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El frío pasto amortiguó sus insistentes y rápidos pasos.

El rocío nocturno bañando sus pies a cada metro que recorría eufórico.

Le importaba poco tener que cruzar mil jardines sin llevar calzado en sus desnudos pies, porque sabía que la preciada recompensa serían los cálidos y fuertes brazos de su guerrero.

Del fiel alfa que cada noche le esperaba dispuesto a acurrucarlo en su pecho y susurrarle al oído la hermosa promesa de un próspero y alejado futuro juntos.

Ese que besaba sus mejillas con tanta devoción y aferraba su cintura con posesión cuando le cobijaba con su cuerpo.

Su alfa era lo único que rondaba en su mente a cada minuto de sus cansados días. Cuando tenía que recorrer los pasillos del castillo cumpliendo con sus obligaciones como único y próximo heredero al trono.

Su Yoongi. El hombre que robaba sus suspiros y al mismo que le dedicaba cada latido de su pobre corazón.

La fachada del invernadero brillaba deslumbrante en medio de la noche. Los cristales resguardando las más exóticas y preciosas flores dejaban ver la explosión de colores ahí protegidos.

Y el omega sonrió ampliamente al saber que entre todos esos brotes se encontraba su amado.

El aire despeinó sus cabellos, desordenando su refinada apariencia, desencajando con las finas y pulcras telas nocturnas que cubrían su estilizado cuerpo.

Jadeaba ansioso cuando llegó a su destino, tomando la fría manija de plata para entrar al domo de cristal.

Acomodó sus ropas para mostrarse digno ante él, se detuvo sacudiendo las telas con esmero, recorriendo con una mano su desastrosa cabellera, intentando acomodar los rebeldes mechones que delataban la secreta y frenética huida desde sus alejados aposentos.

— Su alteza imperial... — Susurró la más preciosa voz del universo. 

Y SeokJin buscó desesperado al portador de tan grueso susurro. Encontrando al guerrero más valiente y noble de su reino salir de entre una espesa mata de rosados crisantemos.

— Yoongi... — Exhaló desde el fondo de su alma.  

La palabra escurriendose de sus labios con tanto amor y dulzura como su boca pudiera exhalar.

Caminando hasta él siguió los latidos de su corazón y tomándolo de los fibrosos hombros le levantó de su innecesaria reverencia para poder lanzarse a sus brazos.

Y el guerrero le sostuvo sin pensarlo, suspirando tranquilamente al tenerle tan cerca y presionado contra él.

Hundiendo su rostro en el valioso espacio entre su cuello y la línea de sus hombros, Jin separó los labios sutilmente al cepillar con su nariz la fuente del adictivo y embriagante aroma de su compañero. Incapaz de separarse de la fuente de un calor que conocía bastante bien.

— Le he extrañado como no tiene idea, príncipe Kim... — Murmuró el alfa contra sus cabellos.

Inflando su pecho con el exquisito aroma de su omega. Llenándose de él para sentir que su compañero estaba con él, envolviendo el fino cuerpo con tanto anhelo como sus cicatrizados brazos pudieran demostrarlo.

Porque necesitaba sostenerlo así por el resto de la eternidad. Persiguiendo su alma como su fiel sirviente. Protegiendo con su vida a tan sublime hombre...

SeokJin comenzó a reír ligeramente contra su piel, su pecho cálido al escuchar formalidades propias del protocolo frente al pueblo. Contrastando totalmente con la naturaleza con la que aferraba sus caderas cuando nadie les veía.

Alzó su vista y se encontró con el perfilado rostro tallado por las estrellas. Mirándole tan fijamente que se derritió entre sus brazos como el más maleable lacre hecho exclusivamente para él.

— Yo le necesitaba tanto, tanto general Min. — Dijo de forma baja y su alfa le sonrió de inmediato. 

Yoongi acarició su mejilla con el dorso de sus dedos. Tan sutil y delicadamente que su omega explotó jubiloso dentro de él, deleitándose con las tiernas caricias dedicadas con cálido y puro amor.

— Le amo con toda el alma... — Confesó Yoongi en un susurro.

Con el corazón en los labios como ofrenda.

Dejó un casto beso en la comisura de los gruesos y rosados labios. Necesitando demostrar con ese acto que estaba rendido ante él.

Los ojos de SeokJin se inundaron en cristales de alegría pura y bajó la mirada avergonzado, con su pecho a punto de explotar con tantas sensaciones burbujeando en su interior.

Y con sus mejillas acariciadas en un tierno borgoña cometió el atrevimiento de demostrar también sus sentimientos hacia él.

Juntó sus rostros con el impulso de su omega y con un suspiro de valentía presionó sus labios en el más casto y sincero roce impulsado por su amor.

Sonrojandose aún más cuando su alfa le miró estupefacto y aturdido. Sin poder creer lo que había sucedido.

Su primer beso coronado con la luna sobre el cristal había sido por impulso y decisión del omega.

Y el pecho del alfa vibró cuando el príncipe buscó esconderse debajo de su mandíbula, apenado por su atrevimiento, su instintiva y repentina acción. Aferrándose con fuerza a su cintura incapaz de enfrentar sus ojos de nuevo.

Y el alfa enternecido y abrumado acarició la espalda de su omega, disfrutando los pequeños estremecimientos cuando recorría más allá de su cintura.

— Yo también te amo Yoongi... — Susurró el omega contra su piel después de unos segundos.

Demasiado bajo y tembloroso por los nervios que carcomían al omega.

Pero demasiado claro y sincero para el alma y corazón del guerrero.

Y Yoongi suspiró dichoso. Agradeciendo tener entre sus brazos a la razón de su existencia.

Rogando a la luna por la oportunidad de tener a su omega entre sus brazos hasta el último de sus suspiros...

 
  
   
  
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Al anochecer (SuJin) Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora