DOS

2.4K 244 24
                                    

—Si no lo haces tú, lo hago yo.

Era normal que Ino Yamanaka, una de las amigas de Hinata, tuviera la seguridad que a ella le faltaba. Una, porque Ino era hermosa de pies a cabeza, dos, porque ya tenía novio desde el año pasado, y tres porque Hinata era más del tipo introvertida que prefería sentirse cómoda con sus mejores amigos.

—Lo siento, Ino, creo que no podré hacerlo. Nunca hemos hablado, sería extraño que de la nada llegue y le dé un obsequio.

En definitiva, lo era.

Hinata es la alumna ejemplar, seria, reservada, la que en ningún momento cruzaría palabra con alguien como Naruto Uzumaki. No era bueno para ella, eso lo sabía a la perfección ¿quién no? Únicamente le traería problemas, sí, también lo entendía. Además de que no estaba segura de qué reacción tendría él cuando le dijera Feliz día de San Valentín y le diera la cajita con el brazalete. ¿Qué justificación pondría para ello? ¿Qué quería ser su amiga? puede ser, ¿Qué a todos sus compañeros les dio regalo? posiblemente pero complicado.

—Te lo pediría para dárselo a Sai, pero no. Tienes que ser valiente, Hinata, tienes que hablarle si quieres ser cercana a él. A pesar de que no esté de acuerdo con esto, es lo que quieres y sé que te hará feliz saber que él sabe que existes.

—No tengo el valor... creo que lo dejaré para mañana.

—Como quieras. Yo me voy, hoy no puedo acompañarte porque tengo una cita. Nos vemos mañana.

Hinata despidió a su amiga, ya que la pelirrosa extrovertida no asistió ese día. La mañana fue larga, las clases eternas, debía admitir que sin Sakura era un poco aburrido. El tiempo se volvió más lento o ella deseaba que fuera más lento para que no llegara la hora de enfrentar al chico de sus sueños, pesadilla de los demás.

Tenía dudas, ¿qué iba a pasar cuando le diera a Naruto el regalo que tanto se esforzó por encontrar esa mañana? Lo mejor que podría pasar es que sólo agradeciera y ya, porque no era como que de la nada iba a salir con ella o se iba a convertir en su amigo, no.

Por el contrario, lo peor es que él la odiara por avergonzarlo de esa manera, porque, hasta el momento, a Naruto no se le ha visto con ninguna chica, solamente, y muy pocas veces, con Sakura, la novia de Sasuke.

—No estoy lista. Mejor alcanzo a Ino y se lo doy.

Guardó sus libros en la mochila purpura que su primo Neji le obsequió, se levantó para poner a sus piernas a correr esperando alcanzar a su amiga enamorada... pero el sonido del cascabel la detuvo al instante.

Era como el sonido de unas campanas pequeñitas, era como el cascabel que tenía su gato en el collar y que sonaba cada vez que el animalito se movía.

Creyó saber de dónde provenía, metió la mano en el bolso de su abrigo y lo tomó. Era el cascabel negro de la tienda de esa mañana. Lo acercó a su oído y, sin agitarlo, estaba sonando.

Perpleja y desconcertada levantó la mirada. Su sorpresa fue creciendo, incrementándose junto al palpitar de su sangre. Naruto Uzumaki estaba parado en la entrada del salón, viéndola de lejos como estaba paralizada, con la boca ligeramente entreabierta, temblando de repente.

—No puede ser —dijo en voz baja, sin perder el contacto visual con los ojos azules de Naruto—. ¿Es... él?

Fue maravilloso por un momento, fue feliz por un momento, pero fue sólo eso, un momento.

Naruto se acercó a la chica rara que tenía por compañera. Muchas veces lo ha visto antes en otras partes, que la razón deje el cuerpo, pero jamás en un humano. Eso era común de dónde él venía... esto sólo la hacía más rara.

Hinata, se veía como una muñeca de porcelana, sonrosada, con sus ojos bien abiertos y lagrimosos, sus labios ligeramente separados y ese hermoso cabello cubriendo su frente.

—Hola. ¿Sigues ahí? —Se inclinó hacia ella, con las manos escondidas en los bolsillos del pantalón.

Su voz la trajo de regreso. Sonrió y asintió con la cabeza.

—Con permiso —dijo, y rápidamente lo rodeó para irse.

Adiós valentía, se repitió.

—¿Eres Hinata, verdad? —Ella se detuvo, sin darle la cara— ¿No tienes algo para darme? Tu amiga gritona, la rubia, me dijo que tenías algo para mí.

¡Ino! ¡¿Por qué?! ¡Esa traidora!

Hinata se dio vuelta. Metió la mano en su mochila para sacar la caja con el moño café que eligió antes. Sin pensarlo más, sin verlo a la cara, estiró los brazos entregando el obsequio.

Naruto lo agarró y abrió en cuanto lo sostuvo, cabe destacar: sin tomarle mucha importancia.

—¿Una pulsera?

—E-Es un brazalete —No podía creer que pudo responder. Quiso sonreír, lo cual fue fallido porque apenas y podía respirar.

—Ah, ya. ¿Por qué me lo das? —Hinata se sentía sofocada. Era la primera vez que hablaba con él y no se sentía para nada cómoda, al contrario, si sus piernas le obedecieran desde cuando habría salido huyendo de ahí—. Bueno, supongo que no importa. Me gustan los colores.

Volvió a guardar el accesorio en la caja y se lo llevó en la mano. Pasó al lado de Hinata sin decir más.

—Y-Yo... quería decir... Feliz día de San Valentín.

Abrió los ojos al dar la vuelta.

Era claro, él ya no estaba.

Realmente, deseó que no le tomara importancia, pero de cualquier forma que ni las gracias le haya dado terminó con una de las peores mañanas de los últimos dos años.

GUARDIÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora