—Tienes una cara lamentable.
—Igual que tú —respondió Naruto a Obito—. ¿Para qué me quieres? Pude quedarme con Hinata pero no, aquí estoy porque, supuestamente, era extremadamente importante hablar conmigo. Qué es eso tan importante que me impide quedarme con mi chica.
Obito se tomó su tiempo para responder el interrogatorio, mientras pensaba en que le diría e inventar por qué le hizo venir. Sirvió dos copas con vino y una le entregó a Naruto. Se sentó frente a él en la sala de su mansión.
Naruto rodó los ojos completamente fastidiado con la actitud del Presidente. En realidad le hubiese gustado acompañar a Hinata toda la noche, porque algo le decía que no debía dejarla sola. Entonces la llamada urgente del Rey Demonio le arruinó los planes.
Obito por el contrario, sólo cumplía el último deseo de Hinata. Distraer a Naruto el mayor tiempo posible hasta que ella lograra su cometido.
—La Rin de esta época ya falleció —Meneó el vino de la copa y después bebió con tranquilidad—. Lo vi en las noticias esta mañana. La asesinaron.
—Lo siento —respondió fríamente, no obstante Obito sabía que lo decía en serio—. ¿Vas a decirme para que me hiciste venir?
—Naruto...
Obito se inclinó hacia delante, entrelazando las manos.
—Rey Demonio... Hinata, ayer me dijo te amo, y... yo le creí. ¿Por qué sigo sintiendo que estoy muriendo?
—Porque los seres celestiales no lo creen aún. Dicen que las palabras de una joven son nada a comparación de siglos de experiencias y relaciones humano-demonio fallidas. De cualquier forma, ¿por qué te importa? Tú sólo amas a Hinata por el poder del Sí yú ai. Se lo dejaste muy claro.
—Te equivocas —Naruto lo interrumpió, Obito lo miraba con cierta duda en su expresión facial—. El día más frío del año, cuando Haku congeló el tiempo, yo sí fui sincero con ella. Aun si me quitara esta cosa, mis sentimientos por ella no van a cambiar. Ya es tarde.
El Rey Demonio se quedó sin palabras, con la boca ligeramente abierta y los ojos tan abiertos de la impresión y sorpresa. Él conocía a Naruto hace bastante, numerosos años a decir verdad, y Naruto no era un ser que deseara amar y mucho menos a una humana. Era demasiado egoísta como para creer que pudiese sentir amor por alguien.
—Mentiste...
—Sí, le mentí para protegerla. Le dije que no sentiría nada por ella de no ser por el brazalete. No quiero que se aferre a mí y que de una u otra forma idee algún plan estúpido para intentar salvarme.
Obito tragó saliva, carraspeó.
—¿Quieres ver algo interesante, Rey Demonio?
—Muéstrame.
Naruto sonrió de lado. Tronó los dedos y luego abrió la palma de su mano. Una luz brillante y de color amarillo salió de su piel, permaneciendo unos centímetros flotando en el aire.
—¿Es... es lo que creo que es?
—Es un recuerdo. Se lo quité a Hinata cuando era una niña —Cerró el puño, despareciendo la pequeña luz, guardándola, como la había tenido consigo desde hacía ocho años—. Mi error fue salvarla de unos mocosos cuando era una niñita. Debido a eso, ella me llamaba con frecuencia y al principio no me molestó, porque me caía bien, pero luego comenzó a encariñarse y pues... tú sabes que eso no debía pasar. Entonces tuve que robarle una parte de sus memorias. Nos conocemos desde hace tiempo, pero ella no me recuerda.
—Guao —alzó las cejas, sacudiendo la cabeza totalmente incrédulo—, creo que... creo que mi estúpido plan si puede funcionar después de todo.
—¿De qué hablas?
Naruto se levantó del asiento inmediatamente. Con una corazonada latiendo potentemente en su interior, y eso le asustaba.
El Rey Demonio dio un par de vueltas a su alrededor, pensativo. Naruto, al contrario, lucía desesperado por saber lo que Obito había planeado, rogando para que no haya metido a Hinata en eso.
—Sabes, Naruto, la única manera de poder salvar a Rin, es que Hinata nos brinde una demostración de amor verdadero hacia ti. El sacrificio es amor, de eso no hay duda, sólo entonces los odiosos Dioses tendrán que aceptar lo que tanto han negado y se han encargado de hacer pagar —se giró para darle la cara a Naruto—. Fue su voluntad. Ella me pidió que te distrajera, que te retuviera mientras ella...
—¡Qué hiciste maldito...! —Naruto, furioso, se detuvo antes de estampar el puño en el rostro de Obito. Se congeló en el mismo sitio, presionó su pecho, demostrando con gestos cuanto dolor le azotaba en ese instante. Cayó de rodillas con la mirada perdida en la nada.
El Rey Demonio retrocedió lentamente, cauteloso.
Naruto levantó el brazo y, con la otra mano, para su desgracia, lo que tanto había querido pero ahora le causaba terror estaba pasando; pudo quitarse el brazalete.
—Lo hizo —murmuró Obito—. Hinata lo hizo. Ella te salvó, Naruto.
ESTÁS LEYENDO
GUARDIÁN
FanfictionHinata Hyuga, estudiante de preparatoria, buscaba el regalo perfecto para su compañero de clases Naruto. ¿En qué podría afectar un simple brazalete? Hinata descubre la respuesta el día siguiente de San Valentín, cuando Naruto Uzumaki se presenta ant...