NUEVE

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Era perfecto, y ahora comprendía el por qué.

Naruto no era humano. A lo mejor siempre lo supo, porque no podía existir un ser tan perfecto como él. Su rostro, sus ojos, sus labios, su cabello, su cuerpo, todo encajaba de maravilla.

Verlo dormir, definitivamente, lo hacía todavía más hermoso. Poder sentir en su cara el aliento cálido que salía de su boca ligeramente abierta, inhalando y exhalando cuantiosas cantidades de aire, haciendo que su pecho se moviera al compás, le hacía sentir que en su interior algo brincaba alegremente.

No era amor, se repetía una y otra vez. Porque si lo fuera, él no estaría condenado, no hubiera sufrido tanto dolor como esa tarde.

Tocó gentilmente su mejilla, justo donde estaban esas extrañas líneas que podía apreciar con más detalle mientras profundamente dormía. Se sentía culpable, y más que eso, triste, porque él no podría soportar por mucho tiempo más. De eso estaba segura.

—Perdóname, Naruto... yo, voy a terminar con tu amor —habló en un susurro, lo suficientemente bajo para no despertarlo. Un par de lágrimas salieron al mismo tiempo, y rápidamente las limpió con la manga del suéter.

¿Cuál era el motivo por el que deseaba salvarlo?... ¿Por culpa? ¿Lástima? No lo sabía con exactitud, pero por amor, sí que no era.

Se obligó a cerrar los ojos, y comenzó a recordar.

Las mañanas habían sido diferentes, y que sean diferentes era debido a los constantes mensajes de Naruto a Hinata.

¿Y si nos escapamos ya?

9:59 a.m. ✔✔

No —respondió rápidamente por mensaje de texto. Segundos después su teléfono emitió una pequeña vibración.

Hinataaaa~ ya no quiero estar aquí, ¿sabes lo horrible que se siente ser un estudiante desde hace casi un siglo? Es aburrido 🙄 prefiero las citas

10:00 a.m. ✔✔

Sólo si son contigo

10:00 a.m. ✔✔

Apenada, bajó el teléfono cuando terminó de leer antes de que el profesor pudiera darse cuenta de que estaba mensajeando durante su clase. Durante esa semana el salir juntos se había vuelto costumbre, algo que los dos disfrutaban.

—Me alegra que cambiaras de opinión —Después de que el texto se enviara apagó el móvil. Pues los persistentes mensajes de Naruto la distraían y posiblemente la hubiesen metido en problemas.

Todo marchaba bien. A pesar de que el Rey Demonio y Tsunade afirmaban que el estar enamorado le traería un enorme problema a Naruto, Hinata no veía que nada de eso sucediera. Es más, tenía la pequeña esperanza de que lo que sentía por el fuera, efectivamente, amor, y así pudiera terminar con esa terrible maldición.

Lo peor vino después, luego de un bello día de paseo por el parque y comer helado.

—Entonces, ¿por qué un poderoso demonio terminó siendo un chico de diecisiete años?

—No siempre fui lo que soy ahora. Cuando me desterraron por culpa de Obito, me mandaron aquí, sin ninguna otra atadura. Viví mi vida como yo quería, hasta que robé algo que no debía y como castigo me convirtieron en esto y me obligaron a asistir a la escuela. Ahora que lo pienso, he estado en muchas, hasta me sé las materias de memoria.

—¿Qué robaste?

—Una botella de licor, al parecer era sagrada o algo así. Lo que sea, eso los hizo molestar mucho.

GUARDIÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora