Capítulo 8

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"Quisiera saber cómo se sentiría volver al pasado."

Tord preparó su ropa para salir.

"El poder saber cómo ser feliz."

Miró su reloj, aún tenía tiempo de poder salir a pasear, necesitaba despejar su mente.

"La gran ciudad..."

"¿Debería extrañar ese lugar?"

Se vistió con lentitud, estaba sumergido en sus pensamientos. Se colocó sus zapatillas, miraba un punto fijo mientras ataba los cordones.

"Si yo me hubiera quedado en la gran ciudad, ¿alguna vez habría conocido el amor?"
"¿Mi vida hubiera tomado un rumbo distinto?"

Terminó de atarse los cordones. Fue al baño y pudo observar como estaba hecho un desastre. Su pelo totalmente desordenado, ojeras, y sus ojos apagados, rotos. Pegó un suspiro al verse de esa manera.

"De nada sirve arrepentirse ya"

Tomó un peine y arregló su cabello. Se echó agua en su cara para tratar de estar más despierto.

Se despidió de Patryck y Paul, cogió un paraguas y salió de su hogar.

"Solo me queda seguir hacia delante"

La primavera se acercaba, pero para aquellas fechas aún hacía bastante frío y llovía con frecuencia. A Tord no le disgustaba ese clima.

Caminaba sin rumbo fijo, el viento golpeaba su cara y los charcos de agua que se habían formado en el suelo amenazaban con mojar la ropa del noruego.

—El tiempo es apestoso...—murmuró.

Llegó a un parque.
Su parque favorito.

Por aquí solía pasar para recortar camino al ir a comprar. Ahora ese camino estaba siendo utilizado por Tom, quien era tan torpe que cuando salió de su hogar pensó que no llovería y le daría tiempo de sobra para comprar y volver. Claramente no fue así, volvía a casa maldiciendose por hacerse caso en vez de prestar atención a las advertencias de su amigo.

Tord lo veía de lejos.

Hizo una mueca.
Una parte quería entregarle el paraguas, porque si alguien tenía que volver a casa seco, debía ser él.
La otra parte le decía que no se acercara, que no fuera tan estupido de arruinar las cosas aún más. Se debatía consigo mismo.

"Solo le diré que tome el paraguas y me iré"

Solo darle el paraguas.
Su corazón le dolía, no había olvidado lo que pasó en la ventana, jamás lo olvidaría. Pero como siempre solía decir "el amor duele como el infierno", y esa llama de fuego hace que sea un idiota. Un verdadero idiota.

Se acercó al alcohólico.
Sus primeros pasos fueron inestables, dudaba de si mismo. Pero los siguientes fueron con más confianza.

Si no confiaba en él mismo, ¿quién lo haría?

Y cuando ya estaba cerca de él, estiró su brazo tapándolo con el paraguas. Tom se quedó confuso y se giró, viendo a Tord tapándole con el paraguas, ahora él era quien se estaba empapando.

Tord iba a pronunciar sus últimas palabras hacia lo que era su amor, pero ni siquiera le dio tiempo de articular la primera sílaba.

Tom golpeó la mano del noruego, haciendo que este soltara el paraguas. El viento se lo llevó rodando por el suelo, ahora ninguno de los dos tenía paraguas.

El de cuencas se hizo daño al golpear la mano, había chocado con el brazo metálico de Tord, pero no expresó el dolor.

¡Dejame en paz, maldito rarito acosador!

"¿Acosador?"

¿Es qué no te das cuenta de que trato de alejarme de ti lo más posible? ¡Lo único que has hecho en mi vida a sido molestar! Deja de intentar ganarte mi perdón, porque conmigo no funciona tu palabrería.

"¿Palabrería?"

—¡Sal de mi vida! ¡Es lo único que te estoy pidiendo! Eres como un maldito cáncer. Nunca desapareces.

"...Cáncer..."

¿Qué querías ahora? ¿Confesar tu "amor" de nuevo? ¿o ibas a arrastrarte de otra manera? —Tom dijo sus palabras con sarcasmo, arto de la situación.

Esas palabras terminaron de humillar a Tord.






Tord le golpeó.
Del golpe la cabeza de Tom se quedó mirando hacia la derecha.






—¡Grandisimo hijo de perra! —fue lo que salió de su boca, tenía mil y una cosas que decirle—. ¿Y tu te atreves a hablarme así? ¡Lo único que quería era que tomaras mi paraguas para que no te mojases, y ahora es tu culpa que ambos estemos empapados!

Hasta el propio Tom se sorprendió.

Si tan solo hubieras usado la poca cabeza que tienes, habrías notado lo mucho que quiero arreglar las cosas, pero te empeñas en quedarte en los recuerdos del pasado, en mi antiguo yo.

Él ya pasó por eso, y sabía muy bien como se sentía.

—Espero poder desaparecer de tu vida tanto como tu quieres, maldito testigo de Jehová —escupió sus palabras con asco, odio, dolor y tristeza.

Finalmente había encarado a Tom.

No sabía como debía sentirse.






Tord volvió a casa.
Tom volvió a casa.

Hurts Like Hell [TomTord]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora