Capitulo 9.

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Suena el despertador. Siento los ojos pesados e hinchados por tanto llorar y mi cabeza a punto de reventar sin contar el dolor en todo mi cuerpo. Hoy es martes y debo trabajar, no lo quiero, sólo deseo morirme o por lo menos desaparecer de esta vida. No sé a qué horas me dormí pero sé que me costó y lo he hecho poco. Me levanto de la cama y voy a la lucha, ya aseada me visto con unos pantalones y una blusa holgada, zapatos bajos porque sé que con el dolor de mi cuerpo no podré calzarme unos altos.
Llegó al edificio y todo es un disparate, sé que él está aquí y debe tener el genio de mil demonios para tener al personal corriendo como lo hacen, entró a mi oficina y voy directo a la silla, no aguanto estar más de pie y eso que empieza el día. Suena el teléfono y es la extensión de Gladys

-El señor Valverde te quiere ver en la oficina ahora. - Me habla sin siquiera saludarme.

-¿Sabrás para qué? - Preguntó sabiendo que ella no lo sabe pero algo me hace tener esperanza.

-No Lía, pero no te tardes, no tiene el mejor ánimo - Confirmando lo que sospechaba.
Camino por el pasillo y llegó a su puerta, respiró profundo y toco.

-Adelante - Anuncia con una voz firme o más bien infernal.

-Buen día Señor, ¿me solicitaba?

-¿Quién te dijo que te fueras ayer de mi casa? - Pregunta sin mirarme, está tecleando en su ordenador.

-Usted subió y me dejó sola, pensé que me podía ir.

-¿Y que quería que le diera un beso o mejor que me duchara con usted? - Se levanta de la Silla.

>>Su horario laboral es hasta las seis de la tarde y eran las dos treinta cuando se fue, por ende me debe tres horas y media, las cuales me las pagará al terminar su horario de hoy - Dice ahora cerca de mi espalda.

-Sí señor... - Intento responder pero mis palabras son cortadas de golpe, al sentir su mano en mi trasero apretándolo.

-De ahora en adelante su vestuario para trabajar serán faldas o en su defecto vestido - Me informa separándose de mi.

>>Lo digo por la facilidad de sólo alzar cuando quiera hacer uso de tus servicios - Esto lo dice sentándose de nuevo, yo solo trago saliva tratando de que con ella se vaya el nudo en mi garganta. 

>>Te puedes retirar - Sin responder lo hago ya que el nudo en la garganta no me dejaría, me retiro de su oficina como alma que que lleva el diablo.

En la oficina respiró profundo y decido no ponerme a llorar,¿ para qué serviría?.
Pasé el resto de la mañana tranquila pues no supe más de él, ya en la hora del almuerzo voy a la cafetería y me encuentro con Gladys que al verme me saluda y me mira con un poco de lástima.

-¿Qué tal tu día? - Indaga

-Lo normal, papeles, citas, agenda, en fin lo común - Le contestó encogiéndose de hombros.

-Te ves tan serena, te ves como un ángel en realidad. Yo estaría como una ogro si tuviera que soportar el genio del señor Valverde.

-Sólo me limito a hacer mi trabajo, tengo mucho paciencia y aunque sea malgeniado no me trata mal - Le hago saber. Gladys mira detrás de mí y me abre los ojos y no entiendo.

>>Igual es poco el tiempo que tengo que soportar su mal genio, sus arranques de ira y falta de afecto.

-¿Eso piensa de mí?. Es grato escuchar lo que mi asistente piensa de mí - Hablan detrás de mi espalda y me tenso al escuchar su grave voz.

>>Creo que tiene suficiente tiempo para perder, espero que esté todo listo para la junta - Sin más se va y me deja parada como una estatua y ni que responderle.

Atada en mi libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora