Capítulo 10: "En el cielo"

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Elani.

Volver a despertar, no a lado, sino sobre él, de nuevo, me hacía sentir en el cielo. Al abrir los ojos y ver solo un pedazo de piel morena desnuda, me hacia la mujer más feliz del planeta tierra, y luego, lo abrazaba más fuerte, como si tuviese miedo de que se fuera de nuevo.

—Ela, estás aplastándome—relaje los músculos y subí la cabeza hacia él, nos miramos y nos sonreímos.

—¿Cómo es que marcaste tanto tu cuerpo en un mes?

—El secreto es la alimentación, cariño, además no estabas tú para darme esos besos tan dulces—sonreí y lo besé solo un segundo, me aparte y luego me acerque de nuevo pero no toque nuestros labios. el chico sonrió al notar que jugaba con él.

—Tienes la sonrisa más bella que he visto—confesé, entonces él se tapó la boca con ambas manos—¡Hey!—reclame tratando de quitarlas. Al no poder, el las quito, pero me atrajo del rostro y me besó, lenta y delicadamente, de esos besos en los que su lengua se tomaba el tiempo de acariciar cada parte de mi cavidad vocal, un beso apasionado y tierno a la vez.

—Tengo que irme—dice entre beso. Me separe y me erguí sobre su cuerpo—Dejé algunas cosas pendientes en la escuela, cariño.

—¿Tienes que hacerlo hoy? Mis padres quieren comer con nosotros por mi cumpleaños.

—¿Tus padres?

—Solo se ven este día del año desde que se separaron, no quiero estar a solas con ellos y sus peleas. Tú sueles calmarlos más que yo.

—No sé, cariño.

—Vamos, quédate hasta el domingo, por favor—hice puchero y el evitó mirarme. Lo tome del rostro y lo obligue, pero el cerró los ojos. Opté por otra medida más drástica de chantaje, volví a pegar mi pecho con el suyo y succione su cuello mientras movía mi cadera contra la suya.

—Ela, no hagas eso por favor—suplico y me reí.

—¿Por qué? Si parece que ya estabas listo—lo miré y estaba ruborizado—Sami Malek, ¿ruborizado? No puedo creerlo—me burle—Realmente eres otra persona—me reí, él se sorprendió un poco pero luego se rio.

—Me encanta esta nueva persona que eres—lo besé.

****

Sami y yo llegamos al encuentro con mis padres por la tarde en un restaurante del centro que yo elegí. Cuando entramos, ellos ya estaban sentados en la mesa, separados de extremo a extremo. Al vernos, ambos se levantaron para darme mi abrazo de cumpleaños. Luego tomamos asiento, yo quedando en medio de mis padres y Sami frente a mí. Externé que los había extrañado tanto y les pregunté cómo iba todo con el trabajo. Ambos eran profesores, mi madre de artes y mi padre de comunicación, pero trabajaban por separado, se mudaron a Los Ángeles, donde se habían casado y donde formalizaron su divorcio legal después de que yo cumpliera los dieciocho años. En seguida, evadieron mis preguntas sacándole plática a mi novio.

—¿Qué tal Nueva York, Sami?—le preguntó mi padre.

—Bien, señor, aunque es muy agitado todo el tiempo, me gusta la tranquilidad de San Diego.

—No decías lo mismo hace unos meses. Estabas muy emocionado por irte—argumenta mi madre.

—Sami ha cambiado mucho de parecer, madre—hablé.

—Si, se nota en su mirada de terror que tiene justo ahora—se burla mi padre—Actúa como si fuera la primera vez que nos conociera—Sami se rio nervioso y se movió en su asiento.

—Déjalo, papá.

—Deberías abrir más tus horizontes, hija. Si se aman deben ir juntos a todos lados, síguelo a todos lados, sacrifícate, valdrá la pena—mi padre se rio ante las palabras de mi madre.

—¿Tu dando consejos de amor?

—Soy su madre y puedo darle consejos de cualquier tipo, porque yo no fui la que arruino nuestra familia.

—Basta, quiero comer tranquila con ustedes por lo menos una vez al año—exclame.

—Tú fuiste la primera en descuidar a nuestra familia—le contestó mi padre.

—¿Y por eso tenías que meterte con otra?

—Señores, creo que parte de su mal humor se debe a su estómago vacío, así que, ¿quieren ordenar ahora o empiezo yo?—dijo Sami mostrando toda la serenidad posible ante la situación. Los tres nos sorprendimos ante lo que dijo y luego explotamos en carcajadas. La situación bajo de temperatura con aquellas simple palabras y, a continuación, disfrutamos de una tarde agradable.

Una vez que estábamos despidiéndonos de ambos, mis padres parecieron estar encantados con Sami nuevamente, ya que cuando supieron de nuestra separación, lo odiaron un poco. Me sorprendí ante la magia que había hecho para controlar a ese par incontrolable. Juntos regresamos al auto, sin antes de que mi madre me pasara una pequeña caja amarilla con un moñito rojo.

—Feliz cumpleaños, mi niña. Sigue disfrutando tu vida, y recuerda lo que te dije, lo que he visto ahora entre ustedes, es verdadero amor, y si no te sacrificas lo perderás—murmura en mi oído—Él no lo hará pronto, pero descuida, los hombres son más lentos de lo normal—nos reímos y nos abrazamos nuevamente. Ambos nos subimos al auto y regresamos a casa, con la puesta de sol frente a nosotros.

—Gracias por lo que hiciste—dije mientras el manejaba. Me dedico una corta mirada—Fue genial—sonrío.

—No fue nada, cariño.

—Parecían dos boxeadores en ring desde que llegamos—se carcajeo.

—Uno sentado en cada extremo.

—Olvide agradecerte por lo de mi cumpleaños, ha sido el mejor de todos.

—No agradezcas, hermosa, de verdad, yo lo disfrute mucho—me ruboricé y mordí mi labio.

Antes de aparcar en la entrada de nuestra casa, divisé un auto desconocido y a un chico rubio parado en el jardín, que al oír el motor se giró a nosotros.

—¿Quién es él?—Sami frenó de golpe y miró al chico con sorpresa mientras él se acercaba a la ventanilla del conductor. 

Corazón de niña 《Rami Malek》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora