El terrible terror contra el pesadilla monstruosa ala titánica

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Esdir

Era el día, no el día de la boda pero igual de importante, como el pueblo civilizado que somos el compromiso se celebra en el gran salón con un banquete y un baile en honor de los novios, claro que no es usual que la novia trate de escapar todo el tiempo o de sacarle los ojos a su prometido.

-Muchacho- me llamó mi capitán mientras esperaba a que las costureras me dieran la caja con el atuendo de mi hermosa Dalla-te felicito por el compromiso, supongo que mis consejos te fueron útiles con esa raquidea rebelde.

Su risa ronca me hizo sonreír, el capitán había sido un padre para mí desde que fui rescatado por los Recarder hace tantos años, sus consejos para la batalla eran lo más importante que me había dicho, al menos hasta que le confesé mi temor a que ella nunca dejará de pelear.

"Sostén sus alas, es ruda pero el dolor la hará desistir de pelear, como a cualquier raquidea"

-No tiene idea de cuánto se lo agradezco señor-las fuertes palmadas de sus garras en mi espalda me hicieron mirarlo con orgullo-gracias a sus consejos tengo lo necesario para domar a esa dragoncita rebelde.

Mire las esposas frente a mí y sonreí, con esto en sus alas no podrá pensar en escapar y no pienso perderla de vista.

-Bien pensado-sonrió el hombre a mi lado mientras las costureras venían a mí y la más joven de ellas me entregaba el paquete acariciando mi brazo de forma discreta mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios-recuerda que serás hombre casado pronto, aunque si no la quieres mi hijo mayor estaría dispuesto a tomar tu lugar JAJAJAJAJA.

Frunciendo el ceño era la única forma en la que podía decirle que su broma no me había causado gracia, sabía bien que todos los hombres de la tribu habían escuchado de la garraveneno recién llegada, su belleza, su edad y clase la habían convertido en la mujer más cotizada en un santiamén. Claro está que siendo el varón más cotizado fue fácil para mí convencer al consejo de que debían bendecir nuestra unión.

Mi humor había cambiado con su último comentario, solo recogí mis cosas y me despedí asintiendo con la cabeza para caminar a su cabaña, me sorprendió verla sentada en el risco, sus alas seguían intactas y eso era una preocupación menos, no cumpliría su amenaza de rasgarlas y saltar al vacío.

-Dalla, belleza-la ví tensar sus alas y encuadrar sus hombros al escuchar mi llamado, pero aún así no me miró, caminé hasta sentarme a su lado dejando las cosas detrás de mí-traje tu ropa, te vestirias y vendré por tí al atardecer.

-¿Y si me niego?

Sonreí a sus palabras y la miré analizando su rostro a conciencia, sus verdes ojos mirando al horizonte con esperanza y sus labios entreabiertos callando muchas cosas. Entonces recordé otro consejo que me habían dado para domar a la testaruda a mi lado, sus alas debían estar entumidas después de mi trato rudo estilo jabalí salvaje y era momento de mostrar el lado más suave oveja que poseía.

-Quedate quieta preciosa-ordené parandome detrás de ella y acariciando con un suave masaje sus alas, si no hacía nada por intentar escapar olvidaría las esposas, y efectivamente supe que no las usaría cuando la escuché suspirar y dejar caer su cabeza hacia atrás-¿te gusta?

La adorable raquidea frente a mí asintió suavemente con una sonrisa en sus labios, esta chica sería mi esposa pronto y eso me hacía levantar el rostro con orgullo. Termine de masajear sus alas y tomé los anillos de hierro antes de que ella pudiera verlos, se los pondría solo como precaución, no los apretaria a su alrededor pero me aseguraría de que supiera que no debía escapar.

-Ahora Dalla-dije tomando su cintura y llevándola a la cabaña, curiosamente parecía hipnotizada por mi toque, no replicó a ninguno de mis movimientos-toma la ropa y prepárate, ponte aún más hermosa y espérame a que venga por tí.

Su ceño fruncido me hizo sonreír al saber que se resistiría a mí y antes de que abriera la boca la acorralé contra el interior de su puerta y me adueñe de sus dulces labios asegurando las esposas de alas a su lugar, sus mordidas y golpes en mi pecho se detuvieron al instante en que jale la cadena que unía ambos anillos jalando también sus alas hacia abajo, una punzada de dolor debió recorerla a juzgar por su rostro y como mordía su labio.

-Quiero que te prepares-susurre apreciando el aroma de su cuello mientras mi mano acariciaba su cintura con mimo-vendre cuando se ponga el sol y quiero que estés esperándome.

Su asentimiento fue casi imperceptible pero suficiente para mí, asentí una vez y me aleje de su cabaña con una sonrisa de triunfo digna de un domador, así me sentía y así me sentiría cada día con mi futura esposa.

Dalla
Me sentía tan derrotada en varios aspectos que al verme sola en la cabaña llore desconsolada en mi cama, no solo tenía una espada de doble punta en mi espalda, ahora también llevaba unas esposas en mis alas. Debí rasgar mis alas y saltar al vacío en cuento lo escuché llamarme.

Teniendo lo que pudiera hacer ahora que mis alas estaban bajo su control, hice lo que me pidió; cepille y trezé mi cabello con la peineta de mi madre, pinte mis labios con jugo de moras y me puse el vestido que el me trajo, de niña alguna vez soñé con el día de mi compromiso, claro que nunca pensé que sería así, secuestrada y en contra de mi voluntad.

No podía dejar de mirarme al espejo pensando en formas de escapar, lo que pensarían mis padres de este compromiso e incluso en Hipo y Steit, lo desepcionado que estaría mi hermano al verme rendida.

"Lo siento"

-Luces perfecta-Esdir me observaba desde la puerta con un atuendo casi complementario al mío, podría incluso decir que se veía apuesto, si no fuera un maldito troll-ahora ven, el gran salón está listo.

Tomo mi mano con dominio y me obligó a seguirlo, recorrí el pueblo en silencio guiada por el hasta el salón donde había música y al parecer todos los raquideas de la isla, podría escabullirme y tratar de volar o esconderme en el bosque; plan frustrado cuando Esdir jalo la cadena hacia abajo haciendo que involuntariamente soltará un quejido de dolor y me arqueara.

-No hagas nada estúpido-susurro a mi oído y abrazo mi cintura dejando un vaso con vino en mis manos-se buena chica y seré amable contigo.

Asentí y suspiré resignada dejando que la noche y el vino hicieran algún efecto calmante en mis adoloridas alas, ¡por Odin!, no sabía cuánto podría soportar antes de quebrarme, mi espíritu parecía debilitarse a cada momento que permanecía aquí, inclusive el ideal Recarder comenzaba a ser tentador.

Mujer tras mujer me felicitaba por el compromiso y otras aseguraban que Esdir y yo tendríamos hijos hermosos y muy poderosos, una inclusive pidió que si nuestro primer hijo era una niña, fuera despistada por su hijo mayor.

"Hipo, Steit, los necesito a mi lado"

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Dracaria aún no ha muerto


Encontré estás lindura en el supermercado y no pude resistirme jajajaja, soy débil ante cualquier cosa de HTTYD

Media sangre de dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora