Capítulo 9.

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—Wow, nunca había probado esto antes, es realmente rico—Habló Juliana tomando el sushi con sus palillos chinos.—Ni idea cómo es que los dominé, son un poco difíciles—Rió al notar la confusión en su mano.

—Sí... lo son— respondió la chica que miraba al vacío, tenía una mano en su barbilla y la otra tenía un palillo que apenas tocaba la comida.

Juliana la miró confundida, tomó sus palillos chinos, agarró un pedazo del plato de Valentina y se lo acercó a la boca.

—Come—Ordenó la morena, Valentina negó con la cabeza rápidamente alejando la mano de Juliana—¿Estás bien?—preguntó rindiéndose volviendo a colocar el sushi en su plato.

Valentina notó el cambio de humor de Juliana y rápidamente asintió tomando la comida y llevándosela a la boca, la mayor hizo una media sonrisa.

—Sí, es sólo que... bueno, no pasa nada—Suspiró la ojiazul recargándose en el respaldo de la silla.—¿Qué te parece si vamos a nadar?

—Val, tú tienes algo y no quieres decirme—Se cruzó de brazos.—Sabes que puedes hablar conmigo, para eso estamos las amigas.

"Amigas." Pensó Valentina, rió irónicamente dejando a Juliana confundida. Rápidamente se levantó para ir a conseguir unos trajes de baño dentro de la casa.

Juliana se sentó al borde de la alberca colocando sus pies dentro del agua, respiró hondo, el aroma a cloro entró hasta sus pulmones. Pensó en la actitud de Valentina, ¿por qué de un momento para otro había cambiado su actitud? Desde la película se había puesto un poco tensa, incluso en el momento que estaban a punto de...

Sacudió su cabeza, eso no iba a pasar. Solamente estaba teniendo flasheos en su cabeza, Valentina no se fijaría en alguien cómo ella, no estaría con alguien que miente para protegerla, no es así cómo funciona. Tómo su cabeza entre sus dos manos, no podía creerlo, estaba empezando a atraerse ante una chica millonaria la cual tenía que proteger, esto iba en contra de las leyes de su padre.

Miró el agua y ahí estaba el reflejo de Valentina, se veía increíblemente bien. En su cabeza había un chongo alto atado con un listón azul, llevaba un traje de baño del mismo color pegado a su cuerpo hermoso,
Con ella llevaba una bolsa de cuero donde sus tubos de respiración salían por ahí. Juliana volteó atrás para mirarla bien, tenía una cara de preocupación.

—Oye, ¿estás bien, Juls?—Preguntó poniéndose en cunclillas a un lado de ella. Ella asintió—Okay, mira te traje este traje, lo encontré adecuado para ti... por ahí hay un baño—Señaló una casita de madera, Juliana tomó el traje y se dirigió a la casa.

Sacó sus prendas una por una tirándolas en el suelo, la cabaña tenía un gran espejo, una regadera y un baño, era simple pero le daba un toque elegante. Miró el traje, color blanco, por los costados dejaba ver sus caderas y se podía ver su espalda.

Se miró al espejo, no le quedaba nada mal, incluso se sentía cómoda. Tomó su pelo y también se hizo un chongo, sonrió satisfecha y salió del baño. Vió que Valentina tenía sus pies en el agua, así como ella minutos atrás, decidió hacer como que la empujaba haciendo que la ojiazul diera un brinco.

—¡Juls, por Dios! Casi me matas de un susto, Dios mío— puso una mano en su pecho mientras que la morena reía a carcajadas.—Pagarás por esto Juliana— la miró con los ojos entrecerrados, la peli negra abrió los ojos como platos y comenzó a correr siendo perseguida por Valentina.

Corrió despacio, sabía que Valentina no la alcanzaría, dejó de correr al ver que la menor empezó a toser colocando las manos en sus rodillas, Juliana se preocupó y corrió llegando a su lado dándole unas pequeñas palmaditas.

—¿Estás bien?—preguntó asustada.—¿Quieres que llame a Silvina? Voy en segu...

—No, déjalo así— interrumpió.—Estoy bien. Deberíamos ir al agua, hace mucho calor.—Sonrió mirando el agua.

Valentina se quitó la bolsa y sus tubos, entró al agua lentamente, estaba un poco fría pero nada más, se sumergió en ella dejando que el agua la consumiera, la morena la miraba con admiración, no se había dado cuenta que la ojiazul la estaba mirando también. Sus mejillas se sonrojaron.

—Ven, está muy rica—. Le aventó gotas de agua a Juliana quien miraba la piscina con temor.

—Yo, lo qué pasa es que bueno...—Hablaba Juliana con nerviosismo.

—¿No sabes nadar?—alzó una ceja la alta, Juliana negó con la cabeza mirando hacia otro lado avergonzada—. Hey, está bien... tengo un plan, mira, siéntate—Indicó.

Juliana obedeció y se sentó en la orilla de la alberca, Valentina se acercó a ella y la tomó por las caderas, poco a poco la levantó y la acercó a ella, la morena estaba sorprendía por la fuerza de la chica. Suspiró al sentir el contacto del agua con su cuerpo para después sonreír, estaban muy cerca, los brazos de Valentina rodeaban el torso de Juliana. Ambas estaban al borde, la ojiazul pegó a Juliana en la pared quién hizo un leve gemido al sentir lo helado de la pared contra su piel.

Valentina la miró intensamente, quitó sus manos del torso de la chica asustándola un poco.

—No, no, tranquila— la calmó.—Estás bien, solamente tienes que concentrarte.—Miró sus ojos, se habían vuelto más cafés de lo normal.

—Estoy bien, confío en ti...—Valentina tomó a Juliana y la llevo al centro de la alberca, estaban muy cerca una de la otra.—No dejes que me hunda Val.

—No lo haré—. Susurró—. Tranquila, solamente tienes que confiar...—Trazó sus cejas con sus pulgares.

Tomó el cuerpo de Juliana y lo recostó sobre el agua, la morena tenía los ojos cerrados y eso le dio ventaja a la alta a observarla un poco, se veía hermosa estando con el ceño fruncido, sus pestañas estaban perfectamente bien al igual que sus ojos, sus cejas. Miró su barbilla y tenía una pequeña cicatriz, la tocó provocando un suspiro en ella. Poco a poco la levantó volviéndola a tomar de la cintura.

—¿Qué te paso ahí?— miró su barbilla.

—¿Qué?—preguntó Juliana confundida, recordó la cicatriz en su barbilla—Oh, hablas de esto?—la señaló. Val asintió, aún seguía mirándola, tenía forma de una rama de árbol.

—Sí, sabes, creo que hemos hablado mucho de mi, es hora de que me platiques un poco sobre ti, Juls— susurró.—Así que cuéntame la historia detrás  de tu cicatriz...

—Cuando tenía 5 años, mi padre me dijo que me quedara quieta, unos hombres malos entraron a nuestra casa en busca de venganza a mi padre...—Empezó a hablar—Claramente no lo obedecí, tenía miedo que le hicieran algo, así que salté encima de uno de ellos. Él se defendió y me lanzó a una repisa llena de vasos, me tuvieron que dar puntadas—rió tocándose la barbilla.

—Eso te pasa por desobediente...—dijo la ojiazul.—Me gusta, eso representa lo valiente que fuiste.

Apretó sus caderas suavemente.

Pequeño capítulo para el día de hoy, espero y les haya gustado. Prometo que los siguientes serán más largos, nos leemos el domingo, con amor para todas.

Cámara Oculta- Juliantina. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora