Capítulo 18.

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—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas ta... mierda—Guille soltó su teléfono al ver el estado de su hermana, se acercó a Juliana y tomó en brazos a Valentina, la recostó sobre la cama—Dame sus pastillas, las moradas... están en su cajón—ordenó.

Juliana las buscó y se las entregó, su mano temblaba. Valentina comenzaba a ponerse morada de la cara.

—¡Llevémosla a un hospital! Mírala—gritó Juliana tomándose la cabeza con las dos manos y respirando pesado—Guillermo, vámonos, ahora mismo—tomó a Valentina y la cargó.

Guille abrió los ojos sorprendido por la fuerza de la morena, asintió y bajaron las escaleras rápidamente pero con cuidado sin tropezar.

—¿Pero qué pasó?—Silvina vio a Valentina con sorpresa—¿Se ha desmayado?—la tocó de la frente, los dos asintieron—Vamos al hospital, o se pondrá peor. Le diré a Tiberio que los lleve, corran, corran—se apresuraron.—Yo le avisaré a la señora Lucia.

Juliana seguía cargando a la castaña, sus piernas comenzaban a temblar pero eso era lo menos importante, corrió a la camioneta y subió con ayuda del pelinegro, Tiberio llegó y se puso en marcha dirigiéndose al hospital.

—Val, Val—susurraba Juliana, apenas y la ojizaul mantenía los ojos abiertos.—Tranquila, ya vamos a llegar—la veía con una sonrisa.

—¿Estaba sola?—preguntó su hermano, la morena asintió—¿Dónde estabas tú? Creí que te habías quedado en su cuarto—se encogió de hombros.

—Fui a buscar agua—respondió secamente, creía que Guille la estaba culpando.—Cuando llegue, ella estaba así... tirada en el suelo, cuando vi su cara, tenía sus tubos de respiración—miró hacia la ventana—no sé qué pudo haber provocado esto...

Después de 5 minutos que fueron los más largos de la vida para Juliana, habían llegado a urgencias. Los paramédicos vinieron por Valentina en una camilla y se la llevaron, Juliana suspiró al ver que estaba en buenas manos pero todavía había algo en su pecho, un hueco, quería verla.

—¿Crees que le vaya bien?—preguntó la morena al chico, el sonrió.—¿Por qué sonríes?

Guille la guió para que tomaran asiento, el se paró por un café y se lo entregó a Juliana quien sonrió tímidamente aceptándolo susurrando un leve gracias.

—Ella ya ha estado así, casi siempre—confesó el hermano tomando un sorbo—hace mucho que no le pasaba, de repente sus pulmones dejan de absorber el aire, es muy tétrico—sonrió—pero así es su enfermedad Juliana, debí decírtelo antes—le tomó la mano que se recargaba en su pierna, la morena sonrió aún más incómoda.

—¿En serio? Debe de ser muy fuerte—confesó alejando su mano levemente.—Quiero verla.—dijo sin pensarlo dos veces, el chico rió suavemente.

—Tranquila, esto puede tardar un poco. Necesitan revisarle todo su sistema respiratorio, creo que estaremos aquí un buen rato—dijo acercando su silla a la de Juliana.

Juliana miró a Guille, no era feo pero justamente estaba en una etapa de confusión, sentía atracción por la pequeña de los Carvajal, sonrió tapando su cara haciendo que Guille frunciera el ceño, pero su sonrisa se borró al recordar la mentira que le estaba haciendo a Valentina.

Claro que sus sentimientos eran reales, pero no le gustaba que el pasar tiempo con la castaña era por obligación, había tantas preguntas por su cabeza, sí dejara de trabajar para su padre, seguiría viendo a Valentina, Juliana no iba a alejarse de la ojizaul por más que su padre se lo ordenara, ella tenía que estar cerca de su chica.

—¿En qué tanto piensas?—Guille la sacó de sus pensamientos, Juliana se puso un mechón de cabello y se señaló así misma—sí, tú—rió.

—Oh, en nada—respondió alzando la cejas—en una persona, tal vez...-chasqueó su lengua.

Guille la miró fijamente y sonrió, creo que el chico se estaba dando una muy mala idea.

Después de una hora, Juliana estaba más que nerviosa, Guille había recibido una llamada de Eva, preguntando cómo estaba su hermana, Juliana escuchó que Eva volvería en tres días, eso pondría feliz a Valentina. Silvina y Lucía habían llegado rápidamente al hospital, después de unos diez minutos habían llegado León y Macario, Juliana lo miró y se acercó a abrazarlo.

—Dios mío, papá—susurró—pensé que estabas em otro lugar, después de los mensajes de voz, creí que...

—Ya estoy aquí, ya estoy aquí—la abrazó—después de llevar al alacrán a la comisaría, sus trabajadores nos hallaron y trataron de recuperarlo, no lo hicieron. Pero tenía mucho miedo, dijeron que irían detrás de ti y Valentina—dijo preocupado—perdón por alterarte.

—Está bien papá, por suerte nadie está en la casa, no nos encontrarán aquí—sonrió levemente.—puedes descansar—Macario asintió y se sentó en el sillón.

—Familiares de Valentina Carvajal—un doctor salió con tres enfermeras atrás, todos se pararon, León fue hasta al frente.

—Sí, soy su papá—dijo firmemente.—¿Cómo está ella?

Juliana tragó en seco, sus manos sudaban. Se abrazó a su papá quien colocó su brazo sobre su hombro.

—Fue algo que siempre ha pasado, pero hay algo que nos preocupa, algo muy extraño—comentó el doctor revisando sus papeles.

—¿Raro?—esta vez preguntó Juliana, colocándose detrás de León.

—Sí, aún no podemos descifrar qué es... pero tememos que sea peligroso, algo que pueda acabar con la vida de Valentina.

Cámara Oculta- Juliantina. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora