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Ambos estaban descalzos, mientras caminaban por la arena fría de la playa

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Ambos estaban descalzos, mientras caminaban por la arena fría de la playa.

Ya era de noche, ambos habían tardado dos horas en llegar a aquella playa que era la más cercana, todo por capricho del de cuernos, quien traía en manos dos botellas de refresco, una hoja de papel y una crayola.

—¿Sabes que estás contaminando el mar? —preguntó Shoto, al ver cómo Dabi le extendía una botella, y se sentaba en la arena.

—Todo sería mas fácil si mi deseo ya se hubiese cumplido —bufó, y se dejó caer en la arena al lado del azabache.

La brisa marina les despeinaba el cabello, y la arena se le pegaba a la piel, sin embargo, todo se sentía tan satisfactorio como el simple hecho respirar aire fresco.

Sentía el latir rítmico de su corazón desbocarse, y esta vez cerró sus ojos para disfrutar de la calidez en su pecho, de aquel contexto, de todo a su alrededor.

Su corazón brincó ante la idea de que ambos estaban solos en aquella playa, cumpliendo uno de los "románticos" deseos de un demonio. Frunció el ceño al recordar qué era lo que pasaba, y de cómo no podía evitar seguir encontrándose con él.

El amor no estaba mal, lo sabía. ¿Cómo podía estar mal amar? Dios era amor, el amor movía personas, el amor era todo en la vida.

Sabía el nombre del sentimiento en su pecho, pero no sabía cómo llamar a lo que crecía dentro del demonio... ¿Tal vez lujuria?

Él no sabía qué ocurría dentro del contrario.

Suspiró. Y antes de que pudiera seguir con sus pensamientos, un cosquilleo en su mejilla le interrumpió, una fina caricia plenamente satisfactoria.

Contacto.

Abrió los ojos con brusquedad para ver el brazo lleno de quemaduras extenderse hacia su rostro, e inmediatamente dirigió su mano a su mejilla y se alejo, sin embargo, así pudo visualizar el trozo de hoja causante del contacto, y aquellos ojos mirarle con calma y ternura.

Se permitió respirar otra vez.

—Toma, escribe algo y sella bien la botella —Dabi lo dijo con suavidad, como un susurro, como si aquel momento no fuese lo suficiente íntimo, y quisiera ocultarlo de todos los demás.

Tomó la hoja y la crayola, entonces buscó la mirada del contrario buscando su deseo, pero se perdió en el amor de los ojos contrarios.

—Este ambiente es demasiado romántico —el ángel apartó la mirada de la risa de Dabi ante su comentario, y comenzó a escribir en su papel, metió la nota en la botella y la cerró con su respectiva tapa.

Cuando terminó, Dabi ya estaba parado a unos metros frente suyo, aventando su botella al aire y atrapándola con una sola mano. Se levantó él también, y se paró al lado del azabache.

—Oye —sus miradas se volvieron a encontrar, y no pudo evitar que su corazón se retorciera al ver lo que expresaban los ojos contrarios.

«Te amo».

Lo dijo, con una dulzura que fue imposible que se le nublara la vista y apretara la botella en su mano.

Dabi corrió cuesta abajo por la playa, y una vez sus pies tocaron el agua lanzó el objeto tan lejos como pudo.

Él, aún abatido, corrió y lanzó el propio recordando lo escrito.

Quiero que eso que siente se llame amor.

Tal vez debió agregar el poder tocarle... Así podría lanzarse a sus brazos ahora.

 Así podría lanzarse a sus brazos ahora

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¿Está mal si te deseo?  •Dabitodo•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora