CAPÍTULO 6

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POV Natalia

Pude ser testigo del momento exacto en el que un cambio de chip interno transformó por completo a la mujer que estaba observando.

Nada más abrir sus ojos algo casi letal había aparecido en ellos. La rapidez con la que se adaptaba a los cambios de ritmo me dejó sorprendida, y aunque había cosas que pulir en algunos pasos, la sensualidad con la que estaban cargados podían llegar a aplacar hasta el fallo más gordo.

Subía y bajaba al suelo con movimientos envolventes con los que implicaba cada parte de su anatomía, y en alguno de esos - no podía asegurar cuál - su goma de pelo había salido disparada dando libertad a los mechones que ahora se zarandeaban salvajemente frente su cara.

Me estaba poniendo nerviosa que sacara la lengua cada dos por tres.

¿Por qué hacía eso? Mi atención se desviaba a su boca entreabierta, y entonces no podía evitar fijarme en las gotas de sudor que resbalaban por su cuello hasta al inicio de sus pechos.

Tenía que parar de hacer eso.

No era una de las mezclas más complicadas que tenía en mi lista de reproducción, pero sí una de las más largas. Aún así, cuando acabó sentada sobre sus propias piernas flexionadas en el parquet, con la respiración agitada y clavando su mirada en la mía por primera vez desde que empezó a bailar, no me pareció suficiente.

Joder con el gatito. Era una caja de sorpresas.

Intuía que esperaba que dijese algo mientras ella recuperaba el aliento, pero me negué a darle esa satisfacción personal.

No, Alba Reche, no.... No había acabado contigo.

En realidad solo acababa de empezar.

POV Alba

Casi me da un chungo.

Si ya aguantar la mirada penetrante de Natalia era complicado de por sí, hacerlo mientras intentabas no expulsar un pulmón por la boca era una odisea. O llevaba mucho tiempo sin ir al gimnasio o aquí hacía demasiada calor.

Sin decir ni una sola palabra, se incorporó del espejo que ocupaba gran parte de la pared frontal, el mismo espejo en el que había estado apoyada todo este tiempo girando el aro de su nariz con los ojos entrecerrados.

No sabía si su aspecto impasible significaba algo bueno o malo, pero el silencio me estaba poniendo tensa y empezaba a echar de menos su lengua viperina.

Levanté la mirada del suelo cuando la música empezó a sonar de nuevo, encontrándomela a ella delante del equipo mientras se deshacía la coleta. La camiseta gigantesca que hasta hace un momento la cubría había desaparecido, quedándose con un pequeño top que dejaba al descubierto un abdomen más trabajado de lo que lo iba a tener yo en la vida.

La virgen.

— Vuelve.

Hasta en su forma de caminar refumaba peligro, cual pantera acechando a su presa.

— ¿Qué?

— Que vuelvas a empezar.

— ¿¡Qué!? ¿Pero tú estás loca?

Yo no aguantaba un segundo round.

— No. Vamos a bailar las dos.

¡Ah! Que encima ella iba a intervenir... Fabuloso, como la aventura de Sharpey.

— Alba, no tengo todo el día. ¿Te levantas o te levanto?

Verla desde el suelo con su altura imponente y los brazos en las caderas no me animaba demasiado, la verdad.

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