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SeokJin se separó por completo del alfa dejándole libre. Retrocedió un paso y Yoongi por fin pudo girarse, con un solo pensamiento en mente, dispuesto a besar su aterciopelada mejilla y permitirse admirar su sublime belleza.

Pero su aliento se escapó cuando le tuvo frente a él. Sólo un trozo de nube le cubría. 

El más fino conjunto de ropas blancas que su omega llevaba sobre su cuerpo le hizo sentirse aturdido.

Una holgada camisa de vaporosa tela nevada le cubría el torso, con cientos de preciosos diamantes incrustados en la tela, como centenares de pecas de la misma luna cayendo desde sus hombros hasta lo largo de sus delgados y estilizados brazos. Su apariencia brillante y celestial le hizo jadear sin pensamiento racional. 

Abotonado hasta la base de su exquisito cuello, enmarcaba su aura inocente y casi irreal. Sus sedosos cabellos negros iban peinados perfectamente a sus costados. Las hebras negras contrastando de forma casi dolorosa con la blancura y pureza de su rostro y vestimentas.

La ropa era exquisita sobre él y Yoongi sintió caer de rodillas ante de él.

Aturdido por esa belleza. Sublime y precioso como sólo SeokJin lo era.

Y en todo su esplendor el príncipe le sonrió tímido. Coloreando sus esponjosas mejillas bajo la penetrante mirada que en ningún momento le dejó.

SeokJin le miró cohibido. Y esa pequeña sonrisa inocente hizo a Yoongi gruñir ansioso en su interior. Porque era imposible que tal omega le mirara con tanto amor. Que le permitiera tomar sus manos y atesorar cada uno de sus tiernos besos como la más sagrada de las reliquias en su humilde corazón.

Yoongi aún no podía concebir que tuviese la dicha de poder servir a tan precioso omega. De haber sido elegido para protegerle y amarle en esa y en todas sus vidas...

SeokJin era el hombre más hermoso que había sobre la faz de la tierra y el general con certeza y orgullo podía decir que era totalmente suyo.

Y el alfa sintió su sed incrementar más y más cuando el príncipe agachó su rostro con timidez y giró su cuerpo para despedirse de la mujer que con ternura y melancolía les admiraba. Pero fue una tortura para Yoongi ver a SeokJin darle la espalda en un intento de recuperar el tono natural de su rostro. De controlar el acelerado aleteo de su corazón.

Porque el general sintió a su lobo arañar las paredes de su cordura cuando vio la parte trasera de su compañero, el sutil encaje que sustituía la brillante tela en esa parte de su cuerpo y le cubría con delicadeza transparencia. Y que casi como burla le mostraba sutilmente la suave piel de la espalda de su principe.

Una prenda tan exquisita y delicada que Min deseó con todas sus fuerzas, tomar la tela entre sus manos y romperla. Destrozarla y dejar que la hermosa pieza de arte que su omega era, se mostrara ante él. Entre sus dedos y bajo su hambrienta mirada.

Para marcar el suave lienzo cálido que la piel de su omega era. 

Deseaba con toda su existencia marcar con sus labios cada parte del divino cuerpo de su compañero...

Yoongi apretó los puños a sus costados e inclinó el rostro hacia el frente para ocultar cualquier signo que delatara el rumbo de sus pensamientos.

Debía esperar sólo un poco más para tomarle. Reclamarle y poder morder la tierna carne de su cuello.

Sólo un poco más para unir sus cuerpos y almas por primera vez...

— ¿Nana...? ¿Estarás... estarás bien...? — Preguntó el omega casi con dolor cuando se acercó totalmente a la mujer.

Al anochecer (SuJin) Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora