Capítulo 23.

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—¿Estás lista?—Juliana tomó del brazo a Valentina quien cargaba una pequeña maleta sobre su hombro, asintió—bien, vamos, con cuidado— comenzaron a caminar por el largo pasillo, Juliana entrelazó sus manos cuidadosamente, Valentina sonrió al verlas.

—¡Espera, Valentina!—Adriana apareció corriendo detrás de ella, Juliana paró y tragó en seco al notar la sonrisa con la que veía a su chica, sus cejas comenzaron a fruncirse. Quería que se fuera, ahora mismo.—Se te han olvidado tus medicamentos, deberías tener más cuidado, o volverías a caer aquí—rió extendiéndoselas, Valentina las aceptó dándole un gracias.—Cuídate más—advirtió.—Hasta luego, Juliana...—le dio una mirada rápida para volver por donde venía, la morena agradeció que no se haya quedado mucho tiempo.

—Sí, deberías cuidarte más—Juliana la arremedó provocando una risa en la otra.

—Juls, Juls—la tomó de la cara con las dos manos—te quiero—la acercó para darle un beso, un beso con lengua, tenía muchas ganas de besar a la morena. Se separaron cuando un doctor pasó por detrás de ellas carraspeando la garganta, se habían puesto rojas de pies a cabeza, volvieron a unir sus manos mientras reían por lo sucedido.

Al llegar al piso principal, Valentina pudo reconocer una silueta muy similar a alguien que conocía, se fue acercando más hasta que pudo sonreír al notar quién era.

—¡Eva!—dijo corriendo soltándose del agarre de Juliana para abrazarla, Eva le correspondió el abrazo riéndose—me alegra que estes aquí—se separaron pero seguían tomadas de los brazos.

—Perdón Val, tuve que quedarme unos días mas, pero ya estoy aquí—le besó la frente—iba a venir dentro de una semana pero Guille me dijo que te habías puesto mal, me vine lo más antes posible—contestó suspirando.—¿Cómo te sientes? ¿Estás bien?—le tocó la cara preocupada, Valentina asintió con una sonrisa.

—Estoy bien Eva, Juliana cuidó muy bien de mi, por ella estoy aquí—la miró, Eva volteó a ver a Juliana quien sonreía tímidamente, no sabía que hacer, la mirada de la mayor de los Carvajal atravesaba su alma por completo.

—¿Eso es cierto?—preguntó alzando una ceja, Juliana asintió—bueno, no tengo más que agradecerte—dijo un poco convincente—es mejor que vayan con Alirio, las llevará a la casa, yo pagaré la cuota del hospital—buscó su cartera dentro de su bolsa avanzando al mostrador.

Las chicas se miraron y comenzaron a caminar al estacionamiento, detrás de ellas venían dos guardaespaldas, Valentina no tuvo el valor de tomar de la mano a la morena quien se sintió un poco triste pero entendió. Esperaron varios minutos a Eva dentro del carro, lo único que querían era besarse pero no podían, solamente podían entrelazar sus manos entre sus piernas.

—¿Estás bien?—acarició la palma de su mano.

—Sí, estoy algo cansada. Creo que necesito un poco de aire, ayúdame a ponerme mis tubos, por favor—pidió tosiendo, Juliana los buscó rápidamente en las maletas, cuando los encontró los conectó a la máquina de aire para después colocarlos tras las orejas de la ojizaul quien dió una bocanada de aire tratando de controlar la sensación de ahogarse.—Gracias.

Unos golpes en la ventana hizo que las dos se espantaran, no podían ver a nadie ya que estaban blindados, bajaron el vidrio y Eva las miraba con el ceño fruncido cruzada de brazos, Juliana tragó en seco.

—Juliana, necesito hablar contigo, bájate—ordenó con una voz demandante, la piel de la morena se erizó, abrió la puerta lentamente bajándose. Valentina miraba desde la ventana, no sabía que estaba pasando, se veía confundida al igual que la castaña.

—No eres buena influencia para Valentina, lo siento, no puedo permitir que estés cerca de ella—susurró mirando directamente a sus ojos.

—¿Qué? ¿De qué hablas?—interrumpió Valentina desde la ventana, tenía intenciones de bajarse pero sus músculos no respondían.

—Lo siento, pero Juliana no te conviene—dijo rompiendo el corazón de la morena, entre-abrió la boca sorprendida. Le dolía que Eva hablara así de ella cuando no sabía por todo lo que habían pasado, hablaba sin ningún pudor alguno, la molestia la comenzaba a consumir.

—Yo... no lo entiendo—habló Juliana—hace unos momentos me agradecías por cuidar de Valentina y ahora me pides que me aleje de ella así de rápido—susurró, Valentina como pudo se bajó del carro colocándose a un lado de su chica.

—Una enfermera, me ha dicho que interrumpías las terapias de mi hermana—confesó mirando a su hermana—que no le has dejado comer y tampoco has respetado el tiempo de visitas—continuo moviendo su pierna derecha rápidamente, se cruzó de brazos.—Eso no es cuidarla.

—Adriana—pensó Juliana con una sonrisa y negando con la cabeza—Val, dile que no es verdad—pidió mirándola.

—No quiero nada de pleitos, lo siento Juliana, comenzabas a caerme bien—habló para después subirse a la camioneta—Valentina, tenemos que irnos. Debo darles una noticia importante, Juliana, tendrás que irte por tu cuenta—Eva cerró la puerta fuertemente haciendo que las dos cerraran los ojos ,Valentina apretó los puños.

—No te preocupes, me iré en taxi—la calmó la morena al ver el estado de la ojizaul.—Ve con ella, Val.—La tomó de las manos.

—Es que no te puedo dejar aquí, ya es noche Juls, te puede pasar algo—insistió la menor, la morena negó con la cabeza—Ya sabes que Eva esta loca, no le haré caso.—el claxon sonó fuertemente—Nos vemos después, te quiero—le dió un beso rápido en el cachete haciendo que Juliana sonriera todo el camino de vuelta a casa.
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—¿Pero que has hecho Eva?—exclamó Valentina al subirse al carro—no puedes alejarme de las personas así porque sí.—se cruzó de brazos recargando su cabeza contra el vidrio suspirando—no me hagas odiarte Eva, porque no quiero.

—Lo hago por tu bien hermanita—se acercó a abrazarla—Juliana nunca me dió una buena espina, no te conviene. Deberías juntarte más con tu amiga Alejandra o Andrea—sacó un labial y un espejo de su bolsa.—Ellas sí son de tu nivel, las mereces.

Valentina abrió la boca sorprendida, no creía que Eva tuviera esos tipos de pensamientos.

—No acabas de decir eso—susurró ofendida—¿cuando has visto que Alejandra o Andrea cuiden de mi? Solamente vienen a la casa porque hay alcohol gratis, es más, seguramente están drogándose por ahí—escupió sus palabras con amargura—Juliana me enseña cosas nuevas, cosas capaces que no podría hacer con mi enfermedad. No necesita dinero para hacerme feliz, Eva—volteó a verla.

—¿Lo ves? Te pone el peligro al intentar cosas nuevas. No es una persona consciente por Dios.

—No soy una enferma, ella es la única persona que me trata como alguien normal—sonrió al recordar los momentos—y ahora quieres alejarla de mi solamente por su posición económica, no todo es dinero, el dinero es solamente papel. Podrías tenerlo en todos los casos, pero una amistad solamente hay pocas, recuérdalo hermana, recuérdalo. Daría todo mi dinero solamente por tener una amistad como la de Juliana—continuó, Eva la miraba sorprendida.

—Creo que me ganaste, esta vez—admitió con una sonrisa.—Debí de haberte avisado que vendría, pero quería hacerlo una sorpresa.—cambió de tema rápidamente evitando el ambiente tenso que se estaba poniendo.

Después de una plática, habían llegado a casa. Valentina sonrió al ver los árboles enfrente del patio, extrañaba su hogar, pero por una parte se sentía vacía, Juliana no estaba a su lado. Un bostezo salió por su boca, moría de sueño.

—Ve a dormir Val, mañana les daré la gran noticia—susurró.

—¿Papá ya sabe que estás aquí?—preguntó confundida la menor, Eva asintió.

—Lo vi esta mañana—admitió entrando a la casa, había un completo silencio—supongo que no hay nadie en casa, ve a dormir Valentina, buenas noches—dijo desapareciendo por la cocina.

La menor resopló subiendo las escaleras lentamente, no quería perder el aire, era suficiente con el cansancio de sus músculos. Tardó unos minutos para recuperarse en su cuarto recargando las piernas sobre su pecho dando fuertes bocanadas de aire.

Se colocó su pijama y se acosto a dormir, había extrañado su cama, la abrazó más fuerte quedándose en un sueño profundo.

Cámara Oculta- Juliantina. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora