Capitulo 40

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Que me pidan que me contenga y no mate a la persona que tengo al frente aumenta más el enojo que se apodera mi cuerpo. Si por mi fuera esa persona ya estaría cabellos 6 su rostro irreconocible.

—Lia cálmate, no le ha pasado nada a Angelo…

—¡¿Qué me calme?! ¡Suéltame Vicky! Esa maldita sabrá con quien no se debe volver a meter – Forcejeo, tratando de sacarme del agarre de Vicky y Fernando, quienes emplean todas sus fuerzas para mantenerme quieta.

—No seas dramática, solo quería invitar a un helado al niño…

—¡¿Invitarlo?! Pero que maneras de invitarlo, golpeaste a su nana ¿Qué quieres? ¿Cómo sabes de nosotros?

—No la golpee, solo la empujé para que así me diera al niño. ¿Que quiero? Solo quería saber que se sentía tener un hijo de Silvio en mis brazos, solo fue una invitación a comer helado.

—Suéltenme que ahora no le quiero arrancar el pelo, ahora la quiero matar. ¡Que me suelten maldita sea! – Vuelvo a forcejear al escuchar el argumento tan estúpido de la bruta que tengo al frente. Sus labios denotan una sonrisa de burla.

—No deberías amenazarme, podría pasarme algo y fácilmente ser culpada y tus hijos tendrían a una madre tras las rejas, no creo que eso lo quieras – Escucharla hablar con tanta familiaridad de mis hijos me tensa. ¿Cómo ella sabe de ellos?.

—¿Cómo sabes de mis hijos? – Pregunto mostrando una falsa tranquilidad, mi intención es que el agarre que me sujeta me deje libre.

—De ti y tus hijos lo sé todo. Se el porque no saliste de inmediato de España, también de tu negocio aquí y de los trillizos, dos niñas y un niño – Alza sus hombros restando importancia a sus mismas palabras —Todo lo que tenga que ver con Silvio es de mi interés.

—Eres una puta psicópata, te voy a denunciar por secuestro – Digo lograndome zafar del agarre de Vicky y Fernando tirándome encima de Amarantha, impactando mi mano abierta en su mejilla, haciéndo girar su rostro a un lado, ella solo se limita a sobar el área afectada.

—Yo te podría denunciar por agresión personal – Muestra una sonrisa de satisfacción que hace aumentar más mi enojo. La tomo por el cabello y le propinó un puño en su rostro, lo que lo hace caer de culo en el césped de mi jardín, si, ella misma vino a devolverme a mi hijo a mi propia casa.

—¡¡Si me vas a denunciar será con gusto!! – Digo lanzando patadas al aire, ya que otra vez me volvieron a agarrar.

—Señora Lia tranquilícese, esto podría afectarla a usted. – Trata de tranquilizarme mi chofer.

—Me vale una mierda, me la vas a pagar perra sarnosa. – Grito en dirección a Amarantha. Ella solo se limita a limpiar su boca con un pañuelo y a sonreír de medio lado, creo que está vieja si no está loca ya está a poco de serlo.

—Silvio es mío y lo que es mio nadie me lo quita…

—Pues quédatelo me vale mierda, si antes no me interesó ¿que te hace pensar que ahora si?.

—Él a ti no, pero tu a él si y ese es el problema, él no se dará por vencido y ahora menos que sabe de la existencia de sus hijos, esa será la escusa perfecta para no alejarse de ti y antes de perderlo totalmente, prefiero que no sea de nadie. – Afirma con voz gélida mientras recoge su bolso del suelo.

—No me importa que harás para retenerlo a tu lado, lo que sí te digo es que no te vuelvas a acercar a mis hijos del contrario mis amenazas dejaran de serlo. – Ella alza la ceja y gira para mirar hacia la camioneta que se está estacionando en la acera de la calle.
La veo tensarse al ver a Silvio bajándose, sin esperar a que Scott le abra la puerta.

Atada en mi libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora