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Ni siquiera se movió de ahí, el pobre demonio se quedó sentado en la rama, admirando el lugar donde antes estuvo sentado el ángel, a la espera de que este apareciera y se sentara para ver el atardecer

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Ni siquiera se movió de ahí, el pobre demonio se quedó sentado en la rama, admirando el lugar donde antes estuvo sentado el ángel, a la espera de que este apareciera y se sentara para ver el atardecer.

Aquel día no se apareció, ni al siguiente, pero como si aquel dicho fuera cierto, y la tercera es la vencida, aquella tarde un par de alas aterrizaron en aquel parque, con dirección a ese árbol donde siempre se recargaba.

¿El demonio? Revoloteaba sus alas felizmente, no se había movido de aquel lugar en aquellos tres días, con la esperanza de que el bicolor apareciera, sonriendo al ver como el pulcro ser se sentaba para ver una vez más el atardecer.

De nuevo aquella mirada, tan llena de ternura, de nuevo el viéndole fijamente, como si buscara algún defecto en aquel ser.

De nuevo aquella mirada, tan llena de ternura, de nuevo el viéndole fijamente, como si buscara algún defecto en aquel ser

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¿Está mal si te deseo?  •Dabitodo•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora