CAPÍTULO 45

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POV Natalia

- Nat... Deberíamos dejar esto.

- No pienso dejarlo en la vida.

- Pero es que nos va a sentar mal...

- Pero moriremos felices. - Repuse sonriendo de medio lado.

- También es verdad.

Volví a meter la cuchara sopera en el recipiente y se la acerqué a la boca, rozando su labio inferior hasta que el objeto metálico desapareció en su interior. Quién diría que comer helado vegano a las tantas de la madrugada, me estaría produciendo tantas cosquillas en la parte baja del estómago.

- Mmh... Te juro que es lo mejor que he probado en mi vida. - Aseguró poniendo los ojos en blanco.

Sonreí limpiando con mi pulgar la mancha que llevaba un rato viendo en su barbilla. Era chocolate, y el chocolate no se tiraba, así que no tardé en repasar la yema de mi dedo con la lengua.

Sus ojos siguieron el movimiento y yo no aparté la atención de los suyos. La tensión que apareció antes de la sesión de charla había seguido ascendiendo, y ni siquiera la idea de salir de la habitación a tomar algo frío nos estaba apaciguando. Tenía un problema, y es que por mucho que lo evitase, tenerla sentada en la mesa del comedor con el bote de helado entre las piernas, me estaba dando muy malas ideas.

Su mano rodeo la mía, pero antes de que pudiera guiar el cubierto - ya cargado - hacia mi boca, lo dirigí a su mejilla.

- ¡Natalia! - Se encogió.

Fui más rápida que ella al levantarme de la silla e inclinarme, apoyando las manos tras sus caderas y recorriendo lentamente con mi lengua la zona manchada. En realidad, era algo en lo que llevaba un buen rato pensando.

- ¡Alba! - Murmuré en forma de burla.

Sonrió y volvió a subir la cuchara hasta mis labios, observando de cerca cómo rebañaba el resto.

- Curiosa forma de comer helado, la tuya.

- Me gusta innovar.

Me relamí recuperando el control del cubierto, volviendo a meterlo en el recipiente que ahora estaba entre nosotras.

- Me gusta que innoves. - Confesó -. Es más, creo que te has dejado un poco por aquí...

Levanté la mirada hacia sus orbes dorados, notando cómo sujetaba mi mandíbula para luego acercarse a la comisura de mis labios.

Aprendía rápido, demasiado rápido, y yo cada vez era menos capaz de echarle el freno.

- Ya veo... - Comenté pegando la cuchara a su cuello -. Y creo que tú eres un poco desastre comiendo, Alba... Mira como te has puesto.

El aire de la risita que soltó impactó directamente en mi boca.

- Cabrona.

- Ufff... Alba.

Me entretuve en su cuello para disuadir el efecto que tenía su voz rasposa cuando empezaba a provocarme. Una de sus manos se coló en mi pelo mientras suspiraba y sus piernas rodearon mi cintura para acercarme.

Me quedaba baja, me quedaba jodidamente baja, pero el leve tirón de mi espalda me dió igual cuando escuché su suspiro tan cerca de mi oído.

Su ritmo cardíaco subió contra mi lengua, pero aunque ella tiró levemente de mí, me resistí todo lo que pude en abandonar el sendero de sus lunares. El sabor de su piel mezclado con el dulzón del chocolate sí que debía ser de las mejores cosas que yo había probado en mi vida.

Come Out And PlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora