Conoce a Kim, la mercenaria más buscada, temida y odiada por diferentes razas. Ella es un imán para los problemas, pero no se abstiene de lanzarse de lleno en ellos y disfrutar cada momento. Irritantemente desinteresada para unos, absolutamente desp...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
POV BLAZ
-Tienes mucha energía por desarrollar, niño guardián, pero la estás reteniendo.
Abrí los ojos frente a las palabras del hechicero, nos hallábamos en el sótano que funciona como cuarto de entrenamiento. Ambos, el hechicero Mirt y yo, estábamos sentados en las esterillas, con las piernas cruzadas, intentando concentrarnos, algo difícil de hacer ya que podíamos oír la risa de Kim que llegaba desde la sala. Seguramente haciendo alguna maldad, esa era mi salvadora y a quién comencé a admirar desde que se cruzó en mi camino. Esperaba no decepcionarla y sin embargo sé que tarde o temprano lo haría.
Volviendo a la situación en cuestión, Mirt me ha estado ayudando a controlar la energía a mi alrededor y dentro de mí. Pero con esta última, no ha habido avance alguno. Desde aquel día en que lo usé contra mi Maestro no pude volver a sentirme conectado a mi propia magia. Imágenes de ese suceso inundaron mis pensamientos, sacudí la cabeza, como si ese acto pudiera cambiar el pasado.
-Como bien sabes, cuando un Maestro guardián es derrotado por su aprendiz, este último se hace con su energía y la transforma en su propia esencia, allí es donde fallaste. Esa energía nueva se mantiene en ti, pero no llega a fusionarse porque la niegas.
-No me pertenece -susurré, como si el decirlo en voz alta fuera a invocar a la persona a la cual pertenecía.
Mirt abrió los ojos, unos ojos que narran miles de historias y los cuales cargan más experiencia que la que nunca tendré.
-Tampoco le pertenecía a él, hiciste lo que debías hacer, la energía no hubiera contactado contigo si el transmisor no lo hubiera querido.
Tragué con temor e incredulidad.
-Pero él...
-No me refiero al portador, sino a las víctimas de su toque -el reconocimiento me abrumó con un dolor familiar y aun así diferente. Mi vista se aguó, recordando aquellas voces que jamás serán escuchadas. Sentí el impuso de gritar por ellas.
-¿C-Cómo es que...? -no pude terminar la pregunta, mi voz se quebró.
-Sé muchas cosas, niño guardián, lo sé solo con oír tu magia.
-¿A qué se refiere con oír? -pregunté sorprendido.
-Me refiero a eso mismo, puedo oír la tuya como se oye el impacto de una gota de agua contra un mar profundo y turbulento.
-¿Eso qué significa? -el temor me envolvió.
-Significa que te ahogarás si continúas así -bajé la vista al suelo, sintiendo el peso de sus palabras-. Sin embargo, sé que por más que te culpes por lo sucedido, hay una insistencia dentro de ti que te impulsa a seguir, una voz, piensa en ella, pero, sobre todo -alcé la vista hacia él, debía afrontar esto como el guardián que era-, no te conviertas en un grito más, desvanecido en el silencio del olvido.