Capítulo trece. Sin ataduras.

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"Now I'm feeling you, breathing slow. Cause baby we are just reckless kids, trying to find an island in the flood. Just turn the lights down low" -Max Schneider, Lights Down Low

Una cena de más de seis platos. ¡De más de seis platos! Pensó Violet a medida que los platos se iban sustituyendo por otros. Había probado previamente parte del menú, pero nadie le había advertido que la cena iba a ser tan abundante. Cuando llegaron al postre, no podía tomar ni una cucharada más. Se echó hacia atrás en el asiento y esperó pacientemente al resto de comensales, que no parecían afectados en lo más mínimo por la comida.

Médéric había optado por sentarse a su lado y, gracias a él, Violet había disfrutado de una de las noches más divertidas desde que estaba en Ángeles. El príncipe soltaba cualquier idea que se le viniera a la cabeza, sin siquiera pensarlo. Cuando Philippa se puso en pie para presentar el segundo plato, una deconstrucción de una receta tradicional de Illéa —carne de vacuno, patatas asadas y salsa de zanahoria—, lo primero que soltó Médéric al oír el nombre fue:

—¿Deconstrucción? ¿Lo han destrozado y lo han vuelto a montar? —dijo al ver la presentación moderna del plato que tenía delante.

Las risas se propagaron por el salón, pues todos creían que bromeaba. Pero tras otras tantas intervenciones, Violet reparó en que no trataba de ser gracioso, sino que realmente estaba soltando lo que se le viniera a la mente, sin filtro alguno.

Tras la cena, llegó el baile. La familia de Sauveterre fue conducida al salón de baile, donde todo estaba decorado siguiendo las instrucciones del segundo grupo. De un modo u otro, Abby había logrado sobreponerse a las exigencias de Emily y había mantenido la gama de colores acordada. Había sillas en las esquinas para sentase, mesas provistas de bebida y comida y un famosísimo cuarteto de cuerda esperando para comenzar la actuación. Junto a ellos, iluminados por las luces de aspecto celestial que había escogido Emily, esperaban otros tantos artistas famosos de Illéa que se turnarían durante la noche para deleitar a los franceses.

—Adelante—pidió Abby cuando todos entraron al salón. El cuarteto reaccionó a su orden y las cuerdas de los violines comenzaron a vibrar.

Violet no tardó en verse acompañada. Aunque había esperado que Justin pidiera bailar a Anne o a Agathe, como solía dictar el protocolo, se dirigió directamente hacia ella. Sin decir una palabra, pero pidiendo permiso con la mirada, tomó su mano y caminó hacia la pista de baile. Violet aceptó de buena gana, disfrutando de todas y cada una de las miradas que caían sobre ella. Notó las manos de Justin alrededor de su cintura y rodeó su cuello con las manos, mirando a sus profundos ojos castaños.

—Pensé que me costaría mucho más sacarte a bailar—bromeó Justin mientras llevaba el ritmo en los pies y Violet se esforzaba por seguirlo.

—Conociéndote, habrías hecho alguna tontería.

—Seguramente—respondió él—. Pero habría valido la pena.

—¿No deberías haber invitado a las princesas? —preguntó ella frunciendo el ceño— Podrían ofenderse.

—Que se ofendan lo que quieran—rio Justin—. Conozco a Anne lo suficiente para saber que no le importa. Y Agathe me ignora bastante, pero se moriría por bailar con Noah. Prefiero mil veces esto.

Violet sonrió y apoyó la cabeza en su pecho unos segundos. Le gustaba bailar con él, incluso aunque a ella no le gustara bailar. Le gustaba estar junto a él, en todo momento, en cualquier situación. A solas, con Justin.

Doble Elección (Mejorada y editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora