Capítulo 14 Parte 1

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Sentía la oscuridad rodeándome cuando aparecí en un cuarto oscuro, el frío era una criatura con garras que solo ansiaba quitar todo el calor de mí, y lo estaba logrando. Pero conocía este lugar, conocía esta sensación. Estaba atrapada pero no me sentía así, ya no. Porque no me encontraba sola, distinguí una pequeña y temblorosa silueta acurrucada en un rincón de la habitación. La única luz provenía de la rendija debajo de la puerta de metal y daba directo a ella. Me acerqué y la observé, su corto y blanco cabello lucía gris por la suciedad que la cubría, su piel era pálida y tenía cortes y moretones cubriéndola, sus labios estaban resecos, como si no hubiera probado una gota de agua en mucho tiempo, y sus ojos... había una tormenta en sus ojos que sabía no acabaría nunca. Comencé a fusionarme con aquel recuerdo, pero antes que la oscuridad me tragara por completo sonreí a la pequeña y di palmaditas en su cabeza.

—Sé fuerte —me aparté y cerré los ojos, respirando la densa energía que me rodeaba como si pudiera recargarme con ella, luego susurré—. Sogai —la oscuridad comenzó a disiparse, pero antes de que pudiera escapar de mi propia mente las palabras de aquel ser hizo eco en mí, persiguiéndome hasta la conciencia.

Tu oscuridad me pertenece.

Cuando volví de nuevo a la realidad me sobresalté y partí a la mitad el reluciente y bien cuidado escritorio de Stein. La estructura colapsó bajo mi descuidado puñetazo y astillas se esparcieron alrededor junto con algunos documentos. Pobre e inocente criatura aquella que deba acomodar todo nuevamente. Con un poco de suerte esa no sería yo.

Mi mirada viajó a un muy enfadado y sobresaltado guardián.

—Ups —dije guardando mis manos en el bolsillo de mi sudadera, quizás podría disimular—. Debió haber sido una brisa —miré hacia la inexistente ventana en la pared, intentando imaginarla allí y materializarla. Volví mi mirada al guardián porque no estaba funcionando.

Stein me miró como si me hubiera crecido un cuerno de unicornio en el medio de la frente.

—¿Qué diablos te sucede? —su aspecto era desprolijo, lo que era más que irresistible, debo decir. Al parecer había sucumbido al sueño poco después que yo. Me pregunto si sueña conmigo tanto como yo lo hago con él. Lo observé, tratando de enfocarme en la situación en cuestión, si no fuera porque mi osito gruñón lucía más gruñón que nunca, lo habría tomado en serio. Pero se veía demasiado adorable cuanto más gruñón se ponía. Y me gustaba ser la causa de ello.

—Santo infierno Stein, me hiciste sudar —limpié una falsa transpiración de mi frente para afianzar aquellas palabras—. Fiuu, debiste haberte visto en aquel sueño, compañero, me tumbaste sobre tu escritorio y me hiciste cosas que ni al mismo diablo se le ocurrirían...

—Algún día acabarás conmigo —dijo refregando su rostro adormilado con evidente frustración, mi mente perversa no dejaría pasar aquellas palabras.

Magia muertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora