Capítulo 4: Hermandad.

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Capítulo 4:

    — Ghost of you - 5SOS

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— Ghost of you - 5SOS

Vee
La casa no estaba para nada lejos de donde nos encontrábamos, la única cuestión es que necesitábamos meternos entre varias calles para llegar a mi casa. No era una sorpresa el que los guardaespaldas se quedaran viendo alrededor y, de vez en cuando, sentía su mirada fija en mí.

La calle donde estaba ubicada mi casa no era lujosa ni nada cercano a ello, era bastante modesta y eso estaba bien para mí. Podría ser feliz en mi hogar, solo que no era un hogar, era únicamente una casa.

Mi corazón latía rápidamente; en mi mente pasaban, cuál proyección de cine, todos los escenarios posibles que a continuación podrían suceder. Me obligaba a pensar que tenía mala suerte, pero un rayo de luz en mi mente me decía que no podía tenerla siempre. Por los nervios comencé a rascar mis brazos de una manera muy evidente, a veces esta acción producía que algunas cortadas ya cerradas volvieran a abrirse y a sangrar de nuevo; definitivamente no quería eso, pero los nervios me consumían por completo.

—Oye, ¿estás bien?— preguntó el rubio al percatarse de mis inusuales acciones.

—Sí, claro. Solo hay mucho mosquito por esta zona, sus piquetes me producen mucha comezón.— argumenté de la manera más creíble posible. Él solo asintió mirándome con un poco de curiosidad.

Nadie volvió a decir nada, y aquello era muy incómodo. No podía decir nada porque a mi memoria solo venía el por qué de mis nervios, haciéndome imposible mantener una conversación en español, mucho menos en inglés.

Al faltar cerca de cinco casas de la mía, lo ví, se encontraba fuera de la nuestra, fumando un cigarro justo frente a la puerta. Sabía que tenía una muy mala suerte, pero esperaba que simplemente no apareciera, que ese día hubiera decidido asistir a clases. Debía evitar que me dejaran en mi casa, una vez ahí cualquier escenario posible era malo.

—Saben que chicos, fue un gusto gigante conocerlos pero creo que es mejor que se vayan a su hotel. No falta nada para llegar a mi casa, y así no los entretengo más.— comenté deseando internamente que aceptaran y pararan de caminar. Ninguna de las dos sucedió.

— Ni hablar, vamos a dejarte en tu casa para evitar que te lesiones más o algo parecido. — respondió el castaño por los dos. Pude notar que su respuesta tampoco había sido del agrado de los guardaespaldas.

Debía de ocurrírseme algo porque estábamos muy cerca de mi casa, es decir, muy cerca de él.

—Insisto chicos, debería irse, turistear un poco, tal vez conocer a sus fans, socializar y tomarse muchas fo...— intente convencerlos mirándolos frente a frente, mientras caminaba hacia atrás; hasta que su irritante voz me interrumpió.

—¡Vee! Que milagro que te apareces. — dijo mientras se acercaba a mí y ponía su grande y asquerosa mano sobre mi hombro, haciéndome girar y verlo a los ojos. Me dio un abrazo demasiado fuerte y al sepáranos decidió envolver mi gran cuerpo con su brazo.— Que bonita te ves hoy— siguió mirando descaradamente mi pecho. Todo esto mientras seguía entre ambos cantantes y delante de los guardaespaldas. << No por favor>>. — Y ustedes, ¿quiénes son y qué hacen con ella?— continuo preguntando autoritariamente al resto de personas. Nadie le respondió pues no entendían el fluido español.

—Solo son unos amigos que deci...— comencé a explicarle, pero él decidió interrumpirme.

—No guapa, no te pregunté a ti, le pregunté a ellos.

—Nosotros no hablando español— respondió Niall con un español algo torpe.

—¿Con que gringos he? Quien te viera, eres igual de inocente que Valeria— comentó, aún en español, a mí.— ¿Quienes son, y que quieren con Venus? — repitió esta vez con un torpe inglés.

— Solo venimos a dejar a Venus a su casa, estaba herida cuando la encontramos y no queríamos que se siguiera lastimando.— respondió Louis por el resto del equipo, mirando atentamente el agarre de mi hermano que se encontraba muy cerca de mi trasero.

Se hizo un silencio incómodo,  no era invisible para nadie el hecho de que mi hermano tenía su mano de una manera muy irrespetuosa en mí.
Él era Gustavo, mi hermano. Éramos tres hijos en la familia:  Valeria era la tercera. Un hermano debería apoyarte, estar ahí para ti cuando lo necesitas; no para hacerte la vida más difícil de lo que es.
No quería que siguieran aquí si es que las cosas se ponían peores.

— Bueno, gracias chicos por todo. Pero ya estoy con mi hermano...— costó decir esa palabra al lado de Gustavo— y ya nada me pasará.— finalicé viéndolos con una sonrisa un tanto fingida.

— ¿Estas segura? — cuestionó Niall.

— Claro, gracias por todo. — me separé a fuerzas de Gustavo, y me acerqué a despedirme de los cantantes.

Después de despedirme ambos se me quedaron viendo con cierta angustia, creo. Yo fingí no verla, y me aleje de ellos entrando a mi casa con Gustavo pisándome los talones.
Creo haberle escuchado despedirse de los chicos, y cerró la puerta de la casa después de entrar.  Me apresuré a mi cuarto, pero su brazo me detuvo.

—¿A dónde vas linda?
— A mi cuarto,—respondí con cierto temor— debo de cambiarme y regresar a la escuela.
— Ah, claro, la escuela. — siguió hablando mientras se acercaba a mí de esa manera que siempre me ha puesto la piel de gallina desde hace un año.

Yo me alejaba de él a cada paso que él se acercaba. Sentía su aliento tan cerca de mí que me producía náuseas. Seguía retrocediendo intento alejarme de ese ministro hasta que choqué con la pared.

— Deberías quedarte un rato y convivir, ya sabes, tiempo de calidad entre hermanos. — siguió, tocando un mechón de mi pelo. — Me fascinan las castañas, ¿ya lo sabias?

Su aliento rozaba mis pómulos, su mano derecha jugaba con el mecho de mi cabello, su mano izquierda daba un recorrido por mi cintura y el resto de su cuerpo aplastaba el mío contra la pared. Temblaba, temblaba como nadie tenía idea; pero mi voz no salía, nada podía salir de mi garganta seca.
Sus labios se acercaban, sus ojos no paraban de verme y yo solo podía ver al piso, lágrimas comenzaron a caer por mis ojos. Su mano apretó mi glúteo derecho.

— Ba... ba... basta— susurré con un hilo de voz. Nunca me había tocado, sabía que me veía con ojos llenos de lujuria, pero no había llegado a más; en el fondo pensaba que no podía llegar a más. — Detente, por favor— insistí. Tomé un poco de coraje dentro de mí, mi mano buscó la de él y la detuvo de seguir tocándome.

— ¿Es que acaso no notas el favor que te hago al fijarme en ti? — escupió en mi cara, me envalentoné a mirarle a los ojos, mostraban una furia contenida y, lo que llenó de terror a mi corazón, estaban sedientos. Mis lágrimas no dejaron de caer.  — Nadie se fijaría en ti jamás. No te confundas, esos gringos no querían otra cosa de ti, porque no estás a su nivel. Deberías agradecerme.

Y en ese momento una duda cruzó por mi mente: ¿seguirían afuera?

-...-

Editada 3/11/18

Does he know? (la hermana perdida de Niall Horan) // EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora