Capítulo 2

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Capítulo 2

   Aquella mañana, como si se estuviese confabulando algo en contra de ellos. Tal vez por mera casualidad o por ese anhelo de poner un granito de arena en esa labor maravillosa, se elaboraba un nuevo encuentro entre ellos.



    Pero, ¿Quién es uno para detener lo inevitable?...El amor puede llegar de la manera más ilógica y poco creíble y más cuando el tiempo confabula en eso. Tal vez para abrirnos los ojos y dejar que seamos tontos ciegos orgullosos. Aun cuando perdamos tiempo innecesario. Erika y Garret tenían esa oportunidad, la vida había decidido dársela, aun cuando en su silencio guardaran secretos que tal vez les hiciera sentir que sus vidas no la merecían, al sentirse no preparados para afrontar aquella puerta a la felicidad que podría abrírseles frente de ellos.



— Me alegra saber que personas como usted quiera formar parte en esta labor tan hermosa. ¡Qué lamentable que llegó a esta hora!, hubiese tenido el gusto de presentarle a una de las voluntarias que participara en este campamento...— le dijo Giselle a Garret.

— ¿Y se encuentra muy lejos de la fundación?— le preguntó Adam a mirarla a los ojos.

— Lamentablemente se acaba de ir a Londres... Es una joven voluntaria que ha puesto parte de su adolescencia en esta labor. Es un ejemplo a seguir.

— Imagino, cualquier persona que se dedique a ayudar a otros merece su reconocimiento. Y tal vez tenga el gusto de aprender mucho de ella.—expresó Garret sin imaginar la magnitud de sus palabras.— Pero en eso quinces días que dure el campamento, será que tenga dicho honor.

— Bueno, entonces estaremos en contacto Señor Thomas; por los momentos los dejos ya que tengo otros compromisos y no puedo dejarlos para otro momento. Fue un placer conocerlo...—le dijo a Garret—. Gracias Adam por también poner un granito de arena en esta labor. Que pasen buenas tardes.



   ¿Quién era aquella joven?...Ni siquiera sospechaba en lo pequeño que podía ser el mundo y lo irónica que puede ser la vida en ocasiones.



    Mientras tanto Erika al regresar a Londres, su hogar como lo sentía, aún a pesar de aquella verdad que guardaba en su silencio, se dispuso a continuar con sus labores, hasta el instante en que la llamaran. La vida para ella solo era eso. Ser útil y hacer feliz a otros...obviando la tristeza que guardaba adentro.



    Y una mañana aparecieron aquellos dos niños, una era oriunda de Bath, mientras que el otro era de Brighton, en la fundación en la que trabajaba. Los padres de ellos se habían mudado a Londres, ambos por razones distintas. No obstante, tras su sonrisa, anhelaban lo mejor para sus hijos.



— ¿Qué música escuchas? —le preguntó aquel niño llamado Andrew al acercarse a ella con curiosidad.

— Andrew ¿Qué haces aquí? — le preguntó ella sorprendida.

— Me escapé de la sala de recreación. Yo soy un niño grande para estar jugando cosas de bebés—dijo seriamente—. Además, te vi acercarte hacia acá y te seguí.

— Entonces, ¿has estado mucho tiempo espiándome?— sonrió asombrada.

— Algo... ¿Qué música escuchabas?— le dijo al sentarse a su lado.

—Era una canción vieja, de la década de los 60. Era una canción que le encantaba mucho a mi abuela Jacqueline...

— ¿Cómo se llama? ¿Quiénes la cantan?

— Se llama: The Sound of Silence... la cantaba un dúo llamado "Simon and Garfunke". A mi abuela le encantaba mucho escucharla... ¡Hasta yo cuando la escucho me hace sentir tantas cosas y a veces me reflejo en ella!... —la miró sin entender a qué se refería. Solía sentir que a veces los adultos no sabían explicarse bien y él siempre acababa sin entender.

— Mmm... ¿También te gusta leer? — dijo al mirar detenidamente aquel libro que estaba en su cama.

— Sí... — dijo ella y colocó su mirada en su libro—. ¿Has leído alguna vez este libro?— y lo tomó en sus manos.

— ¿Cómo se llama?— preguntó de manera curiosa queriendo conocer el título del libro.

—Se llama El ruiseñor y la rosa. Es un cuento muy bonito que escribió un irlandés llamado Oscar Wilde.

— ¿Podrías leerme un poquito?

— Pero, ¿No es que te consideras un niño grande?— sonrió con picardía—. ¿Estás seguro que quisieras que te lea un poco?

— Si te gusta a ti, es también para gente grande. Yo tengo nueve años, por lo que si te gusta a ti, me gustara a mí.

— Está bien.



    Ella empezó a leerle un poco hasta que él se durmió en su regazo. Aún no entendía como se había podido encariñar tanto con ese niño, que en ocasiones sentía que los otros niños la celaban de él.



— ¿Aquí es donde estaba? —expresó Patricia en un tono de alivio, al acercarse y al verlo dormido en las piernas de Erika.— ¡Lo he estado buscando como loca!... — y lo tomó en sus brazos.

— Se acercó hacía acá, diciéndome que era un niño grande que no estaba para juegos de bebés en la sala de recreación— sonrió al decir esas palabras en voz baja—. Quiso que le leyera mi libro y al final se quedó dormido.

— Erika, no sé qué tienes. Pero todos los niños se encariñan tan rápido contigo que siempre terminan haciendo esto... Seguirte a escondida cuando terminas tu labor. Hablamos luego, lo voy a llevar a su habitación.



    En esas fechas Garret terminaba con algunos compromisos junto a sus otros compañeros de Ilusion, preparándose así, al instante en que recibiera aquella llamada que le informara cuando iniciaba su labor como voluntario. Aquella labor que lo uniría a quien menos pensaba.

Soñándote (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora