Capítulo catorce. Un sacrificio por amor.

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"Love can touch us one time and last for a lifetime" -Céline Dion, My Heart Will Go On

De repente, una luz iluminó el pasillo y dejó pasar una rendija a la habitación. La puerta entreabierta vaciló y se movió, tan suave como un susurro. Resignándose, Violet se separó de Justin. No le hacía ni pizca de gracia despedirse de un momento tan ardiente, tan desenfrenado y que tanto le apetecía compartir con él. Corrió a cerrar la puerta y echar el pestillo.

Se preguntó quién podría haber sido. Digger se había marchado por órdenes de Justin y sus doncellas también estaban dormidas en sus habitaciones. Debían de haber cerrado la puerta, eso estaba claro, pero ¿quién iba a estar merodeando a las tres de la mañana por los pasillos de las seleccionadas? Oyó unos pasos silenciados por la moqueta y se asomó para oír una puerta cercana cerrarse.

Le recorrió un escalofrío al pensar en Noah. Sintió un pinchazo en el estómago con solo imaginárselo pasando junto a la puerta. Se sorprendió a sí misma sintiéndose mal al pensar en Noah.

Volvió a cerrar la puerta y dio media vuelta sobre sus talones. Vio a Justin, tumbado en la cama con expresión preocupada. Las sábanas, al igual que la mitad de sus prendas, estaban en el suelo, arrugadas. Justin estaba descalzo, sin camisa y el pelo hecho un desastre. Si se miraba a sí misma, sabía que encontraría un aspecto similar. Pelo alborotado, descalza, con la cremallera del vestido por la cintura y marcas en el cuello. Regresó a la cama y se sentó al lado de Justin sin decir nada.

Sus respiraciones se habían calmado y el príncipe, sentado, jugueteaba con la esquina de una sábana, sin alzar la vista. Era un libro abierto: El príncipe perfecto saltándose una de las normas más importantes de Illéa: no mantener relaciones sexuales hasta el matrimonio. Por todos era sabido que no todos mantenían esa promesa, pero Justin era el heredero. ¿Tan mal estaba dejarse llevar por la mujer de su vida?

Violet se acercó a él y, tomando su mano, le pidió sin palabras que volviera a tumbarse. Les echó las sábanas por encima y se acurrucó junto a él. Justin la abrazó y besó su sien izquierda.

—No deberíamos...

—No digas nada—lo cortó ella—.

—Pero ¿y si...?

—No quiero saberlo. Quiero quedarme aquí, contigo.

Justin apretó los labios.

Así pasaron una noche de la que ambos se arrepentirían durante mucho, demasiado tiempo.

***

Tres horas. Quedaban tres malditas horas antes de empezar el Report. En el Salón de las Mujeres solo se oía el repiquetear de los tacones y el murmullo de las seleccionadas. Iban de un lado a otro mientras repasaban sus tarjetas de discurso, comprobaban que todo estuviera listo o solo intentaban que no les diera un paro cardiaco. Era la prueba más complicada a la que se habían enfrentado hasta entonces y aquello se podía notar en el ambiente. Ninguna había querido confesar qué expondrían en el Report, por miedo a que otras les copiaran.

—¿Cómo lo vais a comentar? —preguntó Emma mientras ordenaba sus tarjetas— La verdad es que yo estoy bastante segura de mi discurso. Es conciso, va al grano.

—¿De qué trata? —quiso saber Violet.

—Bueno, del castillo—respondió Emma. ¿De verdad? Nunca me lo hubiera imaginado, pensó Violet para sí—. Me he querido centrar en los recursos. Pero no te voy a decir nada más—bromeó Emma guiñándole un ojo.

Doble Elección (Mejorada y editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora