Capítulo quince. El consuelo en la esperanza.

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"Littledo you know how I'm breaking while you fall asleep. Little do you know I'mstill haunted by the memories" -Milly & Tash, Little Do You Know

Las dos semanas siguientes pasaron de la forma más lenta y dolorosa posible. Violet mantuvo su promesa y se alejó de Justin siempre que tuvo ocasión. Lo esquivaba por los pasillos, no le dirigía la palabra salvo delante de las cámaras; y no le dedicó ni una sola mirada. Se aisló en cualquier sitio que le supusiera una barrera contra Justin, pero nada conseguía apartarla de la angustia que sentía cada vez que pensaba en él. Si pasaba el día en el Salón de las Mujeres, tenía que escuchar constantemente la cantidad de nuevas citas que el heredero concertaba, con todo lujo de detalles por parte de Abby y Zhen. Si se quedaba en su habitación, ya fuera leyendo, diseñando o durmiendo, sabía que en algún momento se vería forzada a salir. Si paseaba por los jardines, temía encontrarse a Justin en alguna de sus citas.

La cúpula se convirtió en su único refugio. Nadie salvo Noah sabía dónde se ubicaba y, por tanto, podía desaparecer durante todo el día sin que la fueran a buscar. Era el único lugar donde el estrés parecía desvanecerse un poco. Allí, bajo el cristal de la cúpula, podía gritar, llorar y dormir sin que nadie la oyera. Nadie salvo Noah.

Noah se había convertido en el apoyo incondicional de Violet. Estaba allí. En cualquier momento, en cualquier lugar; siempre parecía estar a su disposición. A Violet estar junto a Noah la tranquilizaba. Era un riesgo pasar mucho tiempo con él, pues aún podía suponer un peligro invisible, pero lograba apartar a un segundo plano la cara de Justin. A Noah siempre se le ocurrían las mayores locuras solo con tal de hacerla sonreír. Violet admiraba su entereza, su habilidad para no rendirse con alguien como ella. Pero también Noah le recordaba constantemente que estaba con él, y no con Justin.

Con los días, el dolor fue haciéndose menos punzante. Seguía doliéndole ver a Justin y no poder sonreír, ni hablar con él, ni abrazarlo. Sabía que jamás la perdonaría y que, seguramente, sentiría un rencor enorme hacia ella, pero podía aceptarlo. Podía aceptar cualquier cosa a cambio de la vida del heredero.

Por su parte, Justin intentaba recomponerse de las calabazas sin precedentes que le había dado Violet. Dolía verla y que no le dirigiera una sonrisa, una palabra, una mirada. Dolía aún más ver a Noah junto a ella, estrechándole la mano y mirándola como si fuera un cachorro abandonado. Verlos juntos sin poder hacer nada, dolía. De puertas para afuera, Justin seguía siendo el carismático príncipe que se veía envuelto en una Selección y que, por tanto, debía continuar con ella. Quedaba a diario con Zhen y con Abby si no tenía mucho trabajo que hacer. Sonreía y buscaba la mano de su acompañante mientras caminaban, pensando constantemente en las cámaras. Para la prensa, era feliz; para sus adentros, era el hombre más desdichado del mundo.

De todos modos, Violet debía admitir que Noah se hacía de querer. No solo se dedicaba a pintar con ella en la cúpula, alejados del ojo ajeno. Preparaba planes, daban largos paseos por caminos privados del castillo, intentaba que a Violet le diera el sol sobre su pálida piel. Un día incluso pidió un permiso especial para salir del palacio con ella.

» Como de costumbre, Violet estaba acomodada en uno de los cojines de la cúpula, con un gran cuaderno de dibujo sobre las rodillas y un lapicero del número dos en su mano derecha. Mirando hacia la estructura de cristal que hacía las veces de techo, trazaba un mecanismo para que esa misma cúpula fuera movible y se pudiera ver el firmamento sin el cristal entre los espectadores y el cielo.

Las puertas chirriaron, dando a entender que Noah acababa de llegar.

—Buenos días, lady Vi—saludó él a la seleccionada presionando un casto beso en su mejilla.

Doble Elección (Mejorada y editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora