En un lugar de aquel gran mundo, donde varios países Vivían en paz y en democracia había un gran país, Renark.
En alguna parte de aquel país, dentro de una gran ciudad, había una chica sentada en un banco dentro de un museo. Aquella chica de cabello naranja estaba muy concentrada observando un cuadro llamado "La última batalla" donde estaban pintados el caballero blanco (Yamilet) y el caballero negro (Daw) peleando a muerte durante aquella batalla.
Al poco tiempo, un chico de cabello azul alborotado se sentó en la misma banca que ella y empezó a observar el cuadro.
-¿Te gusta la historia?- le pregunto el chico.
-Creo que sin historia no seriamos nada-
-Aunque a veces esta puede ser errónea-
-¿Y cómo estas tan seguro?-
-Solo mira el cuadro, ambos sabemos que ellos dos no tenían esa mirada de odio antes de morir-
-No, ellos realmente estaban tristes y felices cuando murieron-
-¿Sabías que antes de ellos hubieron otros caballeros blanco y negro?-
-De algo me entere-
-Ambos caballeros eran amigos, pero cada historia tuvo su final-
-La era de los caballeros fue mi favorita-
-También la mía. Es como si hubiera vivido la vida de aquel caballero-
-Yo también tuve una vida cómo ella-
-A cada lado al que voy me dicen que me parezco a aquel príncipe-
-No eres el único. Muchos dicen que soy como ella, física y mentalmente-
-Al menos dicen que eres la buena-
-*risita* Y dime, ¿te gusta esta época con todas sus tecnologías?-
-Siempre existirán los pro y los contra-
-Y siempre existirán- luego se levantó y le tendió la mano -¿Te gustaría tomar un café?-
-Por supuesto-
Él la tomo y se levantó. Ambos caminaron a un café y sentados uno frente al otro pidieron su café y empezaron a beberlo.
-Jamás pensé que te volvería a ver, caballero blanco-
-Yo tampoco, o por lo menos no vivo-
-Me alegra verte, Yami-
-Igual me alegra verte, Daw. Y dime, ¿Cómo sabias que estaría aquí?-
-Un sueño. Ayer, mientras dormía, una voz me hablaba y me dijo que viniera. Me dio la dirección y la hora.
-A mí me paso lo mismo. Dirección y hora, y aquí estoy-
-¿Y cómo te ha tratado la vida?-
-Realmente bien, durante mi infancia siempre quise sentir un abrazo de mis padres-
-¿En tu vida pasada paso algo?-
-Mis padres me abandonaron-
-*escupe el café* Yo lo...-
-Un guardia me cuido como su hija y, aunque era muy estricto, siempre estuvo presente cuando lo necesite-
-De verdad, no sabía lo que pasaste-
-No te preocupes, además, tu tuviste una buena familia. Una mamá reina, dos padres reyes, y una tierna hermana-
-*avergonzado*-
-¿Y qué me dices tú?-
-Bueno, yo...-
-¿Un café especial?- dijo un mesero poniendo dos tazas frente a ellos -La casa invita-
-Gracias-
-*mirando a Daw* ¿Y qué me ibas a contar?-
-¿Te acuerdas de nuestras espadas?-
-Por supuesto-
-Investigue y resulta que eran las espadas de nuestros antecesores-
-¿Hablas de los antiguos caballeros blanco y negro?-
-Sí, y por razones obvias las espadas nunca se llevarían bien-
-Eso realmente aclara una gran duda- luego le dio un gran sorbo a su café -¿Y a ti? ¿Cómo te ha ido?-
-Bien, creo que he vivido una vida normal hasta ahora. Padres, amigos,... problemas-
-Espero que ninguna novia-
-Ninguna. Únicamente te amo a ti, y me alegra saber que valió la pena esperar 25 años-
-¿Sabes? Apenas tengo 23 años-
-Entonces es como si nada hubiera cambiado- luego tomo las manos de Yamilet mientras ella sostenía su taza. Ambos se sonrojaron pero Daw no aparto sus manos.
-Tú no has cambiado, siempre actúas y luego piensas-
-Lo sé-
-Eso es algo que me gusta de ti-
-Y tú siempre te sonrojas cuando te dan una muestra de cariño-
-...-
-Eso es algo que me gusta de ti-
-¿Más café?- pregunto el mesero.
Ambos separaron sus manos y con una sonrisa en el rostro aceptaron.
-¿Te acuerdas del amuleto?-
-Claro, ¿por?-
-Mira- luego saco de su blusa un collar. Este era muy parecido al antiguo amuleto -Lo vi en una joyería y me acorde de aquel amuleto y lo compre para recordarlo-
-Realmente se parecen-
-Lo sé, y cada vez que lo veo me acuerdo de ti-
En ese momento, Daw no supo contestar y Yamilet soltó una pequeña risita cuando lo vio confundido.
En otra mesa había un grupo de amigos divirtiéndose y atrajo la atención de ellos dos.
-¿Aun te acuerdas de nuestros amigos?-
-Cómo olvidarlos, en especial a Xarot-
-Si, él fue todo un misterio. Jamás sabíamos que era lo que planeaba hasta hacerlo-
-Fueron muy buenos tiempos-
-¿Aunque sabes? Me hubiera gustado verlos por última vez, solamente para despedirme correctamente de ellos-
-*triste*-
-¿Tú no quisieras verlos una vez más?-
-Sí, pero no sería capaz de verlos de nuevo después de lo que hice-
-Descuida, ellos sabrían que realmente estas muy arrepentido-
-¿Eso crees?-
-Definitivamente-
Eso dibujo una sonrisa en el rostro de Daw y Yamilet se limitó a acariciar su mejilla de la manera más cálida posible.
-¿Más café?- pregunto el mesero frente a ellos.
-No gracias, solo la cuenta-
Él hiso un gesto de haber entendido y se retiró.
Una vez llegada la cuenta, ambos pagaron y salieron a caminar.
Mientras paseaban, los dos contaban algunas de sus nuevas aventuras en esa vida y reían juntos.
Caminaban por todas las calles tomados de las manos y mientras más caminaban más extrañados los miraban las demás personas ya que, aunque a simple vista ellos parecían dos personas normales, cada cristal, espejo, ventana y charco de agua, solo podían reflejar a dos caballeros, ella con una armadura plateada y brillante, y a él con una armadura oscura reluciente.
En la sima de uno de los edificios más altos se encontraba aquel mesero, quien tenía en sus manos un orbe de cristal donde observaba a Daw y Yamilet.
-Por fin llegaron, caballeros. Me alegra saber que volvieron- luego empezó a transformarse hasta convertirse en el rey demonio.
Empezó a avanzar poco a poco hasta la orilla del techo.
-Con su muerte trajeron la paz a este mundo y a este reino. Vivieron una vida como caballeros del destino, ahora les toca vivir la vida que no pudieron disfrutar-
Él llego hasta la orilla del edificio y se paró al borde de la caída.
-Daw y Yamilet, tal vez no me estén escuchando pero ahora los libero de su destino para que puedan tener una vida feliz. Les deseo suerte, caballeros-
Él empezó a presionar el orbe entre su mano y poco a poco este empezó a fragmentarse hasta el punto en el que se rompió y se volvió polvo de cristal, y una pequeña ráfaga de viento empezó a esparcir todos los fragmentos por toda la ciudad, llenando aquel cielo naranja de atardecer con brillos morados, creando la más hermosa vista del cielo y marcando el final de aquella gran aventura.
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Dark Casttle.
FantasyEn un mundo de criaturas fantasticas donde existen dragones, aparece un caballero dispuesto a rescatar a la princesa secuestrada por el imperio oscuro. Sin embargo, esta historia no es la tipica historia donde el caballero salva a la princesa y son...