—¿Naruto viene contigo?
Hinata respingó al escuchar a su espalda la voz de Obito. Dio media vuelta mientras apartaba la gabardina de sus hombros y la ponía sobre el perchero de la entrada.
—No. Vengo sola.
Obito asintió haciendo una mueca de curiosidad. Caminó hasta la sala de la mansión, Hinata iba detrás de él.
—Toma asiento, por favor —Hinata se sentó frente a él, entrelazando las manos sobres sus rodillas juntas, mientras Obito cruzaba una pierna sobre la otra, completamente cómodo con su presencia—. Ahora dime, ¿de qué quieres hablar? Me alertó tu mensaje, supongo que es algo importante relacionado con Naruto.
—Sí. Verá, Rey Demonio, yo hablé con él, como dijo su amiga Haku.
—¿Funcionó? ¿Supiste los verdaderos sentimientos de Naruto?
Hinata bajó el rostro, con esa expresión afligida que no podía esconder.
—Creo... creo que sí.
—Naruto... —tragó saliva para aclarar su garganta—. Y-Yo, ¿te parezco bonita?
—Sí —dijo seriamente. Hinata lo miraba aún más expectante, con su corazón acelerándose rápidamente—. Eres hermosa... y te amo, Hinata. Te amo como no tienes idea.
Dos segundos después, la nieve comenzó a caer del cielo. Hinata se percató de esto, pero si bien no estaba segura de sí Naruto respondió dentro del tiempo acordado, en el que no podía mentir, su alegría por la respuesta de él no se dejó esperar. Sonrió tan grande que se avergonzó al instante.
—¿Lo-lo dices en serio?
—¿Eso importa? Es lo que querías escuchar ¿no? ¿Ya estás feliz?
—¿Qué? —La alarma de alerta interna se disparó desde sus oídos hasta su corazón. La expresión
—Dije que eso es lo que querías escuchar. Le dijiste a Haku que congelara el tiempo para saber mis verdaderos sentimientos, y pensé que sería más conveniente decir lo que tú esperabas. ¿De verdad creíste que yo iba a sentir algo real por ti?
Hinata se tambaleó, se sujetó del barandal del puente y debido a eso el sonido de los candados la hizo voltear, justo a donde deseaba poner el de ella y Naruto, cosa que ahora no estaba tan segura. Sintió un dolor en el estómago que le recorrió hasta el pecho. ¿Fue mentira? ¿En realidad no siente nada por ella?
—Mentiste... —dijo en voz baja, sin la valentía de mirarle a los ojos.
—Sabes que el brazalete me obliga a sentir esto que no quiero. ¿Por qué debería enamorarme de ti si no fuera por esta porquería? ¿Crees que me gustaría morir sólo porque me enamore de una niña absurda y sentimental? Por favor, Hinata, pensé que eras más inteligente.
Hinata tragó la espesa saliva que se acumulaba a medio camino de la garganta. El frío le comenzaba a calar más en sus huesos, mucho más que antes.
La nieve seguía cayendo, tomó el tema como una salida.
—Y-Yo, me te-tengo que ir.
Cubrió medio rostro con la bufanda antes de dar la vuelta y alejarse entre las gotas sólidas y blancas que comenzaban a cubrirlo todo.
Naruto sopló cuando ya no podía ver su figura escabullirse entre la gente. Puso su mano en la frente, al momento una textura extraña sobre su piel le llamó la atención. Fijó su atención en ambas manos abiertas y cubiertas de sangre. Sangre debido a sus propias uñas largas y filosas clavándose hasta la epidermis mientras mentía a Hinata sobre la situación, mientras la veía sufrir en silencio y él le decía que en realidad no la amaba.
—Ya veo...
Obito se puso de pie, rodeó la mesa de centro hasta alejarse un poco de Hinata, después se detuvo dándole la espalda.
—Por eso, le pido su ayuda, Rey Demonio. Quiero liberar a Naruto, no quiero que muera por mi culpa.
—Te entiendo. Tenía una esperanza de que tú te enamoraras de él.
—¿No lo estoy?
—No. Hablé con los de arriba y ellos no están convencidos de un supuesto amor de tu parte. Entonces, la única salida que tienes, bueno, la conoces.
—Lo sé. Quiero hacerlo.
Obito volteó abruptamente, pues no esperaba esa respuesta, tampoco la seguridad y rapidez con la que lo dijo.
—¿Estás segura, Hinata? ¿Estarías dispuesta a morir por salvar a Naruto?
—Sí... Todo esto es mi culpa, no podría soportar que... —Hinata calló. Limpió con la manga de su suéter las lágrimas que habían salido de sus ojos—. Por favor, no se lo diga a Naruto.
—Claro que no. Si él se entera, hará hasta lo imposible para impedirlo, por órdenes del Si yú ai.
Hinata sintió sin levantar la cara.
Obito caminó hasta la estantería se trofeos y medallas, hizo algunos objetos a un lado hasta alcanzar una pequeña daga. La sacó de la funda y la probó del filo con la punta de su dedo índice. Se pudo ver reflejado en ella, también admiró el tallado del mango y los símbolos inhumanos que la adornaban.
—Si lo vas a hacer, hazlo bien. —entregó la daga a Hinata, ella la recibió—. Es un objeto sagrado, fue un regalo de los Dioses cuando decidí redimirme. Clávala directo en tu corazón, tu muerte será rápida y sin dolor. Y te prometo que los seres celestiales se enterarán del grave error que cometieron con los humanos y demonios.
—Bien, lo haré. Pero, necesito un último favor.
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GUARDIÁN
FanfictionHinata Hyuga, estudiante de preparatoria, buscaba el regalo perfecto para su compañero de clases Naruto. ¿En qué podría afectar un simple brazalete? Hinata descubre la respuesta el día siguiente de San Valentín, cuando Naruto Uzumaki se presenta ant...