Un pasillo grande. Cuadros con pinturas de personajes importantes en las paredes. Personas vestidas con trajes formales, los hacían ver tan profesionales como sus expresiones serias. Guardias de seguridad en cada puerta. Hinata sabía con exactitud en donde estaba y a dónde se dirigía; el despacho del Presidente.
—¡No puedes entrar así! ¡Nos van a encarcelar!
Casi arrastrándola de la mano, Naruto la llevaba por los pasillos. Los guardias de seguridad no le tomaban importancia a ellos, y eso era muy raro. Siendo el lugar más custodiado del país era extraño que no tomaran ni sus nombres, sólo vieron a Naruto y lo dejaron entrar.
Naruto no tomó importancia a lo que Hinata decía, aún tomando y jalándola de la mano, empujó con fuerza la gran puerta doble.
Adentro un hombre sentado frente a un escritorio sólo levantó la cabeza. Hinata se soltó de la mano de Naruto y en seguida se inclinó hacia el frente, haciendo una reverencia al ver que se trataba del Presidente Obito Uchiha.
—Ah, eres tú. Te he dicho que toques antes de entrar —dijo, luego volvió a poner sus ojos en los papeles que estaban sobre la mesa.
—Levántate —rezongó Naruto a Hinata con la voz áspera. La tomó del brazo y la obligó a enderezarse. Después se dirigió a Obito—. Tú sabías qué es esto, y aun así no impediste que me lo pusiera.
—Tengo mucho trabajo, Naruto. Vuelve más tarde.
Naruto se acercó a zancadas fuertes hasta el escritorio, lo agarró de una esquina con una sola mano y lo aventó hasta el otro lado de la sala. Hinata se quedó estática, si por ella fuera desde que puso un pie en el estacionamiento hubiera corrido lejos de él.
El Presidente Obito suspiró fuerte, sin embargo, no parecía molesto.
Naruto se inclinó hasta estar cerca de su cara.
—Te recuerdo que por tu culpa estoy atrapado en este asqueroso mundo.
—Me lo has repetido los últimos trecientos años, cómo podría olvidarlo.
—Entonces devuélveme el favor, y dime cómo me quito esto —elevó el brazo en el que portaba el brazalete, con la mano libre lo tomó de la corbata.
Obito permaneció en silencio. Miró sobre el hombro de Naruto a Hinata, temblando, sujetándose el pecho, con esa mirada de preocupación que había visto antes muchas veces.
—¿Esa es la chica? Es muy linda, deberías agradecerme.
—¡Ya sé que es linda! ¡¿Crees que no lo he notado?! —lo soltó bruscamente—. No quiero estar enamorado, no quiero terminar como tú.
¿Terminar como tú? Pensó Hinata, ¿siendo un hombre importante, el Presidente de una nación? ¿Qué de malo podría haber en eso? El sueño se iba tornando cada vez más extraño para ella.
—Ese fue un golpe bajo, zorro.
—Escucha, Rey Demonio, la babosa dijo que la única forma de quitármelo es que Hinata muera... no quiero que muera. Dime que hay otra solución.
—Tsunade puede ser una sucia embustera, pero esta vez dijo la verdad. La única manera de quitarte el Si yú ai, es que el portador muera. O hasta que los de arriba se enteren de tu amor por la humana y tomen sus medidas drásticas.
—¿Por qué sigues vivo? —preguntó de repente—. Tú te enamoraste de una humana, los Dioses te castigaron... debiste morir para siempre, sin embargo estás aquí.
Obito se levantó, apartó a Naruto y caminó hasta Hinata que seguía de pie cerca de la puerta de la oficina.
—Créeme, Naruto, es mejor que muera.
Hinata observó los ojos de Obito, ella podía percibir y ver con claridad la tristeza que cargaba en ellos, y muy seguramente en su corazón. Esa mirada oscura no mentía, algo andaba mal con él, es como si en verdad estuviera sufriendo.
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GUARDIÁN
FanfictionHinata Hyuga, estudiante de preparatoria, buscaba el regalo perfecto para su compañero de clases Naruto. ¿En qué podría afectar un simple brazalete? Hinata descubre la respuesta el día siguiente de San Valentín, cuando Naruto Uzumaki se presenta ant...