Capítulo 10
Y una mañana de agosto Zöe, Ben y Patricia se detuvieron en frente de Erika. Expresando que ambos necesitaban hablar con ella. Y deseaban que ella saliera con ellos ese día. Y no había excusa.
— Casi ni quieres salir de la fundación... Sé que es parte de tu vida. Pero también tienes que tener vida propia...conocer gente...observar lo que te rodea...o enamorarte.— le dijo Patricia mientras caminaban.
— Patricia tiene razón. —expresó Ben, obviamente en lo que se refería a enamorarse. Y él no había perdido la esperanza de encontrar el día en que se admitiera que él la amaba. Y se merecía una oportunidad.
— Sé que tienen razón. Pero me siento desanimada en estos días. Pero los prometo que trabajaré en ello...
— Erika, si quieres podemos ayudarte. Y hoy es un excelente momento. Está haciendo sol y me parece una buena idea de salir a caminar por Piccadilly. —agregó Zöe.
— Gracias chicas... Me parece una buena idea—abrazó a sus amigas, al mismo tiempo que observaba a Ben—. Pero les agradezco que saquen de su cabeza la idea de que un día pueda enamorarme. No pienso pensar en ello...—sonrió—. Es posible que esta mañana me anime a ir a un Starbucks y tomar un café frío, del que probamos la última vez. O algún dulce...
— Entonces, no perdamos tiempo...Iré a informar que saldremos.
—Gracias Ben...—le expresó Erika, observándolo salir y dirigirse a la oficina.
Había una verdad que no podía negarse ese día. Y era que ciertamente había necesitado una salida como ella y despejar sus pensamientos esos días. Y debía también admitirse que tantos días manteniendo a la soledad como su mejor amiga, la había hecho ver tan patética. Después de caminar un rato e ir a Starbucks, decidieron sentarse un momento en la fuente memorial de Piccadilly Circus. Hablar con ellos, lejos de la fundación, les había ayudado mucho. Había finalmente sonreído a carcajadas con las ocurrencias de Zöe y los malos chistes de Ben.
—Hay más gente de la que pensé que habría...—expresó Erika, mirando su alrededor.
—Es posible porque esta semana habrá un concierto de Ilusion. Y es la banda de rock más popular de estos días. —comentó Patricia, observando la reacción de Erika—. Es una lástima no haber conseguido entradas para su concierto. Son muy buenos...
—Lo dices, solo porque te gusta Marlon Allingham, el baterista. —comentó Zöe graciosamente.
—¿Sólo a mí? ¿O es que a ti no te gusta Luke Doyle? ¿O me equivoco?
—Chicas, lo menos que quiero este día es hablar de chicos...—expresó Ben, colocando cara de tragedia griega—. Sí lo han olvidado, soy uno, y no es tema de mi interés como ven a los integrantes de ese grupo.
—Pensé que te agradaban...—comentó Erika con ironía, haciendo referencia a Garret Thomas. Estallando después en otra carcajada, cuando observó la expresión en su rostro—. Lo siento... Lo siento...
—Te perdono, porque después de todo, te estoy viendo reír...
—Es bueno saber que estoy perdonada...—se puso de pie—. Me gustaría ir a una floristería. ¿Me acompañan?
Entraron y se pusieron a observar cada una de las flores que allí estaban.
Erika aún amaba las rosas blancas al recordar el cómo su madre y su abuela las cultivaban y cuidaban en su jardín en Bath y en Londres.
— ¿Las vas a llevar?— le preguntó Patricia al ver como ella las observaba.— Sí. Déjame decirle al encargado que quiero un ramo de rosas blancas. Ya vengo...
En sus pensamientos volaron sus recuerdos de cómo su madre y su abuela le enseñaron desde muy pequeña a amarlas. Aún se recordaba entre Bath y en Londres, hasta aquel instante en que se tropezó con alguien, sin darse cuenta de quién era. Volviendo a la realidad al instante en que volteaba para pedirle disculpa.
— Disculp... ¿Tú? ¿Qué haces aquí?— dijo seriamente al verlo. Era él, una vez más en su vida, aunque su persona no lo quisiera ver.
Era él, Garret Thomas. ¿Podía ser cierto?
— Estoy por la misma razón que tú. Observando las rosas y viendo cual es la idea para obsequiar a alguien muy especial para mí. Y llevándome, al mismo tiempo, esta sorpresa inesperada.— le dijo en un tono pedante. Sabía que era un sentimiento mutuo.
— ¿Me das permiso?
— ¡Por supuesto!— expresó sin quitarle la mirada mientras le daba permiso. No entendía por qué algo de él se alegraba, mientras otra parte, no soportaba aquel encuentro.
Ella era tan distinta. Y eso le atraía de ella, aun cuando se hiciera él desinteresado. Ella tenía algo que no podía negar. Un enigma que lo arrastraba a ella en silencio. Y era algo que no solía ocurrirle a él. Era hermético a esas cosas. Pero ella, una vez más, marcaba la diferencia. Y eso encendió una alarma dentro de él. Posiblemente si necesitaría ingresar en un centro de rehabilitación.
Posteriormente Garret saludó a Zöe y a Patricia. Ben simplemente se había limitado a saludarlo desde lejos, acercándose a Erika, mientras ella compraba sus rosas y se alejaba de allí, tras la mirada de aquel Garret, que según ella, no soportaba. Aquel que creía que odiaba. Pero a veces una actitud dice más que una palabra.
Aquel encuentro había marcado aún más a Garret. Esa esencia al observarla nuevamente había inquietado su mente y su corazón. Hasta en sus sueños él la llamaba haciendo que el rostro de Erika se quedara un instante y así contemplarlo. Aún recordaba aquellos ojos avellanas, aquel hermoso rostro, aquel perfil perfecto y algo infantil y aquella cabellera medio castaña clara. Hasta el instante en que despertaba inquieto por aquello. "¿Qué le ocurría?", se preguntaba cada día al despertar, odiándose, conociendo muy bien la respuesta.
Era la primera vez que le ocurría semejante transformación. Era como una metamorfosis que incluso le daba miedo. Era algo que le repelía en grado superlativo, pero apreciaba en su interior y con gran disgusto que, pese a todo, seguía interesándole aquella mujer.
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Soñándote (Editada)
Ficção AdolescenteEl amor puede llegar de la manera más ilógica... Y sino pregúntenselo a Erika McQueen. A aquella enigmática chica que trabaja como voluntaria en aquella fundación de niños con cáncer. O a Garret Thomas. A aquel chico perteneciente a una banda de...