Doble Elección (Mejorada y editada)

Capítulo tres. Una flecha, una visita y una pastilla.

"All you gotta do is close your eyes and visualize. Let's aim high" -John Legend, Aim High.

¿Por qué tiro con arco? ¿Por qué, de todas las disciplinas de deportes reales que existían, Justin había elegido el tiro con arco?

Esas y otras preguntas eran las que rondaban por la cabeza de Violet, que caminaba de una punta a otra de la habitación mientras Hanna y Adelaide la perseguían para terminar de peinarla.

—Quédese quieta, señorita. Así no os podemos preparar—decía Hanna con el cepillo en la mano. Su tono trataba de ser severo, pero se le escapaban risitas cada vez que Violet echaba a andar y no alcanzaba a peinarla. Para ser bajita, era muy rápida.

—¿Prepararme? ¿Para qué? Voy a hacer el ridículo—respondió ella con las manos en alto. Sabía que las cámaras estarían allí, listas para fotografiar su fracaso. Solo de pensarlo, se le revolvía el estómago.

—Pues claro que no—dijo Peyton mientras pasaba la mano por las telas de los distintos vestidos del armario—. El príncipe Justin os ayudará.

—¡Oh, sí! Menuda ayuda—dijo con sarcasmo.

Por lo menos, con las cámaras delante, Violet esperaba que Justin tuviera un poquito más de eso que lo dominaba en los Reports y que lo hacía ver tan confiado. Necesitaba a ese Justin junto a ella.

—¿Qué vestido le sentará mejor?

Violet se paró en seco, chocándose con Hanna. La seleccionada dio media vuelta para encarar a Peyton y a Adelaide, que discutían acerca de su vestido. Meneó la cabeza.

—No pienso llevar vestido—dijo con voz potente—. Quiero unos pantalones. Y una camisa cómoda.

—Pero, señorita, no se preocupe. Para disparar no necesita pantalones. No es como si fuera a montar a caballo o...

—He dicho que quiero unos pantalones.

Las doncellas se miraron entre ellas hasta que Hanna tomó la palabra:

—¿Estáis segura? ¿Pantalones? —Violet volvió a asentir y Hanna se encogió sobre sí misma—. Es que, Violet, no es muy común que una seleccionada lleve pantalones.

Violet sabía que aquello era verdad. Ni siquiera ella acostumbraba a llevar pantalones. Al fin y al cabo, ella se había criado siendo una Tres y, en su casta, los pantalones en las mujeres eran símbolo de poco dinero. Las faldas eran su conjunto favorito. Además, ella nunca se había probado unos vaqueros, pues eran el uniforme de trabajo de los Seis.

—Tampoco es común que yo practique tiro con arco—respondió, dando por zanjada la discusión.

Las doncellas se miraron una última vez y asintieron. Quince minutos más tarde, lady Violet estaba lista con unos pantalones marrones de vestir, un tanto apretados, pero cómodos. También llevaba una camisa verde oscuro y una chaqueta del mismo color que los pantalones, pero de un material al que no supo dar nombre.

Bajó a desayunar al salón, donde todas las miradas se clavaron en ella. Las jóvenes comenzaron a susurrar entre ellas, pero Violet supo ignorarlas con parsimonia. El rey, que acababa de entrar, le echó un vistazo y asintió con una sonrisa. La reina lo imitó y eso tranquilizó a Violet. Si ellos podían darle su aprobación, el resto del mundo también podría.