Capítulo 4: "¿Terminarás conmigo?

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Elani.

La mañana siguiente a la cena incomoda con mi hermana y mi posible ex pareja, me levante muy temprano y saque a Stywi a pasear por la playa. Sami se quedó a dormir la noche en nuestra casa, sin embargo insistió en dormir en el sofá, aquello rompió mi corazón pero no dije nada al respecto, el final de la relación era inevitable.

Anoche, el parecía que quería decirme algo, lo miraba en sus ojos y yo imploraba dentro de mí que lo hiciera rápido, me dolía tan solo imaginarlo, que sucediera, me dañaría el doble. Nuestra relación había llegado al clímax, sin embargo ambos estábamos aferrados el uno al otro, él podría volver cien veces de Nueva York después de un mes, y yo estaría aquí sola, esperándolo. Parece muy tonto, lo sé, lo es realmente, pero vamos, ¿quién no ha tenido una persona que es su debilidad, su punto débil, quien con solo verla desea caer en sus brazos por siempre y le perdonarían cualquier cosa?

Sami era esa persona para mí.

Volví a casa algo sudada, ya que el can me hizo correr al ver a los demás perros que paseaban a esa hora temprano con sus dueños. Tome una ducha fría y me coloque un vestido sencillo. Me peine y arreglé un poco.

-Buenos días-salude a Sami al encontrármelo ya aseado y cambiado en la sala de estar, acariciando a nuestra mascota. Me sonrió y se levantó del sofá al instante.

-Te ves linda esta mañana-me sonrojé. Vaya, estaba confundida con su actitud y me afligía esta situación tan incómoda. Quería abrazarlo, besarlo, tumbarme sobre el en la cama toda la mañana. Vuelvo a decir que, lo sentía como un extraño, pero me gustaba. No sé qué pretendía Sami con todo esto, estando aquí y al no hablar directamente, él siempre fue directo con sus sentimientos y emociones, ahora, parecía haberlas apagado.

-¿Volverás a Nueva York ahora?-pregunté. Me miró pensativo y negó con la cabeza.

-No quisiera. ¿Qué harás tu hoy?

-Iré con Mila y Bárbara a la fundación.

-¿Fundación?

-El refugio canino que abrimos para perros de la calle.

-Ah, claro-recordó con una sonrisa-¿Puedo acompañarte?

-Claro. Luego podemos ir a desayunar si quieres.

-De acuerdo-aceptó relajado. Stywi le puso las patas sobre su pierna y lo miró.

-Te reconoció con la ropa puesta-dije y el moreno se carcajeo.

Sami ofreció que fuéramos en su auto, sin embargo, durante el camino tuve que recordarle la ruta para llegar.

-Hoy solo veremos como están los nuevos que llegaron ayer, y durante la semana, rodaremos en las colonias más pobres para recoger más. Normalmente la gente los adopta cuando los ven bonitos y gorditos, así que se quedan con nosotros un tiempo-comenté.

-Vaya, es increíble lo que haces-dijo mirándome y me sonrió.

-¿De verdad? Antes creías que era una pérdida de dinero-se mostró sorprendido pero luego encogió sus hombros.

- n Nueva York me tocó ver muchos cachorros en la calle y, si es muy feo-aparcó en el recinto en cuanto se lo indique. Nos bajamos y nos adentramos al local. Saludamos a todos los encargados de la primera área en donde iban los clientes y se hacía el papeleo para la adopción. Al fondo, había una gran habitación con los cachorros nuevos. Era un espacio abierto al aire libre, con platos de comida, agua y colchonetas para dormir. Ahí, me encontré con mi hermana y mi amiga embarazada.

-Cielos, has vuelto con el innombrable-dice Mila refiriéndose a Sami. Él la miró, pero solo la saludó con un hola y una sonrisa.

-Tranquila, amiga, la fuente está a punto de reventar-bromee.

-Es el último día que dormiré ocho horas seguidas.

-No creo que hayas dormido tanto cuando lo concebiste-bromeó mi hermana esta vez y nos reímos-Sami, necesitamos tu ayuda enfrente para bajar los costales de las croquetas que acaban de llegar. Gracias-dice hacía él. Sami solo asiente, da la media vuelta y se marcha.

-Ahora si...--habla Mila-¿Qué rayos sucede? ¿No terminarías con él de una vez por todas?

-Yo... no pude hacerlo-confesé.

-Ya lo habías decidido, hermana-reclama Bárbara pero sin levantar la voz-No quiero verte otro mes destrozada por ese cabrón.

-Es diferente. Ustedes lo vieron, realmente, parece otro... no lo sé. Creí que el terminaría conmigo, y espere que lo hiciera, pero en todo el día de ayer y hasta ahora, no lo ha hecho. Creo... que quiere intentarlo de nuevo.

-Dios, no-mascullo Mila-Hace pocos días te dijo que no volvería por el trabajo, que no tenía ni un fin de semana libre, ¿y ahora está aquí?

-Seguro algo pasó, algo trama, los hombres no cambian así de rápido.

-Tal vez quiera darme una sorpresa.

-Ay, linda, eres tan tierna, como una niña-dijo Mila.

-Los hombres pueden fingir bien cuando se trata de conseguir lo que quieren. Le das una noche y volverá a irse-aparté la mirada de ellas conteniendo mis lágrimas-Ela, no quiero que te lastime, te lo decimos por tu bien. Como tu hermana mayor, debo orientarte y aconsejarte.

-Lo amo, chicas-ambas suspiraron al mismo tiempo.

-Solo espero, que no llegue al punto de lastimarte tanto, al grado de que no vuelvas a creer en el amor-dijo Mila un poco decepcionada.

Sami volvió cargando unos costales de croquetas junto con dos trabajadores, las colocaron bajo una lona que daba sombra para dar más fácil acceso a la hora de rellenar los platos. Él al verme me sonrió.

-¿Está todo bien?-preguntó atento.

-Sí, ¿Vamos a almorzar? Muero de hambre-dije. Sami asintió con la cabeza, nos despedimos de las chicas y nos marchamos.

Sami y yo decidimos ir a almorzar a la cafetería de mis padres, la cual, estaba cómodamente vacía, no es que no me gustara tener clientes, de hecho era muy bueno, pero mientras estaba yo ahí, me gustaba solo. Pedimos un par de sándwiches y americanos para beber. Los encargados me saludaban con mucha alegría cada mañana y preguntaban cómo iba el trabajo. Sami los saludo con un alegre "buenos días" y los felicitó por el delicioso café que preparaban.

Una vez estando solos, me tome mi tiempo al mirarlo con detenimiento. Insistía, en que algo había diferente en él. Me gustaba y me asustaba que todo marchara tan bien hasta el momento, que no quería que terminara jamás. Al ver los ojos de Sami, olvidaba todas las cosas malas que habíamos pasado.

-¿En qué piensas?-pregunté, tomándolo por sorpresa.

-En el trabajo-dijo casi de inmediato.

-Claro-conteste como muchas de las otras veces en las que le preguntaba su preocupación; no había nada más que el trabajo en su mente. Nos miramos a los ojos unos segundos.

-¿Terminarás conmigo?-pregunté directamente. Él se sorprendió un poco y no contesto al instante. Antes de que tratara hacerlo, April, una chica que era mesera en el local, nos interrumpió colocando nuestro pedido sobre la mesa. En seguida, se marchó.

-Creo que deberíamos pensar... si esto va a funcionar a larga distancia.

-¿Tú crees que no?

-No lo sé.

-¿Aún sientes algo por mí?-entre abrió su boca y luego la cerró-¿Cómo para que yo sea la única?-no contesto, me miraba un poco confundido. Aquello lo había tomado como una posible respuesta-¿No soy la única?-lo miré por casi un minuto, el solo evitaba mis ojos y nunca contestó.

Me levanté de mi asiento, él de inmediato me detuvo y me miró.

-Lo lamento.

Y aquí terminó por romperse.

Corazón de niña 《Rami Malek》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora