-¿Está mal si te deseo? -preguntó viendo al ángel al lado suyo, quien se removía incómodo ante lo dicho.
-Si es un deseo impuro, entonces está mal -volvió a encogerse. -¿Para qué me deseas?
-Para estar contigo por toda la eternidad.
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Dabi no podía contener la emoción que albergaba su pecho, por tanto, siempre se escapaba con acciones tan placenteras, dolorosas.
No se quejaba, al contrario, se sentía tan deseoso de poder cometerlas, de poder saborearlas, de gozarlas.
Como en ese momento, en que no podía contener todos los sentimientos que comprimía en su corazón, solo por ver a un ángel caminando hacia su dirección.
No podía contenerlo, y salió corriendo por el verde pasto, y en cuanto estuvo cerca de él, lo envolvió en un abrazo que llegaba a ser asfixiante, y le plantaba un beso en la mejilla tan fuerte, como todo lo que revoloteaba dentro suyo.
Un contacto tosco, fuerte, pero lleno de cariño.
Eso, hasta que no pudo aguantar el horrible ardor que se esparcía por cada zona de su piel que estaba en contacto con el ángel, quien aún seguía atónito ante la muestra de afecto del contrario.
Espabiló cuando escuchó maldiciones, y el cuerpo del contrario cayó al suelo para comenzar a rodar por el dolor de su piel quemarse.
—Mierda, mierda, mierda, mierda —Shoto se acercó rápidamente hasta el cuerpo que se retorcía en el suelo.
Preocupado, abrió sus alas para tapar el sol del rostro bajo suyo, y se inclinó hacia él, solo para verle desde arriba.
No podía hacer más, y era algo frustrante.
—¿Estás bien? —Dabi siseó de dolor, mientras se cubría con las manos la boca, y le miraba a los ojos.
Y el demonio, desde el suelo, solo pudo pensar en lo bonito que se veía Shoto desde ahí, preocupado por acciones, pero anhelante de más contacto.
Irremediablemente feliz.
A Dabi se le salió una risa ronca, Shoto solo pudo observar como sus ojos celestes se achicaban, por culpa de su mano, sin embargo, la apartó y dejó a lucir su piel rojiza por el contacto, y una sonrisa tan perfecta a pesar de tener algunos dientes fuera de lugar.
Oh, y después, sus labios rojizos se movieron sin emitir algún sonido, pero formando una frase que pudo comprender a la perfección.
Te amo
Dabi, por otro lado, pensaba que que no podía tener suficiente de aquel ángel, y se sintió tan avaricioso por querer tener más de él.
Y lo deseó, deseó con toda su alma tener cada fibra de su ser.
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