TRES

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"No voy a poder asistir hoy... creo que Sakura me contagió la gripe"

—No.

Borró el mensaje de texto para Ino, por novena vez.

Se rindió, no tenía caso. Después de todo tarde o temprano tendría que afrontarlo. A pesar de que a Naruto no le importo del todo, ella no podía ni imaginar verlo a la cara sin que esta se le cayera de vergüenza antes. Faltar a clases no iba a resolver su problema, tal vez posponerlo, y no sirve de mucho.

Resignada se sentó frente al espejo del tocador. Tomó el cepillo y lo pasó sobre su lacio y largo cabello. Puso algo de brillo labial, claro que para hidratar sus labios, por último roció un poco de perfume a fresas. Dejó el cepillo de cerdas delgadas sobre la mesa. Volteó rápidamente detrás de ella, porque su subconsciente le dijo alguien está contigo y te está mirando.

Miró hacia la ventana y nada, hacia la puerta del baño y nada.

Se levantó y se fue directo al ropero para tomar el suéter y ponérselo.

Era curioso, porque cuando estaba en la ducha tuvo que apartar la cortina en más de una ocasión, por la misma sensación de que alguien estaba con ella. Cuando se puso su ropa interior y después el uniforme volvió a sentir lo mismo.

—No más preocupaciones —se dijo, cuando agarró la mochila y salió de su habitación.

{...}

—¡Hinata!

—Kiba, Shino, buen día —Saludó a sus amigos cuando la alcanzaron en la entrada de la escuela.

—Nos enteramos de que por fin te declaraste a Naruto —Kiba la rodeó sobre sus hombros con su brazo para acercarse y hablarle al oído. Hinata de inmediato, y con la cara colorada como de costumbre, se apartó ágilmente.

—¡N-No me de-declaré!

—Ino dice lo contrario. —¡Otra vez Ino! Más tarde tendría otra charla con ella sobre respetar el código de amigas—. Bueno, tenemos mucho tiempo todavía. Shino, acompáñame a la maquina por un jugo. Hinata, nos vemos en el salón.

—Sí. —Hinata sonrió y se despidió temporalmente de ellos.

Subió las escaleras hasta el segundo piso. Llegó a su salón, el 2-A, que al principio pensó no había llegado nadie aún.

Apenas cruzó por la puerta cuando alguien la tomó de los brazos, obligándola por la fuerza, y muy dolorosamente, que su espalda se estrellara contra la pared cercana.

Abrió los ojos asustada, pero el susto fue lo de menos, cuando vio a Naruto tan cerca de ella estuvo a punto de desmayarse. Lo que la mantuvo cuerda fue el miedo que recientemente se incrementaba al verlo tan enojado.

—¡¿Qué me hiciste?! —le gritó en la cara.

—Y-Yo, n-no entiendo.

Un golpe fuerte con el puño impactó a su lado, atravesando la pared. Si no fuera testigo, no podría creer que Naruto Uzumaki poseyera una fuerza sobrehumana.

—¡No te hagas la tonta! —Hinata temblaba, su voz ya no salía de su garganta—. ¡Maldita sea, aun asustada te ves hermosa!

—¿Ehh?

Naruto respiró lentamente una vez más, porque al parecer la chica rara no tenía idea de lo que hablaba, y en sus cientos de años de vida había aprendido a adquirir algo de paciencia con seres como ella.

—¿Qué es esto? —levantó el brazo, dejando frente a ella su muñeca.

—N-No lo sé.

—Tú me lo diste ayer, no me digas que no sabes.

Hinata no mentía. Lo que llevaba puesto era un brazalete con forma de enredadera de espinas, al parecer de oro, muy preciosos por cierto. Pero era claro que ese no era el brazalete que le regaló la mañana pasada.

—Cr-creo que me confundes... y-yo te di otro...

—¡Es el mismo! —Volvió a gritar, Hinata se aterró más—. Maldición —se lamentó, recargando su frente en el pecho de ella. Hinata obtuvo un fuerte rubor, mas no lo apartó—. Quiero matarte y besarte al mismo tiempo... ¿qué me hiciste?

—No entiendo.

—Lo que quiero decir... —Levantó la cabeza para mirarla fijamente a los ojos perla— es que, siento que te quiero. Hinata, estoy locamente enamorado de ti.

GUARDIÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora