CAPÍTULO 40

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POV Natalia

(10.21) Albi: ¿Por qué nunca que me despierto estás aquí?

Sonreí al desbloquear el teléfono y ver que uno de los mensajes era suyo.

(10.46) Natalia: Porque duermes mucho.

(10.46) Natalia: Eres como una marmota.

(10.46) Natalia: Del mismo tamaño, además.

No tardó en conectarse, así que esperé a ver lo que estaba escribiendo mientras revisaba por encima el resto de conversaciones.

(10.47) Albi: Oye, jirafa!

(10.47) Albi: Quizás el problema es que tú duermes muy poco.

También era verdad. Pero esa mañana no había sido mi culpa, me habría quedado durmiendo un rato más si me hubieran dejado.

(10.47) Natalia: Levántate ya de la cama y ve a desayunar.

La llamada entrante no me sorprendió, pero aún así me esperé unos segundos a contestarle mientras veía su foto con Queen ocupar mi pantalla.

— ¿Como sabes que estoy en la cama?

Me reí al escuchar su voz rasposa al otro lado de la línea.

— Porque, por desgracia, te conozco demasiado. — Me burlé dejando la taza de café sobre la mesa — ¿Cómo estás?

Después de lo ayer tampoco esperaba que se levantase temprano, aunque sí que lo hiciese un poco menos triste.

— Bien, muy bien. — Afirmó de inmediato — ¿Y tú?

— Bien. — Mis ojos volaron hasta mi acompañante al ver movimiento en la salida del lavabo —. He tenido que salir por unos asuntos, pero te he dejado algo preparado en la cocina antes de irme. Come.

— Nat, cada día te pareces más a mi madre. Me das miedo.

No pude evitar soltar una carcajada.

— Pues qué relación más interesante tienes con tu madre. — Me choteé.

— ¡Natalia!

— Perdón, perdón, era broma.

Le hice un gesto en cuanto llegó a la mesa para que se quedara con nuestras cosas, y ella asintió antes de que me levantara.

— Nat...

— Albi...

— Que te quiero. Que gracias por todo y que te quiero.

Metí la mano en el bolsillo trasero de mi pantalón al llegar al mirador de la cafetería, observando la ciudad desde las alturas. Sabía que no lo decía solo por el desayuno, pero no quise entrar en el tema.

— ¡Vaya! Doble ración de te quieros... La próxima vez te hago crepes con chocolate, en vez de fruta y cereales. — Mi broma la hizo reír.

— Eres tontísima.

— Tú también.

— En serio, no hacía falta el desayuno. — Comentó —. Me siento fatal.

— ¿Te sirve de consuelo si te digo que no lo hago por ti, sino que lo hago por mi cocina? No quiero que salga ardiendo.

Y también porque supuse que se levantaría muerta de hambre.

— ¡Pero qué poca fe tienes en mí!— Reclamó ofendida —. Cuando quieras te demuestro que sé cocinar perfectamente.

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