ONCE

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Hacía frío. Estaba tan helado que podía ver el vapor de su aliento salir con cada exhalación. La bufanda roja, los guantes y la gabardina le ayudaban a mantener el calor, pero más que eso, era el momento, la situación en la que estaba.

Reconocía si podría tener el valor de escuchar la respuesta de Naruto. Si bien al principio se juró a ella misma que la respuesta no le iba a afectar, porque si Naruto se negaba a quererla, era mejor para él. Pero ahora, podía sentir todo lo contrario.

Era egoísta de su parte querer escuchar una respuesta favorable, y siendo consciente de que era casi imposible.

—¿De que querías hablar?

Naruto estaba frente a ella. Hinata cubrió su boca con la bufanda por la ráfaga de corriente helada que recibió. Quizá era Haku animándola.

—Es raro que me citaras a estas horas de la noche, con este frío, y justamente en el puente de los candados —Naruto tomó uno, leyó dos nombres escritos en él y lo dejó. Donde las parejas que se juraban amor eterno iban a cerrar sus candados en la barandilla del puente.

Justo en ese momento, la luz de la luna comenzaba a hacerse visible desde las montañas lejanas de la zona. El clima helado cesó, el aire dejó de correr, era el momento indicado.

—Naruto... —tragó saliva para aclarar su garganta—. Y-Yo, ¿te parezco bonita?

Hinata miraba el rostro sereno de Naruto, nada en él había cambiado hasta el momento.

Al instante se arrepintió de la pregunta, pues ese no era el objetivo. Rogó para que Naruto respondiera antes de los treinta segundos.

—Sí —dijo seriamente. Hinata lo miraba aún más expectante, con su corazón acelerándose rápidamente—. Eres hermosa... y te amo, Hinata. Te amo como no tienes idea.

Dos segundos después, la nieve comenzó a caer del cielo.

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