágrimas y fregar las manos de Cedric para quitarle la sangre. Por alguna razón se había impregnado en su piel como pintura y no se quitaba del todo. Ella pulsó el botón del jabón frenéticamente y volvió a refregar las manos de Cedric con más fuerzas.

Ben ingresó, todavía tenía rastros de sangre solo en sus ropas de la pelea y ahora, sobre su brazo derecho, había una mancha que le recorría la parte externa desde la punta de los dedos hasta la manga que llevaba arremangada sobre los codos. Soltó la puerta tras de sí, sin importarle que ésta golpeara con fuerza al cerrar. Observó de reojo a ambos y se situó en el lavado más cercano a la puerta y, por lo tanto, el más alejado de ellos. Al abrir el agua, no pudo evitar quedarse inmóvil viendo cómo el agua diluía la sangre.

Cedric tenía la mirada perdida en el espejo, su cabeza solo podía traerle imágenes de Jo ensangrentada y llorando. De pronto, sintió que algo cálido tocaba su brazo. Era húmedo como el agua, pero no era frío como la que salía del lavabo. Se despabiló y se giró a observar a Amy por el espejo. Ella tenía la cabeza gacha y sus pelos caían de forma tal que no dejaban entrever su rostro.

-       Estás llorando... – susurró Cedric con voz quebradiza.

Amy ni siquiera se molestó en mirarlo ni en negarlo.

-       Perdón – dijo y se sonrió para sí mismo al pensar que era la única palabra que le salía últimamente – yo sigo.

Se apartó delicadamente de Amy y comenzó a lavar lo que quedaba. Miró de reojo y se encontró con la mirada de Ben que también lo observaba de soslayo.

-       Benjamin – llamó Cedric taciturno.

Amy levantó la vista alarmada, tenía los ojos llorosos, no podía contener la angustia que sentía. Ben volvió a fijar la mirada en el agua.

-       Por favor... – susurró Amy con voz quebradiza – no importa si alguien tiene o no la culpa, por favor, basta.

Cedric se quedó a la espera de que Benjamin dijera algo, pero se limitó a cerrar el grifo y encender el seca manos.

-       Solo quiero hablar con él, Amy – le dijo Cedric con una sonrisa un poco torcida – ¿Podrías?

Amy lo miró inquieta unos segundos, pero salió igualmente del lugar. Cuando pasó junto a Ben le dedicó una mirada, pero él la esquivó. En cuanto Amy se fue, Cedric dio dos pasos hacia Ben.

-       ¿Para qué entraste? – preguntó bruscamente justo cuando el seca manos se apagaba – Me refiero a que... no le hice nada Benjamin. Sólo le pedí perdón y ella se puso a llorar – Ben se giró y le dedicó una mirada inquisidora – La quiero.

A Ben se le crispó la boca pero le dedicó una mirada furiosa.

-       De veras, ¿te sorprende que haya llorado? – soltó.

-       No, pero se suponía que debía aliviarla.

Ben inclinó un poco la cabeza hacia abajo y sonrió sarcásticamente.

-       Cedric, déjame decirte algo – dijo lentamente antes de mirarlo directamente a los ojos – Nada de lo que tú puedas decirle la aliviará.

Lucero (Lucero Saga 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora