Capitulo 22

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Dice el dicho, que no hay peor ciego que el que no quiere ver y este mismo dicho me cayó como anillo al dedo, en el momento en que el Lia me dijo en mi cara que yo estaba celoso y en realidad sí lo estaba, estaba celoso, yo lo acepto, lo estoy. Me irrita el hecho de pensar que podía existir otro hombre en su vida y aún más me irrita saber que el Lia podría sentir alguna clase de afecto por otro, en cambio por mí no demostraba nada.

No puedo decir que la quiero y mucho menos que la amo. Yo la quiero para mí, aunque suene posesivo. No la quiero para mí por un rato, la quiero para mí para siempre.
En el poco tiempo que tenemos de estar tratandonos directamente y lo digo porque antes lo hacíamos por medio de la tecnología, correos, llamadas o si estábamos cerca era solo laboral. Ahora que he compartido con ella, me parece excelente persona, no sé cuáles sean sus ambiciones pero el dinero no lo es, lo demostró en la compra del vestido, para el evento del lanzamiento del proyecto en Barcelona, en el recibimiento del anillo y en los otros regalos, creería que no sabe de lo costosos que son y en ese momento me di cuenta de su sencillez, algo que hay que valorar en una mujer de hoy en día.

Tengo casi tres semanas sin tocarla, bueno en realidad estos últimos diez días no cuentan, ya que ella se quedó en Barcelona, pero los anteriores trece días fueron crueles, saberla cerca y no poder hacerla mía y no es que no pudiera, sé que al sólo tocarla se derrite en mis brazos y querer, en realidad me moría por estar entre sus piernas, para ser francos, quería que ella tomará la iniciativa, quería que ella lo deseara, pero no, para ella le es indiferente mi presencia y es algo que me enoja y más me irrita el saber que escuchó mi conversación con Amarantha y lo que escucho no le importó, no le afectó en nada. Cuando le pregunté que qué pensaba de lo que escucho su respuesta me sacó de quicio, saber que no siente nada por mí me frustra.

Cuando me planteé proponerle intentar una relación, lo pensé de la siguiente manera: Ella está obligada a estar conmigo, mientras yo lo desee, no tiene dónde caerse muerta y su anterior vida no es que sea muy digna como para no aceptar mis términos. Yo soy un hombre que tiene sus necesidades y Lia es hermosa. Debo demostrar ante el mundo una estabilidad y por ende seguridad y aunque no lo crean la estabilidad sentimental en un hombre da mucha referencia en los negocios y Lia es perfecta, tiene todo lo que no pensó tener y en cambio yo la tengo a ella.

—Hey, ¿Acaso me estás escuchando? - Exclama Brian, moviendo sus manos cerca de mi rostro.

—Claro...

—Sí claro y yo te creo. Te lo hubieses traído, si ella se iba a quedar con tu mente y espíritu.

—¿De qué hablas? - Me hago el tonto, pero en el fondo sé de que me habla o más bien de quien.

—No te hagas el pendejo, ¿crees que no lo sé lo de tu asistente? ¿crees que no sé que la tienes en Barcelona? ylo que es peor es que allá todos la hacen por tu novia, mientras a mí me aseguraste no tener nada con ella. Qué confianza tienes con tu amigo - Me reclama.

—Eso se dio después...

—Sí claro, ¿después de qué? ¿Al día siguiente? .

—Pareces una vieja chismosa.

—Lo que digas, pero esta vieja chismosa quiero saber cómo va, ¿Qué tal es en la cama? Dicen que esas tímidas son las más calientes...

—¿Piensas que te lo diré?, ni que fuera un crío para decir lo que hago o no con ella.

—Me sorprendió saber que se fue contigo a Sevilla, por lo que veo todo va en serio.

—Quieres ya cortar el tema - Sugiero, apretando los dientes.

—Como quiera el señor, iré por dos tragos más y por un par de chicas que se me atraviesen, claro si al nuevo exsoltero no le molesta - Dice con burla, alejándose hacia la barra del bar.

Atada en mi libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora