Capítulo 3.

2.6K 174 6
                                    

9:40 p.m.

¡He dicho que todo está todo bajo control!— Un furioso León Carvajal resonó por todas las esquinas de la mansión Carvajal.—Jhonny Corona no podrá tocar a nadie de esta familia.

—¿Ah, sí?— preguntó Lucia, esposa de León.—Jhonny es muy peligroso, León. Logró escapar de la policía con más seguridad de México.— Dijo preocupada acercándose a su esposo.— No lo sé, tengo miedo, de lo que podría hacernos.

León caminaba de un lado a otro, colocando la mano en su barbilla. Comenzaba a sudar y el traje no le favorecía.

-De eso me encargo yo, no podrá tocar a nadie. Sé que el busca venganza y temo decir que no la obtendrá—. Susurró apretando los puños.

El timbre de la casa sonó interrumpiendo su plática.

—Silvina, ¿podrías abrir por favor?— ordenó Lucía dirigiéndose a la cocina. La señora Silvina hizo caso abriendo la puerta.

—¡Papá! He llegado, traje a alguien especial.— gritó Valentina desde la puerta dándole una sonrisa al igual que Juliana quien ya la conocía.

Silvina miró el tanque de oxígeno de Valentina y se sorprendió al igual que Juliana en la heladería, miró a la morena quien rápidamente se encogió de hombros. Por su puesto que Reyna le había entregado los papeles sobre la enfermedad de Valentina a Juliana, pero ella los había arrojado a la basura.

—Hija, qué bueno que estás aquí—. Saludó su papá con un beso, rápidamente miró a Juliana, la única hija de Macario Valdés—. ¿Juliana?

—Esperen, ¿ya se conocen?— una Valentina confundida miró a los dos quienes sonreían levemente.— No entiendo nada.

—Eres hija de El Chino, verdad?— León preguntó sentándose en un sillón. Juliana asintió, claro que conocía al hombre.— Asombroso, me encanta la idea que seas amiga de mi hija—. Sonrió.— Tengo que ir a descansar, nos vemos después, buenas noches señoritas.

—¿Tú lo sabías? Que tu papá y el mío se conocen...— Valentina pregunto con el ceño fruncido, Juliana se encogió de hombros restándole importancia.— Bien, es raro pero me alegra un poco saberlo. Creo que nos veremos de vez en cuando—. Le dio un leve empujón con el hombro riendo levemente.

—Eso sería un placer, Val— confesó la castaña.

—Sabes, es realmente lindo el sentimiento de conocer a alguien y cuando realmente lo conoces, sientes que ha sido tu amigo de toda la vida, no había conocido a alguien como tú— sonrió acariciando su mentón.— Yo creo que eres genial Juliana, y muy especial.

—Yo también pienso que eres genial y más que especial. Gracias por hoy, prometo pagarte el helado después.— se levanto del sillón acomodando su bolsa en su hombro—. Ya es demasiado tarde, debo ir a casa.

—No, espera.— se acercó a Juliana—. Hazme un favor, acompáñame a mi cuarto, necesito apoyarme en alguien.— confesó apenada.

Juliana tomó a brazo y la guió a las escaleras, apoyándose suave en el primer escalón, el brazo de Valentina impedía ver cuál era el siguiente escalón para Juliana.

—Cuidado.

Después de varios minutos de esfuerzo, lograron llegar al cuarto de Valentina, Juliana miró detalladamente sus cosas, tenía una gran cama al centro y a lado su escritorio con su computadora, del otro extremo de la cama, habían tanques de oxígeno y un carrito de hospital para sus medicinas, enfrente de la cama había un gran espejo con luces en él, y a los lados unas enormes ventanas que daban vista a su patio, tenía dibujos pegados y un gran clóset con sus horarios de medicamentos.

Cámara Oculta- Juliantina. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora