Capítulo 27.

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Ciudad de México, 7:30 p.m.

¿Puedo pasar?—Eva tocó la puerta de su hermano Guille quién jugaba concentradamente con su consola, se veía muy infantil—deberías dejar eso, ya tienes veinticuatro años, Guillermo—se acercó apagando su televisión.

—¡Oye!—la miró arrojando el control con mala gana del otro lado de la cama—estaba apunto de ganar, gracias Eva—puso los ojos en blanco, sacó su teléfono de su pants y se acosto sobre la cama colocando un brazo detrás de su cabeza como almohada mirando el móvil—¿A qué se debe tu visita a mi cueva?—no la miró.

—En primera, tu cueva huele mal, deberías limpiarla un poco—hizo una cara de asco, Guille se rió—y en segunda, no encuentro a Valentina en la casa—se cruzó de brazos—¿Sabes dónde está? Y no trates de mentirme y ponerte de su lado, que no puede salir ahora—lo señaló con su dedo entrecerrando los ojos.

Guille negó con la cabeza sonriendo, Eva lo miró mal.

—No lo sé—se encogió de hombros—debe de estar con su amiga, Juliana—sonrió al decir su nombre.

—¿Juliana?—trató de recordar ese nombre, claro, era la chica del hospital. La que le había prohibido acercarse a su hermana.—Esa niña, claramente no entendió que la quiero lejos de Valentina—susurro con rabia, Guille frunció el ceño.

—¿Qué? ¿Por qué hiciste eso?—se acomodó mejor en la cama—Juliana es una buena chica, y será difícil separarlas, se llevaron tan bien en poco tiempo... veo más feliz a Valentina con ella, incluso es muy guapa—sonrió aún más. Eva rodó los ojos.

—Es mala influencia, ha creado muchos conflictos en el hospital—habló seriamente—solamente quiere aprovecharse de Valentina por su enfermedad y también quiere nuestro dinero, eso puedo apostarlo—Guille se rió.—¿Qué?

—No puedes juzgarla, solamente la has conocido... ¿dos veces?—rió—dale chance Eva, te va a caer muy bien... es una niña muy linda y con una sonrisa muy linda... todo ella es linda, es una persona con un alma pura—dijo colocándose una mano en el pecho.

—Bueno, ya entendí—Eva lo cortó—Dios mío hermanito, deberías ser poeta... nos vemos.—cerró la puerta riéndose fuerte detrás de ella.

—Algún día me hará caso—susurró el chico.

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—Tu mamá es muy dulce, y cocina muy rico—admitió Valentina acurrucándose en el pecho de Juliana, habían terminado de comer, Lupe les aviso que iba a salir a comprar unas cosas a la calle quedándose las dos solas. Juliana agradeció que doña dolores se haya ido unos días a su pueblo. Miró los ojos de Valentina que la veían con amor.—Eres muy hermosa Juls, deberías ser modelo—dijo comenzando a acariciar su rostro.

—Mira quién habla, tú eres más guapa—besó su frente, sus manos se entrelazaban sobre el muslo de la morena. Juliana deshizo sus manos para acariciar los brazos de la castaña quien soltó un leve suspiro cerrando los ojos.

La mano de Juliana vagaba desde los hombros hasta la palma de su mano, comenzaba a quedarse dormida cuando un pequeño dolor se sintió en sus pulmones. Dió un brinco haciendo una mueca.

—¿Estás bien?—Juliana se preocupó parando las caricias. Valentina no contestaba—¿Te duele algo?—la ojizaul asintió colocando una mano debajo de sus costillas.—A ver, déjame ver qué pasa.

Levantó su blusa con cuidado. Un moretón estaba ahí, lucía verde, significaba que tenía días ahí. Juliana frunció el ceño mirando a Valentina.

Cámara Oculta- Juliantina. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora