Capítulo 20

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—Mi amor recuerdas el regalo que hoy te iba hacer ¿No?

— ¿No era venir a este restaurante?

—No...

— ¿Entonces qué es?

— ¡No lo puedo creer!

— ¡Gracias Sebastián! Es un regalo hermoso... No lo puedo creer.

Daniela, desde hace muchos años que me gustas y al fin estamos juntos pero quiero pedirte que seas mi novia como te lo mereces —toma el anillo de mis manos—Daniela. Si amar es de locos, soy el más demente por amarte. Nunca había creído que la vida pudiese ser tan bella, hasta que tú apareciste con tu hermoso rostro y empezaste formar parte de ella... Te amo Daniela y quiero pedirte que seamos más que mejores amigos.

— ¡Si claro que quiero ser tu novia!

Tomo otro sorbo de agua.

Recordando muchas cosas que hacíamos él y yo de niños...

Daniela, no estoy tan convencido que te montes en esa bicicleta tan grande.

— ¡Ya déjame Sebastián yo puedo!

—Bueno si tú lo dices...

Me monte en la bicicleta de la amiga de mi madre.

¡Daniela ten cuidado! —grito mi madre desde lejos.

Voltee los ojos ¿Que tiene todo el mundo que piensa que me voy a caer?

Con ayuda de Sebastián me logré montar en la bicicleta. Empecé a dar vueltas por todo el parque sintiéndome como una campeona.

Pase al lado de Sebastián y mi madre a toda velocidad.

¡Hola! —dije extendiendo la última vocal.

Ellos me devolvieron el saludo con la mano pero con una mirada de preocupación.

Seguí danos vueltas en el parque hasta que ya era hora de irnos. Frene poco a poco hasta quedar en un solo lugar. Como no llego el piso siento como la brisa pasa y la bicicleta empezó a balancearse.

¡YA TE AYUDO! —escuché la voz de Sebastián desde lejos pero ya era tarde mi cuerpo toco el suelo tan fuerte que me empezó a doler la pierna izquierda la que estaba debajo de la bicicleta.

¡Ahhh! —grite a todo pulmón— ¡Mamaa! ¡Sebastián! —me dolía tanto que no me di cuenta que mi mejor amigo estaba al frente de mí ya levantando la pesada bicicleta que me tenía llorando por mi pierna.

— ¡Hija te dije que tuberías cuidado! Sebastián llama a mi esposo. Hija ¿Te duele mucho?

Asentí con los ojos cubiertos de lágrimas.

Llegó mi padre y me levanto como pudo en sus fuertes brazos para llevarme al médico.

En el carro Sebastián me apoyo en su pecho—Te dije que era muy grande para ti.

—Shhh, lo sé... Lo sé... Pero me sentía como una reina al sentir la brisa pegando en mi cara eso es lo importante.

Empecé a reírme como una loca al recordar eso.

Recordé unas pequeñas cosas hasta llegar a...

Su cuerpo bien marcado...

Su respiración agitada...

Sus gemidos...

Sus palabras excitantes dichas en mí oído...

Nuestros cuerpos sudados...

Only Kiss Me ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora