Capítulo dieciséis. Un anillo de pedida y una despedida

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"I want someone to love me for who I am. I want someone to need me, is that so bad?" -Nick Jonas & The Administration, Who I am

A la mañana siguiente, sin haber vuelto a tener noticias de los príncipes —que ni siquiera se habían dignado en aparecer a la cena—, Violet recurrió a la única cosa que lograba calmarla y evitar que pensara en anillos o vestidos blancos: La rutina. Las doncellas insistieron en vestirla particularmente elegante durante los próximos tres días.

—No es necesario, de verdad—pedía Violet.

—¡Claro que lo es, Violet! —insistió Adelaide.

—¿Por qué? No voy a estar haciendo cosas diferentes a las que he estado haciendo estos meses.

Peyton se encogió de hombros:

—Digamos que es solo por si algún hombre se cruza en vuestro camino hincando una rodilla—sonrió.

Violet puso los ojos en blanco. La idea del matrimonio, aunque atractiva, se le antojaba tremendamente lejana. Y, para qué mentir, le asustaba un poco solo pensar que estaría casada con alguien sin siquiera haber cumplido los veinte años. El anillo de pedida le pesaba solo con pensar en él.

—Es muy necesario, Violet—continuó Hanna—. Debéis estar impecable. Si os piden la mano habrá fotógrafos. No queremos que os pongáis un anillo en el anular mientras lleváis puesto un chándal.

—¿No creéis que sería divertido? —aventuró Violet con una sonrisita.

—No—respondió Peyton dando un último brochazo a las mejillas de la seleccionada.

Le trenzaron el pelo en un recogido, le calzaron unos tacones altos y, entonces, y solo entonces, la dejaron irse. Violet soltó un suspiro exagerado según salió de su habitación.

—¿Mucha presión?

La voz de Digger le hizo pegar un salto de la impresión. A pesar de saber que estaría apostado junto a su puerta, la presencia de Digger le importunaba desde la amenaza de Abby. Pensar en Digger hacía que pensara en la sala de cámaras a la que la condujo y, con ello, a que Abby pudiera saberlo todo de ella.

—En absoluto—respondió ella echando los hombros hacia atrás.

Digger arqueó una ceja sin comprender la actitud hostil de la seleccionada.

—¿La acompaño a algún sitio? Supongo que querrá estar alejada de todo el jaleo.

—Así es. Me gustaría estar sola.

Sin añadir nada más, Violet desfiló por el pasillo sin despedirse. Digger se rascó la barbilla sin entender qué bicho le había picado, pero lo acusó todo a la presión de la proposición de matrimonio.

Violet subió a la cúpula para terminar el diseño del ayuntamiento, en el que había estado trabajando toda la tarde anterior después de despedirse de Emily y las demás.

—La verdad, no estoy segura de que esta escalera vaya a quedar bien aquí. A lo mejor puedo cambiarla por un ascensor y...—decía, hablando en voz alta. Tenía la vista fija en su cuaderno de dibujos y parloteaba, como cada vez que estaba concentrada.

Entró a la cúpula sin apartar la mirada del cuaderno y se acomodó en la mesa. Solo entonces, cuando descubrió un olor artificial inundando sus fosas nasales, se dignó a levantar la vista.

Doble Elección (Mejorada y editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora