Capítulo 19

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Capítulo 19

— Sabes ¿Cuánto te amo?— le preguntó Garret al acercarse a Erika, al colocarse detrás de ella y abrazarla mientras ella observaba el cielo estrellado en la terraza de su habitación.

— No lo sé...— le respondió entre pícara y pensativa, mientras a lo lejos se escuchaba "Soñándote" de Ilusion y posteriormente "Thinking Out Loud" de Ed Sheeran. Aquellas dos canciones que él le había dedicado a Erika ese día especial que siempre llevaría en su mente.

— ¿Qué sucede?— la miró a los ojos, sintiendo que ella estaba un poco extraña.

—Mmm... Nada...—expresó al instante en que ella dejaba de tocar su vientre.

— ¿Estás segura? Te siento algo misteriosa.

— Estoy segura...— sonrió mientras colocaba sus manos en las de él y hacía que Garret colocara sus manos en el vientre de ella—. Sólo siente un momento.— le dijo al sonreír mientras él la miraba sorprendido.

— ¿Acaso?...

— Sí...—sonrió con dulzura—. Si es lo que piensas. Y no temas por ninguno de los dos; el médico me dijo que estamos bien, sólo tengo que seguir sus instrucciones y ganaré esta batalla...—dijo y sus ojos brillaron como nunca antes habían brillado.

— Erika... ¿Me dices la verdad?— insistió Garret, al sentirse preocupado.

— Si... no temas— le expresó y miró aún más aquella noche—. ¿Sabes? Me encanta contemplar el cielo estrellado con tu compañía... Se ve mucho más especial.

— Mmm... Tú haces que cada noche sea más especial. La vuelves inolvidable con tu belleza y con tu esencia... que agradezco cada día el haberte conocido.— le dijo al verla feliz aun cuando su corazón temiera por aquella noticia. Sentía que ella se arriesgaba mucho tras aquella ilusión que también le alegraba a él, al mismo tiempo, que lo preocupaba.

— Yo también...—dijo con voz entrecortada.

— ¿Qué sucede?

— Nada... solo que soy muy sentimental y me siento halagada con tus palabras. — expresó mientras ocultaba la otra parte de esa verdad.



      Aquella no iba a ser una batalla fácil. Matthew se lo había dicho al notar su insistencia de continuar con el embarazo. Aun así, ella iba a dar lo mejor de sí para hacer ese sueño realidad. No iba a permitir que su enfermedad se la arrebatara de las manos. No le importaba si ella moría en el intento, con tal de que esa criatura que se formaba dentro de ella naciera.



— ¿Sabes? No hay momento en que me diga que soy un afortunado. Aunque al principio realmente supiste sacarme de mis casillas. Ninguna chica lo había logrado antes. Pero tú fuiste diferente a otras. No te rendiste antes los encantos del irresistible Garret Thomas...

—No era tan fácil...—besó sus labios con picardía—. Aunque he de admitir que también me sacaste de mis casillas. Me hiciste tambalear sobre el único terreno seguro que conocía.

—¿Estamos a manos?—se sonrió, mientras le hacía cosquillas.

—No lo sé... Me estás haciendo dudar.

—Pues, lamento decirle, que es tarde para dudar. Ahora eres una Thomas—le guiño un ojo, mientras volvía a colocarla en su regazo y la abrazaba con ternura—. Seguido me pregunto ¿Por qué alguien con defectos como yo ha sido bendecido con alguien como tú?... Te amo tanto Erika.

— Yo siento lo mismo. Por lo que jamás olvides que eres un hombre maravilloso.— rozó su mejilla derecha, al colocarse en frente de él_. Jamás lo olvides.— y colocó su rostro en su pecho, sintiendo su respiración y escuchando el sonido de su corazón, mientras escuchaba el final de aquella canción que se escuchaba a lo lejos.



<< ...Baby now
Take me into your loving arms
Kiss me under the light of a thousand stars
Place your head on my beating heart
And I'm thinking out loud
That maybe we found love right where we are
And we found love right where we are >>


<< ...Nena,

Llévame hacia tus brazos provocativos
Dame un beso bajo la luz de miles de estrellas
Coloca tu cabeza en mi corazón latente,
Y ahora pienso en voz alta
Que a lo mejor encontramos el amor justo donde estamos >>



    Aquel amor entre ellos crecía día a día, al mismo tiempo, que el tiempo lentamente desaparecía de la vida de Erika. Para ellos no había mayor bendición que aquella que la vida les había otorgado, mientras la ilusión y la esperanza se transformaban en algo más que un sueño. Garret había aprendido a amar el hecho de verla sonreír el día a día, a cada despertar sintiendo el aroma de su cabello y al ver aquellos ojos avellanas que amaba observar. De igual manera, que aprendía a observar las pequeñas cosas de la vida, como lo hacía ella al observar un amanecer, un atardecer o un anochecer.



   Y una noche de septiembre, a casi un año de su matrimonio, mientras ella le explicaba por qué le gustaba tanto aquel cuento que sus padres le habían obsequiado cuando tan solo era una niña, al mismo tiempo, que le explicaba que era porque, a veces, se compadecía por aquel pobre ruiseñor que fue capaz de morir por aquel ideal en el que creía, y que tristemente nadie valoró. Contándole que en ese cuento había aprendido la importancia de amar y que los seres a los que amamos encuentren a alguien que los valore y que los ame por quienes son. Al mismo tiempo en que escuchaban aquella vieja canción llamada "The Sound of the Silence"...



—¿Quieres que te lea un poco?— le preguntó Garret al tomar el libro de sus manos.

— ¿Lo harías?— le expresó Erika con un tono de voz que expresaba lo débil que se sentía.

— Por ti... todo lo que me pidas.

— Me has dado demasiado, más de lo que hubiese pedido en años anteriores. Has estado conmigo, a pesar de esta enfermedad... A pesar de mi palidez y de estos malestares que ya ni las medicinas pueden aliviarme... Tú te has convertido en mi compañero de batalla, en mi amigo, en mi terapeuta, en mi alegría, en las fuerzas que ya no tengo... Y en el amor de mi vida.

—Y tú en todo lo que no esperé encontrar... Eres mi regalo del cielo— dijo y la besó en los labios mientras ella cerraba los ojos y sentía latir su corazón fuertemente—. Te amo Erika. Tú me has dado más a mí, que yo a ti... Voy a leer tu cuento.— le abrazó al instante en que ella se apoyaba en su pecho.



    La amaba... la amaba tanto que no quería perderle. Aun así, aquella noche mientras él la abrazaba con ternura al leerle su cuento favorito, ella expiró su último aliento.



— Erika... Erika... ¡Erika!...—expresó, y al notar que ella no respondía, observó que Erika no respiraba y se estaba poniendo fría—. Aún no... Aún no mi amor, ¡Aún no!... Por favor, aún no...—le rogaba, mientras las lágrimas bañaban su rostro y él la abrazaba con más fuerza. Sintiendo, al mismo tiempo, aquel duro dolor de su partida.


Soñándote (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora