Prólogo

6.4K 469 8
                                    

Soñándote

(By: Adriana Rangel)

Prólogo

      ¿Qué habrían hecho ustedes en su lugar? ¿Qué hubiesen hecho si se hubiesen encontrado en esa situación que en su silencio había desgarrado su propia alma?...


       A veces, sin darnos cuentas, quien nos ama es aquel que queremos lejos. Y quien amamos, es aquel que al parecer no soportamos.


         Ella era una joven que había madurado antes de tiempo. La vida lo había querido así. Su adolescencia fue más corta que las de otras jóvenes y había tenido que aprender a depender de ella misma. Ahora a sus veintitrés años trabajaba en una fundación para niños con cáncer como voluntaria, mientras otras jóvenes disfrutaban de su adolescencia, en cosas que consideraban que les daba sentido a su vida. Sin imaginar que fuera de esa burbuja de cristal había una vida que para otros era diferente.


           Ella lo había decidido así... Una parte de ella estaba en esos niños que la miraban como su hermana mayor y sonreían al verla cada mañana.


         Y una mañana de Abril...


— Erika, necesitamos un favor tuyo.

— ¿Mío?...Señora Directora, no entiendo.

— No te preocupes, solo que necesitamos que viajes esta tarde a Manchester. Martha, la directora de nuestra segunda sede va a entregarte unos papeles de dos niños que serán enviados a nuestra sede por petición de sus padres. Sabes que en estos casos no me agrada el correo ni el Internet...

— Entiendo. ¿Y a qué hora sale el avión?

— A las 5:00 PM...

— Estaré lista para marcharme una hora antes. Por los momentos continuare con mis deberes.

— Definitivamente eres una de nuestras mejores voluntarias...

— Gracias, con su permiso.


     Esas palabras pudieron significar mucho para ella. No obstante, no se consideraba tan importante. Solo hacía su parte para ayudar a esos niños a sonreír y ver el lado positivo de su enfermedad. En ellos ella podía hallar aquello que en su soledad había perdido, con cada una de su sonrisa ella encontraba aquella ilusión de vivir cada día y dejar afuera aquella tristeza que en ocasiones inundaba sus ojos. Ese era su hogar, y cada niño, un hermano jamás tenido.


     El vuelo hacia Manchester partía a las 5:00 PM, por lo que a muy tempranas horas, ella se arregló para tomar aquel vuelo. En la puerta que conducía al avión con destino a Manchester entregó su boleto. No llevaba equipaje, solo un bolso de mano, en donde llevaba algunas cosas. Era la primera vez que volaría a Manchester, y en vez de estar asustada, solo sentía la inquietud de saber quiénes serían los nuevos niños, qué tenían y qué podía hacer para ayudarlos.


— Señorita, éste será su asiento.— le dijo la aeromoza, mientras ella le daba las gracias.


    Miró hacia la ventana de su asiento y miró por última vez el aeropuerto de la ciudad de Londres. Aún se podía ver el cielo nublado que pronto se ocultaría. Se acomodó más en su asiento mientras sus pensamientos aún giraban en su mente. ¿Qué diferente hubiese sido todo si su vida hubiese tomado otro rumbo?


     Alguien se sentó a su lado mientras ella sacaba un libro. Ese era su pequeño tesoro, lo único que había heredado de sus padres. No pasó mucho tiempo para que una de las aeromozas informara que el avión ya se preparaba para el despegué, al mismo tiempo, en que daba todas las instrucciones. Ella intentó abrochar su cinturón al instante que la aeromoza informó que lo hicieran, pero a su parecer, todo estaba en contra de ella, incluyendo aquel sujeto que estaba junto a su lado.


— Si quiere puedo ayudarle. — le dijo con una sonrisa burlona.

— No gracias, yo puedo sola... —le dijo al mirarlo seriamente.

— ¿En serio?... —se sonrió más—. Perdone...—dijo al verla aún más enojada.

—Si en realidad quiere ayudarme, quite su ridícula cara de mis ojos. — le dijo irónicamente mientras por fin cerraba su cinturón.


         Ella volteó su mirada hacia aquel libro. No por culpa de aquel individuo arruinaría su viaje.


— Señor Thomas, ¿Desea algo para tomar?

— No gracias, estoy bien así. Solo quiero descansar un rato.


    Aquel apellido pudo significar mucho para ella, pero no fue así, como tampoco lo fue su persona. La lectura de aquel libro estaba más interesante que descubrir quién era su compañero de viaje.


     Aún no se cansaba de leer aquel libro. Desde que sus padres fallecieron en ese terrible accidente de automóvil, siendo ella la única sobreviviente, era lo único que los mantenía vivos en sus recuerdos, como si nunca hubiese ocurrido aquel terrible desastre.

'

Soñándote (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora